“La escritura siempre fue mi forma de desahogo. Durante algunos años la dejé, pero volví. A partir de distintas circunstancias regresó la necesidad, fue inevitable; lo tuve que hacer porque me lo exigía el instinto, no había otra opción y tengo la suerte de poder trabajar con ello.
Así retomé de manera más constante y rigurosa algo que desde niña me fue importante pero que -como todo amor- ha tenido momentos de mayor cercanía y otros más distantes, algunos más placenteros y otros dolorosos o más complejos; de hecho, muchas veces escribo sobre temas muy personales y cada vez que veo un texto de esos publicado me da un pudor terrible y me arrepiento, pero luego vuelve la urgencia.
Hace poco entendí la razón por la que lo sigo haciendo: aunque me tome la vergüenza, el que algo esté impreso o disponible para el mundo hace que mi descarga se haga real, poderosa y se valide. El que se haga visible al exterior hace patente, hace literal su salida de mi cuerpo y corazón.
En mi caso eso solamente es efectivo con la escritura, porque el que las palabras salgan de mi boca no alcanza para lograr ese resultado y ni lo intento ni me nace; e insisto, aunque me cueste y a veces publicarlo sea un pequeño suplicio, vale la pena porque la despresurización no se compara, de inmediato siento la mejoría mental y física. Escribir puede lograr en mí una descompresión, un alivio incomparable con cualquier otro tipo de manifestación.
Todos tenemos distintas formas de expresarnos. De chica me costaba transmitir lo que sentía, por lo que plasmar en papel mis ideas, sueños, alegrías y frustraciones era ideal. Fluía y me satisfacía, quizás porque la lectura y la música eran mis refugios. Soy una afortunada por haber encontrado mi manera y de poder trabajar con ello, eso es un lujo. Es un oficio que amo y que me llena.
No quiero que se vuelva a ir y creo que eso depende de mí, porque ahora entiendo la importancia de la constancia, me di cuenta de que (por lo menos en mi experiencia) la persistencia es lo que mantiene la llave abierta. Se podría pensar que la disciplina coartaría la creatividad, pero no tiene por qué contraponerse.
No sé qué tan hábil sea, pero sí sé que escribir me es útil. Es loco que algo que provenga de tan adentro sea así de práctico”.