Antonio Vodanovic, Sin ravotril
Por años vivió con la obsesión de ser y mantenerse como número uno. Ravotril, ansiedad, éxito y control fue una combinación que no lo hizo feliz, por eso Antonio Vodanovic se bajó del carro. Hoy es otra persona, rechaza contratos para volver a animar y solo acepta volver a la TV para proyectos puntuales como Talento chileno (CHV). Adiós al señor rating y bienvenidos los maestros espirituales. Entrevista de Monserrat Álvarez en La poca vergüenza, de radio Paula FM. Lee aquí lo que antes escuchaste.
Paula 1101. Sábado 4 de agosto 2012.
¿Es difícil ser Antonio Vodanovic?
Lo más difícil es convivir con Antonio Vodanovic y yo pasé por tres etapas en la vida respecto a mí mismo. La primera es cuando nadie te conoce y quieres ser conocido. La segunda, cuando ya eres conocido y no sabes cómo reaccionar. Y la tercera, cuando ya eres conocido y sabes reaccionar. Ahí surge el problema del ego, que mata mucho a la gente que tiene un éxito y que depende de ese éxito como una droga, que la necesita cada día más.
Tú fuiste mucho tiempo víctima de ese ego, me imagino.
Cometí el gran error de creer que la felicidad era el éxito. Tener el mejor rating, ser el más reconocido, Viña, tener un programa de éxito tras otro. Cuando me di cuenta de que no podía depender del aplauso para ser feliz, empecé a entender lo que era la felicidad: esa sensación de estar contento con uno mismo. Ahora no necesito la aprobación del resto.
¿Cuánto tuviste que deprimirte, bajar al hoyo negro, para estar como estás hoy día?
Cuando estaba más deprimido fue cuando tuve más éxito. Consumía ravotril, dos miligramos diarios y otra serie de cosas. Necesitaba tranquilizarme en la noche, energizarme en la mañana. Ahora hace siete años que no voy al médico, hace siete años que soy mejor persona. Y como conocí, además, el biomagnetismo, hace siete años que no tomo una pastilla.
Yo nunca he trabajado contigo, pero tenías súper mala fama, escuché que eras muy difícil, que eras un pesado…
Tenía fama de exigente. Mi meta era el éxito, vivía estresado. Trabajaba 20 horas al día y, cuando estaba en una reunión social, solo pensaba en qué tenía que hacer al día siguiente o en ideas para armar otro programa. Animaba, producía, dirigía, hablaba varios idiomas al mismo tiempo. A veces, cuando estaba animando, más que pensar en la entrevista empezaba a pensar en: "este me cuesta como 20, 30 mil dólares y no le estoy sacando partido". O sea, tenía esa dualidad tremenda.
¿Y qué fue lo que te hizo el clic definitivo para este cambio interno y de vida?
Tengo que agradecer a mi pareja. Con idas y vueltas, estoy con ella hace diez años. Es una mujer que no tiene nada que ver con el ambiente artístico, y que me mostró el camino del sistema Isha y hoy yo también tengo esa maestra: Isha.
Tienes 63 años. ¿Hace cuánto tiempo sientes que estás disfrutando de la vida?
Desde los 55, y lo curioso es que las fechas coinciden con un plan previo que yo siempre me fijé: trabajar hasta los 55.
Qué ordenado. ¿Guardaste plata para poder retirarte a los 55?
Soy ingeniero comercial y manejé bien mis recursos. Podría vivir de las rentas, no soy millonario, pero tengo buen pasar.
Vuelves a la televisión con cosas puntuales como Talento chileno. ¿Ahí lo pasas bien?
Fantástico, y la verdad es que he tenido ofertas para volver a animar, pero esa es una decisión que la verdad no me atrevo a dar. Hago mucho evento, creo que soy uno de los animadores que hace más eventos, que más recorre Chile. Pero un contrato con la televisión es difícil porque lo que lo que yo quiero hacer no es lo que se está haciendo en la televisión hoy.
¿Y no volver a animar tiene que ver con que te da temor volver a caer en la ansiedad, angustia, rating?
Le achuntaste en algo fundamental. Uno vive por amor o por temor, hoy yo estoy en el amor y, si me metiera a animar, quizás nuevamente estaría en el temor. El temor a no lograr lo que logré antes, a no alcanzar el éxito, a caer en el juicio de los otros. Si hoy día Talento chileno es primera sintonía, genial y si no lo es, yo no soy responsable.
Haces consultas de biomagnetismo. ¿La gente puede pedirte una hora o solo atiendes al amigo de un amigo?
La verdad es que estoy más dedicado al estudio. Sigo trabajando un poco y buscando nuevos pares biomagnéticos, pero de repente, sí, veo pacientes.
¿Y te biomagnetizas a ti mismo?
Bueno, mi pareja también hace biomagnetismo y por lo menos una vez a la semana nos ponemos los imanes, porque nos vamos cargando, no solo de patógenos, sino también de energía de los pacientes que vemos. Como terapia, es excelente.
¿Pero tú le pones los imanes a ella y ella a ti? ¡Qué erótico!
Ja, ja. No es así, los imanes se ponen cuando hay algún problema.
Si estás decaído sexualmente, ¿una sesión de imanes te ayuda a despertar la libido?
Por supuesto. En el atlas, que está en la nuca.
¿Tomarías viagra?
Lo he probado un par de veces, pero la verdad es que no lo necesito. Fue solo por curiosidad, como parte de mi tratamiento de terapeuta, para saber de qué se trata.
De los que te sucedieron, ¿cuál ha sido para ti el mejor animador del Festival de Viña?
Difícil, porque son estilos diferentes.
¿Pero a ti quién te gustó más?
Me complicaste, me complicaste. Solo te voy a decir quién no debería haber estado: Ricardo Montaner.
Y revélanos uno de los grandes secretos de Viña. ¿Qué le dijiste al Puma Rodríguez al oído esa vez que él pidió gaviota y dijo la célebre frase "Hay que escuchar la voz del pueblo"?
"Maricón, me estái cagando".
¿En serio?
Con el Puma somos y fuimos muy amigos. Estuvimos separados un tiempo por eso mismo. Yo tenía la instrucción expresa de la alcaldesa Garrido de que las gaviotas eran solo para el ganador de la competencia, el Puma lo sabía, yo le había dicho. Él estuvo brillante, hay que aceptarlo. Pero en ese momento me alejé mucho de él.
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