Las Fiestas Patrias tienen incontables cosas buenas — algunas de ellas lo son tanto que después ni siquiera las recordamos—, pero la que más nos gusta es que nos empuja a retomar tradiciones en la cocina, a replicar recetas aprendidas y heredadas, a volver a los ingredientes tradicionales y propios de esta tierra, aquellos que están en temporada, frescos y locales.
Es cierto que la carne acapara el protagonismo, pero también lo es que nos conviene reducir esa hegemonía del asado: primero, porque resulta más económico un menú con menos vacuno y más alternativas, y además porque al preparar platos típicos o clásicos, compartimos más tiempo con la familia o los amigos. Esta es una invitación a retomar esas comidas que alguna vez compartimos, con padres, madres o abuelos, y traerlas de vuelta con cierta novedad, aprovechando los nuevos productos con los que contamos y la amplitud de nuestros paladares.