50 años practicando yoga
Alena Lang tiene 79 años y lleva casi 50 practicando yoga. Partió como profesora en los 70 y en 1983 abrió su propio centro. Practica tres veces por semana y todos los días despierta y hace los ejercicios de respiración y el saludo al sol. Este es el testimonio de una mujer que asegura que el yoga le ha ayudado a cuidar su cuerpo y mantener una mente serena y optimista.
Paula 1128. Sábado 17 de agosto 2013.
Alena Lang tiene 79 años y lleva casi 50 practicando yoga. Partió como profesora en los 70 y en 1983 abrió su propio centro. Practica tres veces por semana y todos los días despierta y hace los ejercicios de respiración y el saludo al sol. Este es el testimonio de una mujer que asegura que el yoga le ha ayudado a cuidar su cuerpo y mantener una mente serena y optimista.
"Conocí el yoga en los 70, cuando tenía 30 años. Me fasciné de inmediato con la disciplina. Estudié por 10 años y tomé todos los cursos que encontré en Chile para ser instructora. Después me fui a Bahamas a realizar un curso para convertirme en instructora internacional con mi maestro, Swami Vishnudevananda, a quien también visité dos veces en India para perfeccionarme. Él fue quien me bautizó con mi nombre espiritual cuando me gradué de profesora: Naraiyani, que significa mantenedora de la paz.
En este proceso, decidí ir al Club de Polo a ofrecerme para hacer clases. El yoga todavía no era masivo en Chile y algunos creyeron que la gente no se interesaría. Pero se equivocaron. En un par de semanas tenía 20 alumnas que asistían sin falta. Mi primera alumna fue Vinka Kegevic, quien luego se convirtió en mi amiga y socia, y juntas abrimos hace treinta años el Centro de yoga La Dehesa, donde hice clases como instructora hasta los 70 años. Ahora asisto ahí como alumna.
"El yoga te va alejando naturalmente de lo que te hace mal. Uno se va lavando el cerebro solita de a poco. Además, desarrolla la paciencia, la constancia y la perseverancia. Yo, en casi 50 años, jamás he dejado de practicarlo, ni siquiera cuando estuve embarazada".
Religiosamente, todas las mañanas me levanto, abro las ventanas y practico por diez minutos el kapalabhati, una respiración abdominal forzada en la que se exhala e inhala rápido, siempre por la nariz. Me energiza. Después me tomo media botella de agua, me ducho y hago el saludo al sol. Recién ahí me visto y tomo desayuno. En las noches, antes de dormir, ejercito por otros 10 minutos el anuloma-viloma, una respiración lenta en la que oprimes alternadamente las fosas nasales para inhalar y exhalar. Me produce serenidad y me permite dormir bien. Si tú logras controlar tu respiración, también logras controlar tu mente.
El yoga me ha servido tanto para lo físico como para lo espiritual: irrigo mis órganos, tengo buena circulación, soy flexible, tonificada y mi cuerpo sigue ágil a pesar del paso de los años. Esta disciplina me llevó a comer sano: mi dieta está alejada de las frituras y el azúcar. En su lugar, como mucha verdura, fruta, pescados, legumbres y frutos secos. Es curioso, pero el yoga te va alejando naturalmente de lo que te hace mal. Uno se va lavando el cerebro solita de a poco. Además, desarrolla la paciencia, la constancia y la perseverancia. Yo, en casi 50 años, jamás he dejado de practicarlo, ni siquiera cuando estuve embarazada.
Desde que conocí esta disciplina he aplicado los cinco conceptos del yoga según Swami Vishnudevananda: respiración adecuada, relajación adecuada, ejercicio adecuado, alimentación adecuada y actitud mental positiva. Uno nunca sabe lo que te espera en la vida, así que es importante disfrutar cada momento intensamente. Sembré una semilla y en mi familia todos conocen este mundo: mi hija, Paz Valenzuela, es yoga terapeuta y mis 8 nietos han practicado o practican yoga. Mi experiencia dejó una huella".
Centro de yoga La Dehesa: San Lucas 450, Lo Barnechea, fono 2216 0958. www.yogaladehesa.cl
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