El huevo es, sin duda, uno de los ingredientes más típicos a la hora de cocinar. Los encontramos en el desayuno, revueltos, pochados, fritos y en omelettes o panqueques; en el almuerzo como huevo duro; y en las onces acompañando un rico pan tostado. Además funciona como ingrediente de queques, quiches, pasteles, panes y un sinnúmero de otras preparaciones que, a no ser que sigas una dieta vegana, lo más probable es que consumas varias veces durante la semana.

El huevo es una de las fuentes más comunes de proteína, y eso lo hace un aliado ideal para las personas que quieren controlar su peso o que buscan recuperación muscular tras haber realizado actividades físicas. Además de ayudar a los músculos, a la salud capilar, de las uñas, de la piel y del sistema nervioso central, la proteína entrega una mayor saciedad que los carbohidratos y las grasas después de ser consumida, por lo que se trata de un macronutriente que te asegura que, en las próximas horas, no pasarás hambre.

Para tener estos beneficios y evitar problemas, algunas personas eligen consumir solo las claras de los huevos, evitando la yema. Esto, porque cada yema contiene cerca de 200 mg de colesterol, lo que para muchos suena a malas noticias. Pero lo cierto es que si a alguien le gusta el huevo completo, debería poder comerlo sin temor: distintos estudios recientes han concluido que cuando una persona consume comidas altas en colesterol, el hígado lo produce en menor cantidad, pues el cuerpo no lao necesita. Esto quiere decir que los niveles de colesterol en la sangre no se ven afectados por el consumo de colesterol en los alimentos. Al contrario, la yema de huevo está llena de nutrientes que el cuerpo sí podría aprovechar.

Comunes son los huevos blancos, y en la actualidad podemos encontrar variedades más café o rosadas en los pasillos del supermercado, pero ¿sabías que existen huevos de gallina que son azules e incluso verdes? La respuesta podría estar en la temperatura en la que viven las gallinas. “Encontramos que los huevos en climas más fríos tienden a ser más oscuros y marrones”, dijo a BBC Mundo el profesor de Ecología y Evolución de la Universidad de Long Island en Nueva York, Daniel Hanley. Y agrega: “En las áreas más calientes cerca de la línea ecuatorial, los huevos son más claros y más variados en color”.

¿Sigues una dieta vegana pero encuentras huevo en todas las recetas?

Ya sea porque eliges no comer huevo por motivos éticos, o porque sufres de una alergia, existen alternativas que pueden hacer que no eches tanto de menos a este ingrediente.

Tofu revuelto: Si quieres desayunar algo similar a un huevo revuelto pero sin el ingrediente principal ¡No hay problemas! Solo necesitas triturar con tus manos un poco de tofu firme previamente drenado, y luego condimentarlo con cúrcuma en polvo, sal y pimienta. Tendrás un símil ideal para comer por su cuenta o sobre una tostada.

Linaza y agua: Muchas veces, el huevo cumple una función de aglutinante en las recetas. Si no quieres usarlo, y prefieres un reemplazo, te recomendamos mezclar una cucharada de semillas de linaza (o chía) con 50 gramos de agua. Esta mezcla equivale a un huevo.