Bailar para sanar
Incluir el baile en las rutinas de ejercicio no solo sirve para mantener un buen estado físico, sino que además ayuda a conectarnos con nosotras mismas y mejorar el estado de ánimo. Aquí las razones de por qué pasa esto.
El baile existe desde tiempos prehistóricos, incluso antes de que existiera el lenguaje hablado, y nuestros antepasados utilizaban la expresión corporal para comunicarse. Es que moverse es el lenguaje universal que existe en todas las culturas, independientemente de la lengua. Esto bien lo sabe Sofia Hirth, quien desde niña era muy tímida, pero siempre bailaba imitando los pasos de baile de las películas. No fue hasta que era una colegial, cursando tercero medio, que le reconocieron en serio por primera vez por su talento como bailarina. “Me tocó ser jefa de alianzas y bailé por primera vez frente a un público, fue como mostrarme al mundo”, comenta entre risas. Y desde entonces, según cuenta, empezó a superar sus vergüenzas y a confiar más en ella misma.
Bailar es una forma de arte en donde se utiliza el movimiento del cuerpo, usualmente con música, como una forma de expresión, de interacción social, con fines religiosos, de entretenimiento o artísticos. No existe una manera correcta de bailar, porque simplemente es una forma de expresión natural, intrínseca en el ser humano. Un mundo sin música ni baile es difícil de imaginar. Todo lo que nos rodea esta envuelto en música. Entramos al supermercado, caminamos por las calles, al interior del transporte público y la música está ahí.
Bailar, además de traernos beneficios físicos en nuestro cuerpo, también es favorable para nuestra salud psicológica y emocional. Cuando escuchamos música se prenden en nuestro cerebro áreas similares a las que se activan en experiencias placenteras y que tiene una conexión profunda con los sentimientos. Cuando a esto le agregamos movimientos, nuestro cerebro libera dopamina y endorfinas, que son neurotransmisores que generan sensaciones de bienestar, alegría y empoderamiento.
El baile como terapia
Durante los años ’40, en Estados Unidos surgió la llamada terapia de danza de movimiento (DMT), definida como el uso psicoterapéutico del movimiento que favorece la integración emocional, cognitiva, física y social de la persona. En ese tiempo, muchos bailarines consumados se dieron cuenta que se podía utilizar la danza y el movimiento como una forma de psicoterapia. Su enfoque holístico se basó en la afirmación que la mente, el cuerpo y el espíritu son inseparables e interconectados.
Los terapeutas de danza y movimiento creen que el lenguaje no verbal es tan importante como el lenguaje verbal y utilizan ambas formas de comunicación en el proceso terapéutico. Es a través de estas premisas que utilizan la danza y el movimiento como un camino principal hacia un trabajo psicoterapéutico. “La danza se diferencia del baile en que es algo sin estructura y que viene de adentro, en el fondo cada persona posee una danza autentica. A diferencia del baile que podemos ver algo más estructurado”, comenta la danza terapeuta Macarena Palmero.
En los últimos años el uso de la terapia danza-movimiento se ha extendido para tratamientos dentro de la salud mental. Durante el 2005 la revista International Journal of Neurosciencie publicó un estudio que afirmaba que la terapia de movimientos de baile regulaba el estrés en adolescentes con depresión leve. Así mismo, un grupo de investigadores de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda concluyó que la música y la danza podría promover una mejor calidad de vida para las personas con demencia al proporcionar estimulación de la memoria, moderación del estado de animo e interacción social.
Macarena se dedica a la Danza de la Vida (fundada por Loreto San Juan) y está fundamentada a través del estudio y práctica de los cuatro elementos de la naturaleza: agua, tierra, aire y fuego. “Por ejemplo, el agua tiene características adaptables, es flexible. Por lo tanto, tu puedes traer a tu vida esa flexibilidad, adaptabilidad y transparencia. En el fondo al hacer estos movimientos, se pueden trabajar afectos de tu propia vida”, agrega.
Todas estas formas de movimiento, benefician en la salud de distintas formas. Bailar ayuda a las personas a conectarse consigo mismas, ya que despierta emociones y fantasías a través del movimiento, lo que facilita la expresión de sensaciones, emociones y estados de ánimo. De la misma forma, puede resultar como un arma útil para trabajar la memoria ya que el baile, al ser mas estructurado, requiere de atención para recordar los pasos, lo que en conjunto, proporciona desafíos mentales claves para la salud mental.
“Bailar siempre te trae cosas buenas, logras aprender y expresar lo que uno siente hacia el resto o incluso bailar para uno mismo. Sentir la música para liberarte. El baile es un método de mucho deshago, desconexión y al mismo tiempo una conexión contigo misma”, concluye Sofía.
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