“Amiga tú puedes”: Por qué los mensajes de automotivación pueden ser un arma de doble filo

Autoestima vacía Paula



“Amiga tú puedes”, “Todo depende de ti”, “Tú vales”, “Tienes todo para brillar”. Esas son solo algunas de las frases que buscan entregar un mensaje positivo invitando a las mujeres a la automotivación y que varias coach han comenzado a imprimir en tazones, poleras y cuadros de lettering con el objetivo de fomentar el empoderamiento femenino e incentivarlas a ser quienes quieran ser.

Fernanda Herrera (27) fue una de esas mujeres. Después de años de pololeo, su relación terminó justo en un momento en que además se encontraba sin trabajo. “Fue probablemente el peor año de mi vida. Estaba totalmente vulnerable y sentía que no valía nada. Comencé algo que me imagino fue una depresión, porque nunca consulté con un experto, pero me despertaba en la noche con angustia, lloraba mucho y bajé cerca de diez kilos. No sentía hambre”. Estuvo así varios meses en los que sus amigas la motivaban a salir adelante. “Recuerdo que para mi cumpleaños de ese año una de mis mejores amigas me regaló una libreta que en su tapa tenía el mensaje “Todo depende de ti”. Me dijo que era el primer paso para mi cambio, que tenía que dar vuelta la página y comenzar una nueva vida porque yo era una mujer linda, inteligente y capaz de todo”. Sin embargo, dice que no lograba ver en ella ninguna de estas tres cualidades.

“En ese tiempo encontraba que todo me salía mal, que no servía para la carrera que había estudiado, que además no era lo suficientemente atractiva para nadie y que por lo tanto no iba a encontrar nuevamente una pareja que me quisiera. Pero lo que más me costaba era enfrentarme a diario con mis cercanos que, aunque sé que lo hacían desde el cariño, insistían en que yo era una mujer increíble y que dependía de mí salir adelante. Como ese cuaderno que me regaló mi amiga, que terminé escondiendo porque el solo hecho de pensar que dependía únicamente de mí salir de ese estado, me agobiaba más”, reconoce. Así estuvo por un buen tiempo hasta que finalmente decidió ir a terapia, donde logró sentirse mejor.

La psicóloga Nerea de Ugarte, activista feminista y fundadora de Cidem –centro interdisciplinario de mujeres que tiene como foco principal la perspectiva de género y una terapia que entienda que no somos seres aislados de un contexto cultural y político, sino que estamos insertos dentro de cierta cultura– explica que cuando escuchamos frases de autoayuda o de psicología despolitizada que plantean que las mujeres podemos o que somos capaces de todo, lo que hacemos es decirle a una mujer que es capaz en un contexto sociocultural que muchas veces hace todo para convencerla de lo contrario. “Se trata de un empoderamiento vacío, porque este tipo de mensajes no toman en cuenta el contexto sociocultural en el que vivimos y al abstraer a una mujer de un contexto sociocultural lo que estoy haciendo es individualizar su historia y con ello impidiendo que pueda sentir que no es la única que vive lo que está viviendo, cuando la realidad es que son muchas más y por lo tanto no es culpable ni responsable de lo que le pasa o lo que siente”, dice.

Dice también que quedarse solo en eso puede ser muy dañino. “Hacer creer a una mujer que puede construir su autoestima solamente a propósito de lo que ella puede entregarse a sí misma, lo que puede leer, cómo puede embellecerse –porque también muchos de estos mensajes tienen que ver con la apariencia física–, cuando nuestro autoestima es muchísimo más que solo la imagen corporal, es complejo”, agrega y aclara que para construir una autoestima sólida es necesario entender cómo opera la cultura y la sociedad en la que la mujer está inmersa, las adversidades que viven, porque sino se trata de un empoderamiento vacío.

Lo mismo que piensa Carolina Mutschler, psicóloga clínica especialista en bienestar y calidad de vida de la mujer. “La intención de este tipo de frases o mensajes es hacernos sentir bien, sin embargo, pueden resultar vacías y mecánicas, generando en muchas de nosotras el mandato y obligatoriedad de estar bien a como dé lugar sin considerar la variabilidad de contextos ni espacios vitales que cada una habita en el entorno sociocultural. Este mandato de estar bien a toda costa puede ser muy nocivo, gatillando la sensación de estar en falta o de culpabilidad por no poder encontrar en mí los recursos necesarios para lograr la tan anhelada felicidad”, explica. Y dice que eso se agudiza en el caso de mujeres que representan grupos marginales en que la interseccionalidad cobra peso, como la etnia, la orientación sexual, la pobreza o todas las anteriores. “Queda más que claro que este modelo resulta insuficiente para muchas mujeres, pues cada vida es diferente y porque resulta imposible separar a las mujeres del contexto histórico, social y cultural en el cual le toca vivir”, agrega.

La fuerza de los mandatos de género

Según Carolina es muy difícil, por no decir imposible, escapar de los mandatos de género que vamos internalizando a través del proceso de socialización. “Precisamente esta imposición de ‘tú puedes’ lo que hace es reforzar uno de los mandatos más potentes en el imaginario de las mujeres, aquel que dice que podemos con todo, que somos omnipresentes, aunque pongamos en juego, sin darnos cuenta, nuestra salud mental y física”, explica. El problema de esto –agrega– es que las mujeres podemos ser las mejores ejerciendo roles dentro y fuera del hogar; cuidando, aconsejando y conteniendo, pero esto muchas veces no nos permite dar espacio a nuestro propio cansancio e insuficiencia para acogernos con amor, aceptando que a veces no podemos y que eso está bien.

Y concluye: “A veces lo que necesitamos es validar nuestra vulnerabilidad antes de insistir con que todo depende de nuestra voluntad. Una de las cosas que más nos cuesta a las mujeres, justamente porque va en contra de los mandatos, es reconocer que no estamos bien, que no podemos más, que necesitamos descansar y cuidar de nosotras mismas. Y en ese sentido la obligatoriedad de estar bien se transforma en una carga más, que en vez de fortalecer la autoestima, atenta contra ella”.

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