Es sabido que el inicio de una relación puede ser una mezcla de emoción, atracción, deseo y pasión. A esa etapa se la conoce como “el amor pasional” o “enamoramiento” y es la base del amor idealizado y siempre sostenido en el deseo. Sin embargo, ese amor impulsado por la pasión, eventualmente tiende a desaparecer y es en esta transición, de la emoción al amor de compromiso, donde muchas parejas sufren el llamado síndrome de estrés post romántico.

Fue en 1986 cuando el psicólogo Robert Sternberg desarrolló su teoría triangular del amor. En ella por primera vez se clasificó los tipos de relaciones amorosas y abordó la gran problemática de muchas relaciones: que confunden la disminución de esa “chispa” característica del amor romántico con la pérdida del afecto, cuando la verdad es que se transforma en amor de compañía, basado en algo más maduro que la pasión.

Según la teoría de Sternberg, las relaciones amorosas evolucionan desde la pasión al compromiso, pudiendo desarrollar la intimidad en el camino y manteniendo o no la exaltación. Superada la fase del enamoramiento (12 a 18 meses) la fogosidad no es como antes y en lugar de vivir esa transformación como algo natural otros lo viven como un calvario, que lleva finalmente a la destrucción de la relación.

El problema, según explica la psicóloga de parejas Constanza Echeverría, reside en que el modelo de amor que conocemos ha sido inculcado desde pequeñas a través de los cuentos y películas de Hollywood como una falsa idea de relaciones afectivas sin problemas ni dificultades, en las que la pasión es duradera. Pero la verdad es que la realidad es otra.

“Vivimos en una sociedad que sobrevalora las sensaciones. Todo lo que es menos que intenso a nivel emocional y sensorial se percibe como poco. Lamentablemente, nuestra sociedad premia a quienes buscan sensaciones intensas y cuando esa búsqueda se lleva al amor romántico, se genera una ansiedad y frustración. Porque no es lo que encontramos en nuestras relaciones de pareja”, comenta Echeverría.

Sternberg en su teoría triangular describe los elementos que componen el amor: intimidad, pasión y compromiso. Estos elementos, en la práctica, se entremezclan entre sí, pero cuando la relación se basa en un solo elemento, es menos probable que se mantenga en el tiempo. En cambio, si ninguno está presente, es cuando definitivamente ya no hay amor, según indica el autor.

Conocer estos elementos es importante a la hora de trabajar la relación, ya que pueden ayudar a las parejas a saber qué necesitan mejorar. La psicóloga Constanza Echeverría explica un factor que se da regularmente en las parejas y es dar por hecho que ya se conquistó a la persona y caer en la idea de que no hay necesidad de hacerlo nuevamente. “En una relación las personas se deben conquistar a diario. Es un trabajo permanente y nos olvidamos de eso, aún más cuando hay hijos, porque nos transformamos más en padres que en pareja. Pero lo cierto es que podemos ser ambos”, asegura.

¿Y cómo reinventarse? A través de la comunicación. De acuerdo a la especialista, si se mejora la comunicación se abre un importante espacio a la construcción de la relación. “Poder abrirse y hablar de lo que a una le pasa es clave. Al igual que ser explícita con las propias necesidades, si alguien necesita recibir mensajes para sentirse querida tiene que decirle a su pareja que necesita que le mande mensajes para sentirse querida. Muchas veces damos esto por hecho y ese es el problema de la construcción, al dejar de hablar las cosas, la relación se nos viene abajo”.