Paula 1207. Sábado 27 de agosto de 2016.
Rojo, amarillo, blanco, azul y estampados de figuras geométricas decoran el living del departamento en Providencia de la artista japonesa Motoko Toda (38), quien lleva casi cinco años instalada en Chile aportando al mundo del arte fuera del clásico circuito de las galerías.
Los proyectos de Motoko se exponen en casas abandonadas, restoranes, lugares con historia. De melena corta, ojos rasgados y mientras toma una taza de té, en un atropellado y lento español, cuenta cómo fue que llegó a Chile. "Cuando era estudiante hice un mapa gigante del mundo en mi pieza y ahí encontré a Chile. Me pareció curiosa su forma de ají. Y decidimos con una amiga que iríamos a conocerlo", cuenta. Conocía también la música de Violeta Parra y un poema de Pablo Neruda. A finales de 2010 se instaló en Santiago. Fueron cambios radicales: no manejaba el idioma y tuvo que cambiar su forma de hacer arte, porque no tenía los medios para arrendar el espacio ni comprar los materiales que necesitaba para dedicarse a la escultura en piedra, especialidad que estudió en la Universidad de Arte de Osaka.
Diario de la anatomía experimental es el nombre de la obra de Marcela Guzmán.
Obligada a trabajar a pequeña escala, Motoko quiso experimentar con un objeto cotidiano: las cajas de fósforo. Siempre le habían parecido intrigantes y poderosas por su relación con el fuego instantáneo. Explorar esta creación humana es lo que busca con su proyecto grupal On Fire: una muestra colectiva itinerante de cajas de fósforo intervenidas por 50 artistas chilenos: ilustradores, escritores, cantantes y artistas plásticos. Cada artista tuvo la libertad de trabajar con un máximo de cinco cajas de fósforo convirtiéndolas en una serie o en un solo objeto. Les dijo: "Enciendan su imaginación para explorar la visualidad de la caja de fósforos y transfórmenla en un nuevo objeto visual". La convocatoria, que comenzó entre amigos, resultó en una exhibición de 145 obras.
Leonor Pérez: "Hice una analogía de la caja y lo que el ser humano lleva dentro".
Ya van dos versiones, una en el restorán Zully del Barrio Concha y Toro y otra en el espacio cultural Casa Villaseca y tiene planeada una tercera en el Barrio Yungay (que anunciará en Facebook) para luego lanzarse a regiones. "Las exposiciones reflejan un poco lo que es ella: cosas trascendentes pero casi efímeras. Como la japonesa que es, duran lo que dura una flor en belleza", comenta la artista Leonor Pérez. "Todo lo que hace es con extrema delicadeza y dedicación. La admiro porque está haciendo un camino nuevo, abriendo espacios en lugares distintos", dice la ilustradora Gabriela Germain. Para Motoko Chile hoy es su casa. En este país descubrió las berenjenas y se ha vuelto adicta a las hallullas. "Cuando volví a Japón, le enseñe a mi mamá a hacer hallullas y empanadas". En la calle, eso sí, se siente muy observada por la gente. "Antes me molestaba eso, pero ya no", comenta. "Me gusta Santiago", dice. Aquí es muy fácil que crezca tu mundo porque es fácil compartir con la gente".
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