Alejarse de las amigas por una relación tóxica: “A pesar de todo, ellas estuvieron conmigo siempre que las necesité”

sororidad paula



“Cuando tenía 16 años conocí a las tres mujeres que serían hasta el día de hoy mis mejores amigas. Nos conocimos en el colegio y vivimos juntas toda la etapa de enseñanza media: los primeros amores, carretes y el tránsito hacia una vida más ‘adulta’. Entre las cuatro compartimos todas nuestras vivencias y nos acompañamos en las buenas y en las malas.

Sin embargo todo cambió cuando conocí a mi primer pololo. Ahora soy capaz de entender que esa fue una relación tóxica y de mucho maltrato físico y emocional, pero en ese momento, no lo veía así, y entonces, no fui capaz de ver ni escuchar a mis amigas. Me metí tan profundamente en esa relación que no vi nada más. No escuché sus consejos y eso lentamente nos distanció, porque cada vez que me decían algo, era como hablar con una pared. Yo, en el fondo, no quería escuchar. Como en la mayoría de las relaciones donde hay violencia, me aislé y mi mundo era mi pololo.

Esta situación hizo que durante dos años, dejara de hablar con ellas. Hasta que pude salir de esa relación tóxica con mi ex. Cuando eso ocurrió, lo primero que hice fue llamar a mis amigas y les pedí que nos juntáramos. Confieso que cuando las contacté mi intención no fue retomar la cercanía que alguna vez tuvimos, ni menos hacer como si esos dos años no hubiesen pasado. Les pedí hablar para contarles lo que había vivido y que no quedaran entre nosotras situaciones y emociones no resueltas. Finalmente mi sentimiento hacia ellas no había cambiado, las quería mucho y tenía los mejores recuerdos de mi adolescencia junto a ellas.

Recuerdo el primer carrete donde nos volvimos a ver. Surgió espontáneamente el tema de nuestro distanciamiento, les pedí perdón por no escucharlas y les conté todo lo que pasé, todo lo que sufrí. Ese día lloramos juntas, ellas también me pidieron disculpas por no seguir insistiendo en que saliera de esa relación, porque entendieron mi dolor. Fue un momento imborrable en mi memoria; sus abrazos, sus lágrimas y sus palabras llenas de cariño.

Tengo 24 años y siento que tuve la suerte de vivir esta etapa de la vida en un momento en el que el feminismo está en alza. Este movimiento nos ha hecho despertar, reconocernos y entender que solo juntas vamos a salir adelante. Como yo con mis amigas, que a pesar de todo, seguimos juntas. La sororidad nos ha hecho inseparables hasta el día de hoy y una de las cosas que más agradezco en la vida es tenerlas. Casi diez años después de conocernos, y a pesar de las interrupciones, nuestra relación sigue siendo como al principio: nos apoyamos en todo, lloramos juntas y también nos morimos de la risa cada vez que estamos juntas. Son mis mejores amigas, mujeres power que me hacen sentir afortunada de tenerlas en mi vida”.

Camila Luna es lectora de Paula y tiene 24 años.

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