Síndrome del impostor. Eso dijo sufrir Alexa Chung (34) recientemente a la BBC News. ¿Por qué una de las mujeres más famosas del mundo de la moda, uno de los rostros más conocidos y seguramente la que ha tenido trabajos más variados y exitosos podría pensar que está en un lugar de privilegio sin contar con los suficientes méritos? "Fue un comentario lanzado al azar que luego se convirtió en titular y en tema para otros artículos. Lo que pasa es que en Inglaterra todavía es un poco raro que la gente hable de vulnerabilidad o terapia o cualquier cosa que tenga que ver con tu mundo interior. Lo dije un poco como sarcasmo. No es que realmente sienta como (asume una actitud dramática poniendo las manos en el pecho) 'oh, ¡siento que soy una impostora!'.

En todo caso era una buena frase.

(Ríe) Lo fue, pero no quise decir que sintiera una incapacidad para desempeñar mi trabajo. Al contrario, tengo una formación muy sólida en todos los aspectos del marketing, modelaje, dirección de arte, fotografía y diseño. Recibí una educación muy completa, solo que no en el formato clásico. Pero sí creo que cualquier persona en cualquier carrera puede sentir en algún momento que tiene todavía mucho por aprender.

No hay mucho que discutir al respecto. Habla con énfasis y una voz ronca que es su sello, cruzando y descruzando las piernas, cambiando de postura ante cada pregunta y mirando atenta con sus enormes ojos azules recién maquillados. Apenas termine la entrevista irá al salón contiguo, donde la esperan con un 'estudio fotográfico' montado solo para la sesión de fotos que acompaña esta entrevista. Pero falta para eso, y la modelo-empresaria-diseñadora acaba de llegar a encontrarse con nosotros, vestida con un par de jeans holgados y un suéter de punto grueso con caballos en jacquard perteneciente a su colección "Hotel Motel", que creó con su marca para esta temporada. Viene llegando de Australia, donde estuvo promoviendo la colección de zapatillas que diseñó para la marca italiana Superga. Con ese mismo objetivo llegó a Chile el 23 de septiembre.

Vimos en tu Instagram que fuiste a pasear al cerro San Cristóbal.

Sí, hace mucho que quería venir a Chile, y se suponía que iba llegar antes pero perdí el vuelo en Nueva Zelanda, así que solo me quedó un día libre aquí y quería conocer. Fui al cerro y al lugar donde está la Virgen María. En realidad todo lo que puse en Instagram es la mejor representación de lo que hice ayer. Cuando estuve en Sídney estuvimos en el Opera House unos 6 minutos y me decían "oh, qué lindo paseo tuviste", y yo decía "no, no fue asi". Veinte entrevistas, una sesión de fotos y 6 minutos en el Opera House y lo haces parecer como si hubiera pasado mucho tiempo allá… por eso quise hacerlo diferente aquí.

Así que ahora puedes decir que conoces Santiago.

Exacto, estoy muy familiarizada con la ciudad (bromea).

Cuesta encasillarla, y ella misma lo evita, porque ha pasado los últimos 15 años en la cima del mundo de la moda involucrada en muchas actividades diferentes. Yendo atrás, es posible que todo haya empezado sin querer un día en que fue a hablar con el orientador vocacional de su colegio. "Me preguntó qué quería ser cuando creciera y le dije 'periodista de moda', lo cual suena muy raro ahora porque yo era una niña de 14 años que vivía en un suburbio rural. Cuando salí del colegio decidí modelar durante el año sabático que me di antes de entrar a la universidad. Empecé a ganar mucho dinero porque hacía comerciales de televisión. Era tan joven que pensé 'voy a hacer esto durante unos años más porque cuando tenga 23 voy a ser demasiado vieja para modelar'. Porque a esa edad piensas que tener 23 es ser vieja, es muy loco. Y bueno, de la publicidad pasé a hacer programas de televisión y después me ofrecieron escribir una columna semanal para el diario The Independent. Una editora de Vogue UK las leyó y me dijo que por qué no escribía reseñas de moda para ellos. Al mismo tiempo empecé a hacer programas de televisión para Estados Unidos. Estaba en ambos países haciendo cosas muy distintas, exhausta, sin mucho control de lo que hacía, y pensé que era mejor quedarme en un solo lugar y enfocarme en una sola cosa en vez de estar saltando de un trabajo a otro y siempre atenta al teléfono, porque podían llamarme de cualquiera de ellos para hacer algo o también por un trabajo de modelaje o por un compromiso de una de las marcas para las que era embajadora. En parte por esa demanda y porque empecé a darme cuenta de que yo contribuía a que esas marcas se vieran más cool, me di cuenta de que lo que tenía que hacer era trabajar en mi propia línea de moda para invertir ese esfuerzo en algo propio y crear también una marca cool".

Y finalmente te convertiste en la directora creativa de tu propia empresa de moda, ¿cómo lo vives?

¡Estoy exhausta! Es muy cansador, de verdad, pero a la vez es algo que me pone los pies en la tierra, es donde yo quería estar. Porque trabajé mucho en diferentes cosas, pero es difícil comunicarlo cuando estás trabajando para otros. Desde hace mucho tiempo deseaba estar en un lugar sólido desde donde poder asentar toda la información que tenía: quería crear, diseñar, comunicar todo el tiempo, y ahora puedo hacerlo.

Tu más reciente colección se llama "Arrivals and Departures", y es una visión un poco nostálgica de los viajes. Mencionas a personajes como Bianca Jagger y Pattie Boyd como inspiraciones, y en tu libro "It" también te refieres mucho a esta época. Hay un poco de sentimentalismo frente a las décadas del 60 y 70, ¿verdad?

Soy una persona muy sentimental, me cuesta dejar ir. Aun cuando siempre estoy avanzando y entusiasmada por la siguiente novedad -y esa es una de las razones por las que amo la moda-, en lo emocional soy muy apegada a las cosas. Escribí ese libro cuando tenía 26 años, así que no nos quedemos tanto con lo que dice (ríe). Pero es cierto que esas décadas que mencionas fue la primera vez, al menos en el Reino Unido, que hubo un choque cultural, ya las clases sociales no eran una barrera para las personas, tenías gente sin ninguna educación formal como David Bailey, que de pronto estaba fotografiando a miembros de la familia real. O los Rolling Stones versus Los Beatles. Y estos a su vez vestidos como caballeros, pero en realidad su origen era otro. Y bueno, todo lo que vino con la música de esa era y cómo todas esas expresiones se tradujeron en la decisión de cómo vestir. Esos looks son los que me inspiran, porque todo lo que ellos hicieron fue rebelarse, mandar al diablo a la generación anterior diciendo 'no pueden encarcelarme por fumar un pito de marihuana' o 'me visto con pieles y qué'… Me atrae esa naturaleza de no querer quedarse estático. Esa mentalidad para mí es relevante hasta hoy. Entonces sí, Bianca Jagger estaba en el 'moodboard', pero también muchas otras imágenes, cosas que usaba mi abuela, ciertos sonidos, pero más que nada la claustrofobia, querer escapar de algo.

¿Claustrofobia?

Sí, cuando viajas. Ahí estás en un estado como de pertenecer a una bandada, suspendido sobre la realidad, queriendo salir de alguna forma y sintiendo algo como la náusea del viaje… Pero nadie es suficientemente profundo, así que bueno, si quieres ¡etiquétame como Jagger, no hay problema! (ríe).

SER (O NO SER) UNA IT GIRL

La denominación de 'it girl' debe ser una de las más tramposas de la era millennial, aunque el término se haya originado en el siglo pasado. Hoy el ser o tener 'eso' que provoca admiración es clave en un mundo donde el 'like' es al mismo tiempo una moneda de cambio y la medida de la aceptación social para toda una generación. ¿Es Alexa Chung una it girl? Se lo preguntan desde hace años, y ella misma lo responde de distintas maneras. En un programa de la televisión australiana en el que estuvo invitada antes de esta entrevista dijo que lo sentía como un halago: "A una persona que se dedica a muchas cosas que al final no puedes decir qué es se le dice 'it'". A nosotros nos dio una explicación más reflexiva. "No pienso en mí misma como si lo fuera. Así que hablemos del concepto y después podemos ver si aplica a quién soy. Por ejemplo, cuando era más joven me sentía muy atraída hacia la imagen de Chloë Sevigny, o la de Kate Moss. No podría explicar el porqué, pero quería imitar cómo vestían o cómo fumaban, con quién salían, dónde vivían. Eso pasa cuando una persona encarna a una generación solo siendo ella misma. Son verdaderamente originales y no les importa lo que los demás piensen de ellas. Así se tipifica una nueva tendencia. Kate Moss era totalmente fuera de moda en su época y se convirtió en ícono porque en vez de mezclarse con los demás decidió ser ella misma, y entonces la siguiente generación la siguió. Con Chloë pasó lo mismo: las actrices de ese tiempo se veían distintas, los ideales eran como las chicas de Volver al futuro o de Pretty in pink, y de pronto aparece ella con el pelo corto, con un look totalmente distinto, haciendo una escena de sexo oral en el cine y diciendo 'bueno ¿y qué'… son cosas a las que no nos habíamos visto expuestos, una nueva clase de femineidad, y quienes lo expresaban no estaban dispuestas a pedir disculpas. Eso de alguna manera está relacionado con el feminismo porque crea un conducto, como un túnel del tiempo, que transporta a las mujeres desde un lugar donde no quieren estar porque ya no quieren ser encasilladas de cierta forma.

Entonces eres una de ellas.

(Ríe) ¡Lo soy! Muy icónica, ¿no? No, pero en serio, esa es la razón por la que no puedo decir si soy una it girl o no, porque no es una etiqueta que te puedas poner a ti misma. Hay algo que no funciona cuando alguien dice que es algo. De inmediato algo suena mal.

CUESTIÓN DE INSTINTO

¿Cuál es tu historia con Superga?

No sé si les inventé más historia de la que tienen, pero siempre pensé que era una marca muy antigua porque mi mamá (Gillian, 73) las usaba y cuando era niña yo también, especialmente en vacaciones. Así que cuando me pidieron que modelara pare ellos pensé 'ah, sí, muy 'retroclásico', porque mucha de la ropa que es parte de mi estilo viene de lo que usaba mi mamá: la chaqueta bomber, la cartera Louis Vuitton, los jeans Levi's y también las zapatillas Superga. Y estoy muy agradecida con esta marca en particular porque fue una de las primeras que me invitaron a trabajar como directora creativa, algo riesgoso para ellos porque yo estaba empezando. En esta colaboración trabajamos mucho con los materiales, innovamos con la altura de la suela, los materiales, la distancia de los ojetillos, y la hicimos un poco como zapatilla de senderismo. Pensamos que eso se convertiría en tendencia, y ahora lo es.

Tienes una especie de instinto para detectar qué será una tendencia, ¿de dónde viene eso?

Honestamente creo que tiene que ver con ser hiperobservadora. Fijarme en lo que está pasando ahora me permite predecir lo que pasará después. No lo hago por estar en el negocio sino porque me gusta mucho la estética y sé que si presto atención a toda la gente que está en un restaurante, o la que veo caminando por la calle, puedo percibir ciertos desplazamientos… Por ejemplo, me di cuenta cuando se empezaron a usar menos los skinny jeans, y así con muchas prendas que la gente empezó a ponerse de un modo distinto. Yo lo veo en tres amigos que son mucho más cool que yo y ni siquiera trabajan en moda.

¿En serio? ¿Quiénes son?

No voy a decírtelo (ríe). Pero bueno, pasa que a veces los miro y digo 'ok, así que en eso estamos ahora', porque aparecen, no sé, con un pañuelo en la cabeza. Yo los miro y pienso por qué… Hay algo que incomoda en lo que hacen y eso es algo a lo que hay que estar atento. Si sientes que algo te hace sentir extraño, te aseguro que es porque es nuevo y probablemente será tendencia.

O sea, la clave está en observar.

Sí, y yo no puedo evitarlo, pero también es un problema porque funciono en todo así. Siempre estoy fijándome en detalles y pensando que si no chequeo dos veces, algo va a salir mal. Es agotador.

¿Dónde esperas estar en 10 años?

Espero seguir siendo la directora creativa de mi marca.

¿Nada más?

No, porque esto era algo que me volvía loca cuando era más joven: siempre me preguntaban qué más haría, y qué vendría después, y yo estaba trabajando muy en serio pero sentía como que no lo estaba haciendo suficientemente bien y que debía esforzarme más todavía. Ahora ya no pienso así. Estoy trabajando mucho y en el futuro quiero seguir haciendo esto mismo.