Es muy comprensible que las personas -y especialmente las mujeres- hagamos dietas. Rara vez nos sentimos a gusto con el cuerpo y creemos que estamos en falta, o en un camino hacia las medidas perfectas, que finalmente nos harán felices. Además, controlar lo que ingerimos diariamente ayuda a sentir control, especialmente en estos tiempos donde es tan poco lo que realmente podemos manejar. Pero esto no es más que una ilusión, un espejismo, porque detrás de esa sensación de control lo que pasa realmente es que la dieta nos está controlando.

Y por supuesto, está el miedo. Ese que dice que si no estamos siguiendo una dieta inevitablemente vamos a engordar, por lo que terminaremos a régimen de nuevo en el corto plazo. Pero esto no es más que otro tentáculo de la cultura de la dieta en la que vivimos inmersos, que nos ha hecho desconectar del cuerpo y sus necesidades. Y la alimentación intuitiva se presenta como una solución para salir de este círculo vicioso.

“La alimentación intuitiva es un modelo desarrollado por Evelyn Tribole y Elyse Resch en 1995, que integra mente y cuerpo, y que fue creado para ayudar a los consumidores a alejarse de los daños que las dietas han causado”, explica la nutricionista del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y del centro AIDA para pacientes con trastornos alimenticios, María Jose Chousal. Según dice, existe evidencia de que estos daños son capaces de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria, aumento de peso, preocupación por la comida, estigma de peso e insatisfacción corporal.

En cambio, la alimentación intuitiva está asociada a beneficios: “Mayor apreciación y satisfacción corporal, funciones emocionales positivas, mayor satisfacción de vida, mayor autoestima y optimismo, mayor motivación para realizar actividad física cuando está enfocada en el placer en lugar de la culpa o la apariencia”.

Una de las claves de la alimentación intuitiva es que se puede ser saludables en cualquier tamaño, sin buscar estar dentro de medidas o de índices tradicionales de masa corporal. “El objetivo es ganar salud sin importar el tamaño corporal que tengamos, no se utiliza el peso ni el IMC para saber si la persona es saludable o se encuentra bien, al contrario, está comprobado que existen muchas personas de talla grande que se encuentra en perfecto estado de salud”, dice Chousal.

Pero el objetivo de la alimentación intuitiva que la convierte en un estilo de vida apetecible es que promete enseñarnos a comer sin culpa, basándonos en las señales de hambre y saciedad. “Esto ayuda a que las personas coman por hambre física y no por ansiedad”, dice la nutricionista y añade: “Cuando se aprende a seguir las señales corporales, el cuerpo comienza a equilibrar el consumo de distintos tipos de alimentos y eso hace que coman de manera mucho más intuitiva”.

Pero comer de forma intuitiva no quiere decir ir al local de comida rápida cada vez que tenemos hambre. Si bien no hay pautas como las que conocemos tradicionalmente, sí hay patrones de comportamiento que se desarrollan a lo largo del tiempo para mejorar los hábitos. Estos no implican ni listados de alimentos ni nada rígido o restrictivo.

La alimentación intuitiva sigue 10 principios básicos, que son:

· Rechazar la mentalidad de dietas

· Honrar el hambre

· Hacer las paces con la comida

· Desafiar a la policía alimentaria

· Sentir la saciedad

· Descubrir el factor satisfacción

· Aprender a manejar las emociones sin comida

· Respetar el cuerpo

· Sentir la diferencia en el movimiento

· Honrar la salud con nutrición amable

¿Parece evidente, no? Pero no es a lo que nos hemos acostumbrado, por lo que en realidad resulta bastante revolucionario, especialmente para quienes ya llevamos más de 10 años inmersas en la cultura de la dieta. “Mucha gente cree que al seguir este modelo no podrán parar de comer comidas que en cultura de dietas llamamos ‘malas’, ‘negativas’ o ‘chatarra’”, dice María José sobre uno de los principales miedos que existe en torno a este estilo de alimentación, pero no el único.

“Creen que no podrán dejar de comer en cantidades exageradas, que no podrán comer sano, que serán adictas a la comida, que las van a criticar por lo que comen, que antes tienen que perder peso o que no es algo que sirva para todo el mundo”, dice, y agrega categórica que cualquier persona puede seguir una alimentación intuitiva: “La mayoría de las personas que llegan a mi consulta lo hacen después de muchísimos años haciendo dieta tras dieta, sin tener resultados esperados. Esto pasa principalmente por la restricción alimentaria. Los estudios demuestran que una persona no puede sostener una dieta de este estilo por mucho tiempo, por lo tanto cuando vuelven al patrón de alimentación normal recuperan el peso y muchas veces aumentan más de lo que perdieron, causando frustración”.

Es normal sentir miedo al dejar atrás lo que hemos aprendido en términos de salud y alimentación, pero lo cierto es que romper las cadenas que nos atan a estilos de vida restrictivos puede ser el primer paso para una vida más feliz.