Ayleen Charlotte, la víctima del estafador de Tinder que hoy combate el fraude romántico
En febrero de 2022, Netflix estrenó 'El estafador de Tinder', un documental que revela la historia de un hombre que se hacía pasar por un magnate para seducir a mujeres en Internet y robarles millones de dólares. Una de sus víctimas fue Ayleen Charlotte, quien perdió más de 180 mil dólares, una suma que jamás recuperó. El impacto emocional y financiero de esta experiencia la llevó a convertirse en defensora contra el fraude y a dedicar su vida a apoyar a víctimas de estafas en todo el mundo. “La mayoría de las personas que ven ese documental se preguntan por qué confiamos”, reflexiona Ayleen. Sin embargo –aclara– las víctimas nunca tenemos la culpa.
Ayleen Charlotte conoció a su ex pareja y estafador en noviembre de 2017. Durante los primeros siete meses, su relación parecía completamente normal: estaban en contacto constante, él era muy romántico, pasaban fines de semana juntos y tenían largas conversaciones en las que compartían pensamientos profundos, sueños y miedos. Poco a poco, Ayleen se fue enamorando. Lo único fuera de lo común era el trabajo de él, quien decía ser presidente de una empresa de diamantes, lo que lo obligaba a viajar con frecuencia y tomar precauciones debido a los riesgos de su negocio millonario. A pesar de esto, durante esos meses iniciales, su estilo de vida no afectó la relación más allá de sus ausencias por trabajo, algo que ambos sobrellevaban bien al mantenerse en contacto constante incluso a la distancia.
Sin embargo, al cabo de siete meses, las cosas empezaron a cambiar. Un día, él le confesó que había perdido un negocio importante y que, como consecuencia, estaba siendo amenazado. Aseguró que, si no pagaba sus deudas, sus seres queridos, incluida Ayleen, podrían estar en peligro. Para protegerse, le habían recomendado cambiarse de casa por un tiempo y utilizar tarjetas de crédito y SIM que no estuvieran a su nombre. Preocupada por la seguridad de su pareja y nerviosa por las posibles consecuencias, Ayleen no dudó en ofrecerle quedarse en su casa y, además, sacó tarjetas adicionales a su nombre para que él pudiera usarlas. Esto terminó costándole más de 180 mil dólares, una suma que nunca recuperó.
“La mayoría de las personas que ven ese documental se preguntan por qué confiamos”, reflexiona Ayleen. “Creo que confiar en alguien después de varios meses de relación es algo normal. Después de tanto tiempo juntos, él hizo que me enamorara y, cuando una está enamorada, confía porque hay sentimientos hacia esa persona”.
El impacto emocional y financiero de esta experiencia motivó a Ayleen a convertirse en defensora contra el fraude y dedicarse a apoyar a las víctimas de estafas en todo el mundo. Hoy es asesora de estafas y defensora de clientes bancarios en BioCatch, una empresa especializada en la detección de fraude digital y la prevención de delitos financieros. Charlotte viaja por el mundo compartiendo su historia y creando conciencia sobre las estafas bancarias digitales.
Lo primero que aprendió en este camino es que la víctima nunca tiene la culpa. “El estafador encuentra una vulnerabilidad y se aprovecha de ella. El fraude tiene un lado humano, y por eso todas las personas podemos ser víctimas, no solo de fraudes románticos como el que viví yo. En cualquier tipo de fraude, los estafadores apelan a las emociones –no solo en el amor, sino también en el miedo, la ansiedad, etc.– para ganarse tu confianza”, explica. Y es que al final, la estafa siempre funciona así: alguien –la víctima– está buscando algo que el estafador está ofreciendo. Ese es el gancho. Y Ayleen buscaba una relación.
Tras un año y medio de pololeo, comenzó a dudar. El momento de mayor sospecha llegó cuando el estafador debía devolverle el dinero. Le envió un comprobante de transferencia, pero el dinero nunca llegó a su cuenta. Al reclamarle, él siempre tenía una “excusa perfecta”: problemas con el banco, errores administrativos o cualquier otra razón convincente. “Él insistía mucho en que su vida estaba en riesgo, así que quedamos de vernos en Praga. Allí, no pudo darme una respuesta clara sobre por qué no me devolvía el dinero ni terminaba sus operaciones de buena manera. Fue mientras esperaba en el aeropuerto cuando vi su rostro en mi Instagram, vinculado a un artículo noruego titulado ‘El estafador de Tinder’. El texto hablaba de otras mujeres a las que les había robado dinero mientras estaba conmigo. En ese momento entendí que yo también era una víctima de su estafa”.
– ¿Qué sentiste en ese momento?
El mundo se me derrumbó. Estaba llena de deudas, pero la peor parte del fraude fue el impacto emocional. El dinero es reemplazable: trabajas, haces un plan con tu banco y sales de la deuda. De hecho, ahora estoy casi sin deudas. Pero el daño emocional que deja un estafador es inmenso. En mi caso, fue descubrir que mi pareja no solo no era quien decía ser, sino que también me había engañado con otras mujeres y me había robado. A ese dolor se suma la vergüenza de haber caído en su trampa.
– ¿Por qué decides dedicarte a apoyar a las víctimas de estafas?
Después del estreno del documental, descubrí que mucha gente apoyaba mi historia y reaccionaba de manera positiva. Además, me di cuenta de que en el mundo todavía hay muy poca conciencia sobre el fraude y su impacto en las personas. Pensé que era importante difundir ese conocimiento.
El 40% de las víctimas de estafas no lo reporta por vergüenza, y según cifras globales, 1 de cada 3 personas está siendo actualmente víctima de una estafa. Al compartir mi historia, quiero ayudar a eliminar la vergüenza y el tabú, porque necesitamos hablar más sobre el fraude. Está ocurriendo a gran escala, y lo más terrible es que algunas personas terminan quitándose la vida por la desesperación y la vergüenza de haber sido estafadas. Esto es algo que no podemos ignorar.
– En el documental se muestra cómo las víctimas se unieron casi como un acto de sororidad para vengarse de juntas. ¿Tu decisión de asesorar a otras mujeres está relacionada con eso?
En parte, sí. Sin embargo, cuando hablamos de fraude romántico, las estadísticas globales muestran que hay más hombres defraudados que mujeres. Lo que pasa es que las mujeres somos más abiertas al respecto. Por eso me encanta empoderar a otras mujeres: somos fuertes, nos levantamos incluso con la vergüenza a cuestas, alzamos la cabeza y seguimos adelante.
Dicho esto, mis asesorías no se limitan a mujeres, porque el fraude nos puede ocurrir a cualquiera. Con este trabajo aprendí que nuestra misión, al tener conocimiento y herramientas, es hacer comunidad. Compartir información es clave para proteger a quienes no pueden protegerse solos de los criminales.
– ¿Cuál es tu principal consejo para no caer en una estafa como esta?
Por favor, compartan su historia. Si alguien les pide dinero con insistencia o presión, tómense un tiempo para analizar la situación. Den un paso atrás, hablen de ello con un buen amigo o un familiar. Involucrar a alguien más les ayudará a tener una perspectiva más objetiva.
Además, los estafadores suelen ser muy insistentes. En mi caso, este hombre me presionaba constantemente diciendo que necesitaba el dinero de forma urgente. Mi consejo es que, en esos momentos, pidan tiempo para pensarlo. Si durante ese periodo la presión continúa, es una bandera roja.
– ¿Qué opinas de que tu estafador siga libre y haciendo su vida como si nada?
Sé que hay gente que le cree a él y no a mí. Pero yo creo en el karma. Un día, él no terminará bien. Lo creo de verdad. Yo, en cambio, tengo padres que me quieren, amigos verdaderos y una vida que no me da miedo enfrentar. Puedo viajar, no tengo temor de acabar en la cárcel y, lo más importante, no tengo enemigos. En ese sentido, mi vida siempre será mejor que la suya.
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