Entrevista realizada en octubre de 2006.
Cuando va a las ferias populares, el senador Pablo Longueira juega al coqueto y no se intimida con los piropos. Le encanta ir caminando por la multitud y, de pronto, escuchar a alguna mujer que le grita: "Eso es justo lo que me recetó el doctor". Entonces, el senador de la UDI se da vuelta y enfrenta a su acosadora: "Te pillé. Sé que fuiste tú". La mujer osada se sonroja y baja la mirada. Entonces, Longueira disfruta su triunfo.
A los 48 años, el senador de la UDI, que se ha destacado por desplegar un modo político brusco y frontal, confiesa que tiene una verdadera fascinación por la provocación. No sólo en los pasillos del poder, también en las reuniones sociales y en su relación con las mujeres. Aprecia el tipo de mujer "parada en la hilacha", desafiante, que no baja la mirada. Cuando tiene una enfrente, le divierte jugar mirando de vuelta con igual intensidad.
"Me gusta la Pamela Díaz. Es la quintaesencia de la mujer que le gusta al chileno: es provocadora, tiene personalidad, es arrolladora. También la Cecilia Bolocco me parece muy buenamoza, con gran desplante".
Lleva 24 años casado con María Cecilia Brinkmann, a quien él llama "la Chichi". Tienen siete hijos (Juan Pablo, José Tomás, Alejandro, Cristián, María Cecilia, Matías y María Trinidad). "Afortunadamente, no hemos tenido grandes crisis. Con la Chichi pololeamos 6 años y vamos a cumplir 25 años de matrimonio. Hemos sido muy felices. Tenemos una mirada común sobre la vida y nuestra relación está sustentada en una confianza infinita", afirma.
Parte de su complicidad matrimonial es planear escapadas fuera de Santiago. En noviembre se irán en carpa por el sur de Chile. "Mi mejor panorama es irme con la Chichi a mochilear a las Torres del Paine. Sé que para los demás puede ser lo más fome que hay, pero a mí me resulta apasionante".
–¿Cómo seduce Longueira?
–Eh... No sé.
–¿Pero te gusta seducir así como te gusta provocar?
–Sí, por cierto. La seducción te genera adrenalina, te hace más grata la vida.
–¿Y cuáles son tus infalibles de seducción?
–La miradas. Para mí, la mirada es fundamental. Y no sólo la mirada, sino que cuánto dura la mirada. Eso es vital.
–¿Por qué tanto?
–Porque en la mirada está el clic. Una buena mirada es más que las palabras. No hay más. Por eso, para mí, los ojos de las mujeres son fundamentales.
–¿Una mirada es más que un buen cuerpo?
–No, las dos cosas importan, pero lo que te engancha es el brillo de los ojos. Una mujer expresa casi todo por los ojos.
–¿Y tú eres capaz de leer una mirada femenina?
–¡Ah! ¡Completamente! Puedo leerlo todo.
–Tampoco tan brujo.
–No, pero yo sé. No te voy confesar los códigos que tengo de las miradas, pero está claro que el cruce de miradas es muy importante, porque con eso vas generando el enganche, ¿me entiendes? En el fondo, es tener un manejo de los ojos.
–¿Qué lees si una mujer baja la mirada?
–Igual dice algo: esa mujer se está asustando.
–Y si te encuentras con una mirada más fuerte que la tuya, ¿cómo reaccionas?
–¡Ah! No, es que yo siempre trato de ganar eso. Es mi juego. Yo lo administro.
"No soy un experto en la materia, pero creo que el tema de la frecuencia en la relación sexual, es algo muy de la pareja. A mí no me parece anormal que una pareja diga que tiene relaciones todos los días y que haya otra que tenga menos veces. No es ni más macho ni más hembra alguien que tiene más frecuencia que otro".
–¿En qué minuto le pones límite a la mirada para que la seducción no avance?
–No tengo problemas, porque el control lo pongo yo. Es que, en el fondo, lo hago porque me entretiene la provocación que se genera. Me pasa lo mismo cuando voy a comer a las casas de mis amigos y pongo temas incómodos sobre la mesa para provocar discusiones. Me gusta ese cuento. Me encanta ver a las mujeres defendiendo sus puntos de vista con pasión.
–O sea, ¿a ti te gustan las mujeres power?
–Totalmente. Me gustan las mujeres que se hacen sentir, que se paran de igual a igual con un hombre, pero que también sean bien femeninas.
–¿Cómo es una mujer femenina?
–Una mujer que le pone encanto a todo. Eso nos deja liquidados. En eso, las mujeres son muy superiores a nosotros. Tienen algo que muy pocos hombres tienen: un carisma y un atractivo especial en el manejo de su metro cuadrado.
Claves femeninas
–¿Qué te resulta fascinante del mundo femenino?
–Me pasa que, de verdad, me entretiene mucho el mundo femenino. Las mujeres son provocadoras. Eso me gusta mucho. Tengo una prima que no puede ser más feminista. Ella me manda mails y discutimos sobre el rol de las mujeres hoy. Yo le digo que ahora hay que decir que detrás de cada gran mujer, hay un gran hombre. Ella me dice: "No. Estás equivocado. Detrás de cada gran mujer, siempre hay un marido que trata de volverla a la cocina".
–¿Y es así?
–Tal vez, todavía un poco. Pero eso es puro machismo.
–Entonces, ¿crees que las mujeres se han empoderado en este tiempo?
–¡Absolutamente! El tema está instalado en Chile y lo ves en todos los ámbitos.
–Y, según tú, ¿eso las ha puesto más atractivas o crees que con ese nuevo poder las ha puesto más masculinas?
–No, masculinas no. Al contrario, yo creo que las mujeres ejecutivas tienen un enorme atractivo. Generan un encanto extra. Si pones a una mujer o a un hombre en una misma situación, es más cautivante la mujer porque tiene claras sus propuestas, sus puntos de vista.
–Si lo pones en cosas concretas, ¿en qué se nota?
–Hoy en día la mujer está más dispuesta a enfrentar al hombre de igual a igual. Y como, además, ahora los dos proveen al hogar, el rol del macho proveedor ha pasado a un segundo lugar. Eso ha llevado a que la mujer de hoy tenga un grado de comunicación muy distinto con su pareja.
–¿A ti te gustan las relaciones de igual a igual?
–Sí.
"Mira, la canita al aire es de un machismo intolerable. ¿Qué les pasaría a todos esos hombres si su mujer se pega una canita al aire? ¿Por qué las canitas al aire son licencias para los hombres? Perdóname. Además, no creo en 'la' canita al aire. Siempre son varias canitas al aire".
–Entonces el prototipo de "mujer sumisa" no te resulta atractivo.
–No, a mí no, para nada. Yo siempre pienso en cómo quisiera que fueran mis dos hijas cuando sean grandes. Quiero que tengan una gran seguridad en sí mismas, una personalidad bien desarrollada y que asuman, desde ya, que ellas tienen que tener una profesión para ser autosuficientes en el futuro. Las mujeres que no se preparan así, viven muchas inseguridades y van a estar dispuestas a tolerar situaciones que no me parecen aceptables como las infidelidades, la violencia intrafamiliar, la prepotencia.
–No sé por qué, pero pensaba que eras un padre más bien protector con tus hijas mujeres, tal vez más conservador.
–Reconozco que tengo un pequeño club de Tobi con mis hijos hombres y salimos solos a acampar, pero también con ellas tengo una relación muy cercana, muy divertida. Les echo muchas tallas. A veces se me pasa la mano, sobre todo con la mayor, que va a cumplir 15. Siempre le estoy diciendo: "Quiero conocer al guarén que me vas a traer a la casa". Ella me contesta: "parece que tú quieres que me quede soltera".
–Dices que es broma, pero igual te da temor pensar en cómo va a ser el "guarén" que ella te va a presentar, ¿no?
–Ah, sí. No es lo mismo ver a un hijo pololeando que a una hija. De hecho, con las pololas de mis hijos, yo tengo muy buena onda. Pero te reconozco que no sé la química que pueda llegar a tener con el guarén que me traigan a la casa.
–¿Qué mujer te resulta atractiva? ¿Fuera de la Chichi?
–La Pamela Díaz.
–¿Porque es fiera?
–¡Claro! Porque es la quintaesencia de la mujer que le gusta al chileno: es provocadora, tiene personalidad, es arrolladora. También la Cecilia Bolocco me parece muy buena moza, con gran desplante, inteligentísima. Es una de las mujeres chilenas más atractivas que hay.
–¿Cuál es la mejor edad de una mujer? ¿Los 20, los 30, los 40, los 50?
–No hay edades. Hay mujeres que saben sacarse partido a todas las edades. Eso sí es importante, porque no hay nada más latoso que una mujer que no se preocupa. Ahora, si hay que generalizar, te diría que las mujeres de entre 30 a 45 años son más interesantes.
Lo imperdonable
–Queda claro lo que te gusta de las mujeres pero, ¿qué cosas te desagradan?
–Como son más intensas, más apasionadas, las mujeres no olvidan. Yo lo veo en política. Cuando uno enfrenta una polémica, lo supera al tiro. En cambio las mujeres acumulan más, se guardan las cosas y te lo representan de un modo más odioso. Lo otro que me llama la atención es la marcada rivalidad que hay entre ellas, van a la yugular. Mi sensación es que son bastante más competitivas de lo que uno cree.
–¿Los hombres andan perdidos con los cambios que han experimentado las mujeres?
–No me parece. Más bien, muchas veces los hombres no saben actuar frente a una mujer. En materia política veo que los hombres se complican cuando tienen que competir con una mujer. Se sienten vulnerables, como en desventaja, sienten que la mujer les va a ganar de todas maneras.
–¿Qué esperan las mujeres de los hombres hoy?
–La mujer siempre va a querer tener a su lado a un tipo que le dé seguridad. Quiere tener un hombre. A las mujeres les gusta sentir una cierta admiración por su pareja, no quieren asumirlo como otro hijo. Cuando eso pasa, se les genera un vacío. Tan así, es que pienso que muchas de las crisis de parejas que hay son porque la mujer siente que, con su desarrollo personal, el marido se le convirtió en un hijo más.
–A propósito, algunas encuestas muestran que también hay problemas con la sexualidad de las parejas. ¿Eso no puede ser también otra fuente de crisis matrimoniales?
–No creo en las encuestas. No creo en las encuestas políticas, mucho menos creo en las de sexo.
–Se dice que hay problemas con la frecuencia sexual, que ha disminuido. ¿Qué opinas?
–No soy un experto en la materia, pero creo que el tema de la frecuencia en la relación sexual, es algo muy de la pareja. A mí no me parece anormal que una pareja diga que tiene relaciones todos los días y que haya otra que tiene menos veces. El ritmo de pareja es algo que se da en la intimidad. No es ni más macho ni más hembra alguien que tiene más frecuencia que otro.
–En ese sentido, ¿qué tan imperdonable es la infidelidad para ti?
–Totalmente imperdonable. Yo no entiendo la infidelidad, no la comprendo. O sea: si uno de los dos miembros de la pareja dejó de querer al otro o le va a ser infiel, ¿por qué no termina la relación? Yo no podría vivir con esa hipocresía.
–Pero, tal vez, para algunos una "canita al aire" no es como para romper un matrimonio.
–Mira, la canita al aire me parece de un machismo intolerable. ¿Qué les pasaría a todos esos hombres si su mujer se pega una canita al aire? ¿Por qué las canitas al aire son licencias para los hombres? Perdóname. Además, no creo en "la" canita al aire. Siempre son varias canitas al aire. Me impresiona que haya gente que tiene relaciones extramaritales en forma sostenida. No sé cómo lo logran. Y no los considero más machos. O sea, pasar la vida tirándose mujeres, creyendo que ahí está la hombría, ¡¡por favor!! Reconozco que yo no podría. Sería como romperme el disco duro.
–Cuando estás en un grupo de amigos, en el que todos hablan de sus conquistas, ¿no te sientes medio perno?
–No. Es que yo siempre viví en un entorno así, de estar rodeado de puros tipos que fumaban marihuana y yo no. Siempre he ido contra la corriente.
–Perdón, ¿tú tenías amigos marihuaneros?
–Tenía amigos, primos... por cierto. Cuando chicos, vivíamos en una parcela en Melipilla, por donde deben haber pasado cientos de compañeros y amigos que se fumaban sus pitos y para mí no era tema. Lo mismo cuando, en esa época, algunos de ellos decían: "Esta noche vamos a salir a chulear". Ya el término me descomponía, porque lo consideraba de un clasismo infinito. Nunca me ha importado ir en contra de la corriente. He ido casi siempre. Entonces, obviamente, conozco muchos tipos que han sido infieles. No estoy de acuerdo, ellos lo saben, pero no les digo nada porque no me meto en la vida privada de nadie.
–Si la mujer sea infiel, ¿usas la misma regla?
–Lo considero igual, pero debo reconocer, porque me gusta ser honesto y porque sé que no debiera pensar así, que si a mí me dijeran que mi padre fue infiel o que lo fue mi madre, me afectaría más que mi madre hubiese sido infiel.
–¿Por qué?
–Porque siempre hay un cordón umbilical distinto entre un hijo y una mamá. Y ese vínculo de maternidad hace que el asunto sea muy, muy diferente.