Actualización del PIB y trabajo doméstico y de cuidado
La última actualización del porcentaje de la participación del trabajo doméstico y de cuidados en el PIB ampliado realizada por el Banco Central a efectos de visibilizar el esfuerzo que significó para las mujeres el cuidado y trabajo doméstico no remunerado durante la pandemia, resultó ser un 25,6% del PIB ampliado. En este porcentaje las mujeres representaron un 17,5%, produciendo 2,2 veces más y destinando 2,8 veces más que los hombres a esta actividad, quienes representaron un 8,1% (Banco Central, 2021).
Importante es esta actualización, dado que el paso de la pandemia por nuestras vidas no sólo significó una crisis sanitaria, sino también reveló una de las más importantes problemáticas sociales: la denominada crisis del cuidado. En este período las mujeres madres fueron las que en mayor proporción se vieron afectadas, como consecuencia del confinamiento y el cierre de los establecimientos educacionales y de apoyo al cuidado.
Esta es una de las razones por la que cobran especial relevancia los datos entregados por el Banco Central, permitiéndonos dimensionar la contribución a la economía que significan el cuidado y el trabajo dentro de los hogares realizado por miles de personas. Y, si bien, es un gran avance que se dimensione el valor económico de esta importante labor, es fundamental comenzar a relevar su valor humano y social, que junto al económico, nos permita reconocer su gran poder como agente de desarrollo.
Asimismo, es importante distinguir de las necesidades de los cuidadores en general, las de cada tipo de cuidador en particular, entre ellas, las de las mujeres madres. La respuesta a sus necesidades específicas impactan no sólo en el cuidado, sino también en el amor y la disponibilidad emocional con la que cuentan los niños y niñas en la etapa más crítica de su vida, esto es, la gestación y la infancia, base de su desarrollo.
En este sentido, considerar la maternidad únicamente como parte de los cuidados generales puede limitar nuestro reconocimiento de su especificidad, impidiendo que se generen políticas públicas, planes y programas sociales de apoyo y protección a ésta que se ajusten a su realidad.
Tanto la madre que trabaja remuneradamente fuera del hogar como la que, por distintos motivos, ha optado por el cuidado exclusivo de sus hijos y familia, se ve enfrentada diariamente a desafíos particulares, siendo de especial consideración el período de embarazo y crianza temprana. Atender a sus propias necesidades económicas, de salud mental y física, de ejercicio de su rol materno y de conciliación, a través de políticas innovadoras, no sólo permitirá que la maternidad se ejerza en mejores condiciones con el bienestar consecuente en mujeres, niños y niñas, si no que también potenciará el desarrollo social y, sin duda, su aporte al PIB.
Interesante, para partir, sería, por ejemplo, que se desglose y comience a comunicar cuál es la contribución específica al PIB correspondiente a las mujeres madres de niños y niñas menores de cinco años, y cómo esto se traduce además en inversión y ahorro para el Estado en tanto se trata de las futuras generaciones. Interesante, además, sería promocionar la corresponsabilidad ya no sólo como una forma de redistribución de roles o de horas destinadas al cuidado y trabajo doméstico entre hombres y mujeres, sino como una forma de participación más equitativa en una de las labores más valiosas del ser humano; cuidar.
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