Adanowsky:
Tras una terapia chamánica en México, Adán, hijo menor del escritor y sicomago chileno Alejandro Jodorowsky, se inventó una parodia del ídolo musical: Adanowsky, que canta sobre el incesto, se disfraza para adoptar las personalidades más excéntricas y tira tallarines en un recital en París o en Santiago. Las salas vacías donde tocaba empezaron a repletarse.

Tras una terapia chamánica en México, Adán, hijo menor del escritor y sicomago chileno Alejandro Jodorowsky, se inventó una parodia del ídolo musical: Adanowsky, que canta sobre el incesto, se disfraza para adoptar las personalidades más excéntricas y tira tallarines en un recital en París o en Santiago. Las salas vacías donde tocaba empezaron a repletarse.
Por Guillermina Altomonte | Fotografía: Alejandro Araya.
Hace 4 años, Adán Jodorowsky (28) sufrió una transformación. Visitó en México a unos curanderos que lo sometieron durante dos o tres meses a una terapia de limpias. Vomitó, transpiró, sacó mierda para afuera. Cuando volvió a París, donde vivía por entonces, se dejó crecer el bigote y se cambió el nombre. De entonces en adelante sería Adanowsky, el ídolo.
–Ahí empezó todo– dice Adán.
Tampoco es que antes tuviera una vida normal. Cuando le piden que resuma su biografía, esto es lo que le gusta contar: nació en París. Su madre es una actriz mexicana-irlandesa. Su padre es ni más ni menos que el escritor chileno Alejandro Jodorowsky. El célebre James Brown le enseñó sus primeros pasos de baile, aprendió a tocar la guitarra con el ex beatle George Harrison y fue campeón de kung-fu a los 17. Debutó en el cine a los 10 años en la película gore dirigida por su padre, Santa sangre, y volvió a actuar mucho después, en 2007, en Dos días en París, de Julie Delpy. Baila tango, dibuja y dirige cortometrajes. A los 15 años era bajista de la banda de punk-rock francesa The Hellboys. A los 22 se lanzó a cantar y a componer por su cuenta. Pero todavía no era Adanowsky, y las salas donde tocaba estaban vacías.
Hoy, en cambio, los fans lo acosan por internet; sellos en México, Francia, Argentina y España (países entre los que alterna su residencia) lo editan, y tiene un nuevo disco bajo el brazo:Etoile eternelle, más su versión en español El ídolo, que lanzó este año. Cuando Adanowsky se sube al escenario lo transforma en un cabaret decadente. Disfrazado de Drácula o vestido de terciopelo, se contorsiona en bailes impúdicos, acuchilla muñecas de trapo, se saca la camisa y las mujeres gritan tanto que luego firma autógrafos y reparte besos. A veces improvisa en público: una vez, en París y ante una sala repleta de gente, se metió desnudo en una tina llena de tallarines y luego los lanzó por todos lados, embadurnando las paredes de pasta. "Fue muy divertido", recuerda.
En Chile, este espectáculo –sin los tallarines– lo ha hecho varias veces desde la primera vez que tocó en Santiago, en 2007. Cada vez que aterriza –camisa negra, botas de cuero, un anillo en cada dedo– revuelve el gallinero: o quema una Biblia en un programa de televisión o canta una canción autobiográfica sobre el incesto en un programa de radio (Hace años que sueño con vivir un incesto / desde que vi a mi mamá en calzones grotescos). Así es Adanowsky.
–Antes, aunque no parezca, tenía dificultades para abrirme– dice. –Me llamaba Adán, era bajista, estaba en las sombras, no tenía eso del cantante de dar algo a la gente. Adanowsky me permite sacar algo que no puedo sacar en la vida corriente. Es genial, es como mi aliado. No sé por qué hago esta cosa del personaje, quizás estoy buscando algo en mí, ¿no?
Ahora quiere cambiar de personaje. Dice que la idea de El ídoloera sólo el comienzo de una trilogía de personajes, de la que no puede adelantar los siguientes porque se pierde la sorpresa. Quiere grabar el próximo disco en un lugar donde no haya nadie, en el mar o en un bosque. Solo.
–Tengo ganas de volver a la música más experimental. Vender discos es genial, me permite comer, pero si tengo lo mínimo, con lo mínimo estoy feliz. La última gira la produje yo con la plata que había ganado con el disco y siendo bajista. Me arruiné completamente. No importa. El dinero se gana cuando uno realmente quiere ganarlo. Qué me importa ser Michael Jackson.
–¿No te importa? Adanowsky es un tipo muy egocéntrico.
–Sí, ése es Adanowsky. Bueno, todos tenemos un ego. A todos nos gusta que nos digan bravo, qué bueno lo que haces. A mí me gusta brillar en el escenario. Cuando canto estoy ahí para eso, en el escenario soy otra cosa. Un delirio de grandeza total. La cosa es que a veces es como si Adanowsky y Adán fueran una persona.
PAPÁ JODOROWSKY
"Crecí en una casa donde mis hermanos mayores asaltaban a la gente en la calle y después me enseñaban breakdance. Mi madre, cuando se enojaba, tomaba una espada de samurái y partía en dos una silla de madera. A los 9 años, mi padre me daba clases de conciencia, así las llamaba él, para desarrollar el intelecto. 'Siéntate aquí, Adán, dime, ¿qué es el universo? ¿Qué eres tú? ¿Qué es un ser humano?'. La gente cree que para mí es fácil ser hijo de Jodorowsky, oigo mucho eso de que soy hijo de papá. Pero mi padre nunca me ha ayudado con la música. Conoce a cantantes y todo eso, y yo tuve la suerte de conocer a George Harrison y James Brown, pero mi padre no tiene ningún contacto con los sellos. Lo que nadie sabe es que durante 10 años he tocado y tocado y tocado en salas completamente vacías".
SICOMAGIA
"Mi madre tocaba un piano de mi abuelo, un boxeador guitarrista que la abandonó cuando ella era niña. A veces se ponía a llorar tocando. Y se fue de Francia a México cuando yo tenía 8 años, y dejó el piano en la casa. Yo empecé a tocarlo, pero sentía que no era mío, que no era mi música; ese piano estaba cargado de energías. Y como nací en una familia un poco sicomágica dije 'Pues voy a hacer un acto'. Y enterré el piano en el jardín y planté un árbol encima".
COMO LOS BEATLES
"En el colegio me llamaban el loco, el autista. Me escupían, me decían cabrón. Me pegaban. Hasta que un día me crecieron los pelos y ya no me dejé hacer. Llegó un niño que siempre me jodía y me empezó a dar cachetadas, y yo le pegué martillazos en las piernas. Desde ese día nadie más me jodió. Es monstruoso el sistema escolar, te enseña a ser todos iguales, y yo quería ser artista. Lo tenía muy claro. Así que me salí del colegio a los 16. Me metí a una escuela de Música pero nunca fui, me iba al cine a ver películas, lo que me sirvió porque después dirigí mis videoclips. Lo único que he estudiado realmente con ganas es la música, pero yo solo, de forma autodidacta. Tocando el bajo, la guitarra o el piano. Cuando mi madre y mis hermanos me decían '¡Practica solfeo!', yo me aburría. ¿Qué me importaba el solfeo? Yo quería tocar como Los Beatles".
"Cuando era niño veía muchas películas de Chaplin, Fred Astaire, Gene Kelly. También me encantaba Drácula, que tiene una elegancia increíble, o Mandrake el Mago. La estética es muy importante para mí. Y mirando a Led Zeppelin o David Bowie se me metió en la cabeza que hacer música era hacer shows. Era disfrazarse. Eso es lo que me gusta de los personajes: me gusta ser otro".
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