Aprender a contener
Como mamás y papás recurrentemente escuchamos la sugerencia de que contengamos a nuestros hijos e hijas en diferentes escenarios emocionales. Un concepto que ha pasado a ser parte de nuestro repertorio en relación a nuestros ellos, pero también cuando queremos apoyar a alguien que está pasando por un momento complejo. Por ser una palabra conocida, muchas veces damos por hecho que entendemos su significado. Y quizá ahí está el problema, en que damos por hecho que todos la entendemos de la misma manera.
Muchas personas en terapia me han preguntado qué significa contener, preocupados de que esta acción tenga efectos positivos en quienes se ejerza. Lo escucho sobre todo de padres y madres que sienten que en ocasiones la manera en que están conteniendo no ha dado los resultados esperados.
Según la Real Academia Española, contener es ‘Llevar o tener [algo] dentro’, ‘poner freno [a algo]’ y, como pronominal, dicho de una persona, ‘dominarse o frenarse’. Si bien la definición no se aleja demasiado de lo que efectivamente se entiende por contención emocional, es en los objetivos y la acción realizada donde podemos encontrar diferencias.
Supongamos que frente a una rabieta o pataleta el adulto reta, ignora o castiga al niño para que entienda que no está bien expresarse así, que su conducta no es la esperada. Podríamos pensar que al no permitirle que se exprese así, él automáticamente entenderá que le queremos enseñar que esa no es la manera de comportarse y que por lo tanto, frenaremos esa reacción disruptiva y generamos un cambio. Y desde la psicología no es tan así. Y es que lo que busca la contención emocional no es solamente frenar esa acción promovida por una emoción, sino que quien requiere apoyo entienda lo que pasa, se calme y se tranquilice cuando está sintiendo emociones intensas que no logra identificar y que le generan una sensación de tanto displacer que a veces puede ser poco tolerable.
Es importante entender que esas crisis son una pérdida de equilibrio interno y que ese actuar no es el habitual, dándole relevancia a la posibilidad de sostener y tolerar las emociones y entregando un espacio para la expresión de ellas sin juicios. Y es que el pensar que desde la autoridad y la racionalización podemos frenar una crisis emocional, es no entender que determinada experiencia se genera de manera irracional y el niño vive emociones displacenteras tan intensas, que no encuentra la manera de expresarlas.
Por su edad las niñas y niños tienen un vocabulario limitado de emociones, lo que les hace difícil identificar, reconocer y expresar lo que les pasa. Por esto es tan importante que los adultos podamos ser un guía y mediador que les transmitamos tranquilidad y seguridad, donde se puedan sentir queridos y aceptados. Así la crisis emocional bajará su intensidad, y podrán comprender qué es lo que les pasa.
Es muy importante entregar estrategias para contener de manera efectiva, resguardando un ambiente de seguridad en que los niños se sientan protegidos y aceptados a pesar de su actuar y emoción y donde los cuidadores puedan tolerar dichas acciones poco reguladas que a veces pueden generar sentimientos intensos en ellos mismos.
Algunos consejos para contener de manera efectiva:
-Tener una escucha activa y empática. Esto requiere dejar los propios juicios o creencias con respecto a las crisis emocionales y conductas desarrolladas por el niño.
-Hablar con un tono tranquilo y darles tiempo para expresar lo que sienten.
-Verbalizar posibles emociones que pueda estar sintiendo, para ir ampliando su repertorio emocional.
-Esperar pacientemente que se calme. Apurar su proceso solo generará más tensión. Frases como “está bueno”, “córtala”, “deja de llorar”, “sino dejas de gritar te castigo”, no ayudan a generar un clima en donde pueda sentirse más tranquilo.
-Esperar que se calme para luego entender en conjunto qué le esta pasando. Identificar su emoción y reflexionar en torno a su conducta. Pensar en otras acciones que puedan ser menos agresivas o disruptivas y que le permitan expresar de igual manera esa emoción.
-Preventivamente leer cuentos que hablen de las emociones, enseñándoles sobre su mundo emocional. Algunos recomendados: El pájaro del alma, Emocionario, El emocionometro del Inspector Drilo, Los 4 cerebros de Arantxa.
Josefina Montiel es psicóloga clínica con postítulo en familia y educación. Instagram: @ps.josemontiel
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