Adolescencia trans y pandemia: “Lo más difícil de la cuarentena ha sido no poder iniciar mi proceso de transición hormonal”

Trans Paula

Como miembro de la fundación Trans-formando vidas y militante político secundario, Alexx Jamett (16), desde Quilpué, cuenta cómo está viviendo el confinamiento en medio de su reciente transición y lo que ha significado para él y su familia este proceso.




“El año pasado salí del clóset: pasé de ser Débora a Alexx. Tengo 16 años y aunque todo esto es muy reciente, han ocurrido muchas cosas en estos meses, que ahora siento a flor de piel. Me emociona mucho poder estar avanzando en mi transición y que mi familia lo acepte, pero ha sido un camino difícil y aún me queda mucho por delante.

Vivo con mis abuelos maternos y mis dos hermanos, de 11 y 14 años. Desde que tengo recuerdos mis padres-abuelos han sido muy conservadores y católicos. Ella es catequista y él, aunque ejerció como psicólogo criminalista y ha visto muchos casos de personas trans, es de otra época. Cuando tenía cerca de 11 años empecé a darme cuenta de que no me sentía cómodo con mi cuerpo y a los 14 ese sentimiento se agudizó. Gracias a algunos amigues conocí el concepto salir del clóset y comencé a googlear sobre sexualidad, para entender un poco más lo que sentía. Así fue como me di cuenta de que no tenía solo que ver con mi orientación, sino que mi mayor incomodidad era corporal. Al principio fue un camino muy solitario, pero luego pude conversarlo con mi mejor amiga y con mi profesora de ballet, quien me puso en contacto con la fundación Trans-formando vidas. Comencé a conocer más sobre mi transición y así llegué al politrans del hospital Van buren en Valparaíso.

Cuando le conté a mis abuelos, con mucho miedo a que me rechazaran, estuvimos un mes sin hablarnos y me fui a vivir donde mi mamá, que tomó mejor que ellos la situación. Pero yo los extrañaba y ellos a mí, así que regresé y conversamos todo lo que teníamos que conversar para poder entendernos. Mi abuela decía que me había visto nacer, que era su regalona, y yo le explicaba que seguía siendo la misma persona, pero con otra imagen. Creo que para ella debe haber sido como un duelo. Al principio les costaba nombrarme como yo quería –nunca me gustó Débora–y aunque a veces se confunden, ahora me dicen Alexx.

Es admirable cómo han tenido que adaptarse. Cuando era más chico, me llevaban a la Iglesia y nos enseñaban todo de forma muy binaria: que nos teníamos que casar, que había que aprender a cocinar y hacer cosas de niña. Ahora les hablo de todo sin tapujos, les explico que existen personas transexuales, bisexuales, pansexuales, y aunque quedan un poco impactados, me preguntan porque quieren informarse y entender más. Mi abuelo, por ejemplo, quería saber si ahora que soy hombre me gustan las niñas y le explico que pueden gustarme los chicos también. Aunque me defino como chico trans, tengo una profunda duda respecto a qué es ser hombre y creo que hay concepciones muy binarias. A mí me siguen gustando cosas consideradas de chicas y amo el ballet, entonces desde el minuto uno tuve que replantearme cómo quiero llevar mi identidad.

Durante la cuarentena ha sido muy difícil el encierro porque hago muchas cosas afuera de la casa. Soy militante secundario de Convergencia Social, estoy muy activo en la fundación y tengo mi grupo de baile. Soy tan sociable que en todos los lugares conozco gente y extraño poder sociabilizar, sobre todo con mis amigas. Por suerte acá en mi casa no me siento oprimido, puedo decir lo que siento y vestir como quiero. Tengo muy buena relación con mis hermanos. El de 14 ha sido mi confidente en todo este proceso y lo ha vivido muy de cerca, porque yo le contaba cómo me sentía y le sacaba su ropa para vestirme de niño. Ahora cada uno tiene su clóset y ya no discutimos por eso.

Creo que lo que ha sido más difícil es no poder continuar con mi proceso de transición como me gustaría. Justo antes de la pandemia había pedido hora con una ginecóloga del politrans, que iba a revisar mis niveles hormonales y en qué condiciones estaba mi cuerpo para comenzar con el tratamiento de testosterona, pero la consulta se postergó hasta nuevo aviso, y eso me tiene muy preocupado. Yo quería empezar lo antes posible, porque aunque me veo como un chico en la calle, cuando la gente me escucha hablar, con mi voz aguda y afinadita, me catalogan de niña. Me siento atrapado en esta voz y eso me ha costado mucho. Estoy llevando este malestar con terapia psicológica, porque es un camino largo. Con el encierro también se han agudizado mis crisis de pánico, por el estrés de que todo se retrase y la pena que me da sentirme así. Cuando siento que me viene una, escribo sin parar lo que siento o toco guitarra. Me gusta mucho cantar y estoy haciendo una canción sobre el Chile que me gustaría en el futuro.

Sé que hay muchos chiques como yo que están en una situación complicada con el confinamiento, pero hay que entender que esto es momentáneo y que cuando se acabe van a poder reiniciar sus tratamientos y van a estar con sus amigues. Lo que más se necesita es paciencia y energía para seguir luchando. Siempre va a haber alguien que te apoye. El miedo a la discriminación y a que nos pase algo es real. Cuando empecé a ser Alexx, un día estaba en la plaza en Quilpué con gente de la militancia y muy cerca un grupo de neonazis atacó a una chica trans. Aunque no lo vi, recuerdo que estuve una semana entera en mi casa con mucho miedo y sin poder salir. Es re difícil pensar que solo por ser tú mismo pueden hacerte daño, pero insisto en que es importante no sentir que estamos solas o solos.

Por eso quiero seguir avanzando en mis proyectos y ayudar a personas que están pasando por su transición, porque es algo que yo mismo estoy viviendo. Mi meta es visibilizar esta realidad y generar cambios sociales y políticos”.

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