45 años de historia cristalizados sobre la pasarela
En el primer desfile de la segunda edición de Ropero, a cargo de la revista, hubo un batallón de 24 mujeres enfundadas en distintas versiones del traje y pantalón; el traje sastre como gran emblema del empoderamiento femenino.
En el primer desfile de la segunda edición de Ropero, a cargo de la revista, hubo un batallón de 24 mujeres enfundadas en distintas versiones del traje y pantalón; el traje sastre como gran emblema del empoderamiento femenino.
No fue un desfile cualquiera. El primero de los ocho que tendrá esta segunda edición de Ropero Paula inauguró formalmente la feria, pero además celebró sobre la pasarela los 45 años ininterrumpidos de circulación de la revista. Para eso, antes de que la primera modelo del Desfile Paula apareciera en escena, se encendió una pantalla gigante que en tres minutos resumió algunas de las grandes batallas liberadas y ganadas por las mujeres en este período y cómo Paula ha sido testigo y compañera de esos cambios.
Entre las 24 modelos que pisaron la pasarela del Desfile Paula estuvieron la chilena Xamira Zuluoaga, la española Ana Cristina Rosado, y las brasileñas Karen Dos Anjos y Nath Heinzen, esta última ganadora de la versión 2010 del concurso de modelos de la agencia Ford.
Tres minutos emocionantes que evidenciaron el empoderamiento femenino en temas fundamentales como su ingreso al mundo laboral, la conciencia de su sexualidad y derechos reproductivos. El Desfile Paula, entonces, se propuso llevar a la pasarela la tensión hombre-mujer, que se expresa en los inquietantes binomios de seducción y competencia, deseo y distancia, y en el complejo nudo que dichos opuestos tejen en el espacio social. Nada mejor que la sastrería para sintetizar esas ideas sobre la pasarela, donde se vio a un batallón de 24 mujeres –todas modelos de la agencia Rebel- uniformadas de chaqueta y pantalón, en sus más variadas versiones y materialidades, bajo el concepto creativo de Nina Mackenna y el estilismo de Natalia Schwarzenberg.
El traje, con fama de formal, incluso severo, se vio elegante, contemporáneo y en ocasiones atrevido, gracias al uso de accesorios como un sombrero calipso, un par de guantes amarillo furioso, anteojos redondos con aires sesenteros, zapatos altísimos. En el cierre, una obra hecha especialmente para el evento por la diseñadora chilena Ana López.
El pelo, también severo, amarrado abajo y tenso, a cargo de Mauro Castro, apoyaba esa sensualidad contenida del traje, en contraste con el maquillaje de Carla Gasic para Maybelline New York –presentador de Ropero y encargado del make up de todos sus desfiles- de perfectas pieles traslúcidas, como de porcelana, que destacaban pómulos y quijada; cat eyes de delineado grueso y sombras negras, plateadas y gris; y boca rojísima.
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