Paula 1107. Sábado 27 de octubre 2012.
La cátedra
Armamos un programa con el Ministerio de Medio Ambiente, la Sociedad de Ecología de Chile, Wildlife Conservation Society y la Red de Alta Dirección, de la Universidad del Desarrollo e invitamos a los ejecutivos y gerentes, que son los que toman las decisiones, a tener una conversación en terreno. Visitamos algunos lugares de Chile acompañados de científicos que están haciendo investigación en esas localidades y les decimos "esto es biodiversidad, esto provee de recursos a sus empresas, esto los sostiene" para que empiecen a reconocer esta parte invisible del país. Fuimos por ejemplo, al humedal de las Ciénagas del Name, en la Séptima Región, junto al científico y premio nacional de Ciencias Juan Carlos Castilla, y les contamos que Arauco trasladó sus plantaciones para no impactar de forma directa al ecosistema. De alguna forma, soy como una coach que intenta motivar a los ejecutivos, generar en ellos inquietudes y que atisben que existen soluciones concretas que están en sus manos.
Ecología en la universidad
En medio de una visita al Parque Karukinka, en Tierra del Fuego, a un empresario se le ocurrió que todas la carreras universitarias, así como tienen Matemáticas, deberían tener un curso de Ecología. Ningún ingeniero, médico, profesor, geólogo o periodista debería egresar sin ese curso aprobado. Parte de las decisiones equivocadas en materia de conservación no ocurren porque la gente tenga malas intenciones o no les interese. Ocurren por desconocimiento.
Peumos en los jardines
Chile central es una de las cinco zonas mediterráneas que hay en el mundo. No hay más. Nuestra historia geológica nos ha dado un escenario natural donde pasan muchas cosas raras, pero no las pescamos: tenemos peumos, boldos, litres, espinos, árboles únicos en el mundo. Las lagartijas que están en las paredes de las casas –o estaban–, las ranas chilenas, todo lo que nos parece tan común no existe en ninguna otra parte del mundo, son tesoros vivos. Nos estamos echando al bolsillo los espinales de la Región Metropolitana, poniéndoles encima poblaciones de cemento o plantaciones de paltos. Todo este valle era rico en especies nativas que capturan oxígeno, limpian los suelos y las aguas. Pero plantamos liquidámbares cuando en cada rincón de Santiago debería haber especies nativas. Y es pura inercia, porque los árboles nativos son preciosos, más baratos de mantener porque no los tienes que regar todo el tiempo, y no pierden las hojas en invierno. Una araucaria se demora años en crecer, pero un quillay, un espino o un algarrobo crecen rápido, no se llenan de plagas y permanecen en el tiempo. Cuando los holandeses vieron nuestra alstroemeria, se la llevaron, la mejoraron y ahora nosotros se la compramos. ¡Y son de acá!
Bárbara Saavedra es Presidenta de la Sociedad de Ecología de Chile y tiene un blog muy atractivo, <a href="http://www.barbarasaavedra.com/">barbarasaavedra.com</a>, donde relata los esfuerzos que realizan los científicos, pescadores y comunidades locales para fomentar la conservación en Chile.
Ideas al aire
Desconocemos el patrimonio natural de Chile, porque tenemos una educación deficiente y se invierte poco en conocimiento científico. ¿Por qué no fortalecemos el monito del monte, la yaca o el huillín, que son únicos y son de aquí? Pregunten a cualquier niño sus animales preferidos y verán que dicen el elefante y el león. Esta es una avenida por explorar para cualquier tienda, que podría lanzar una línea de peluches nativos, con focas y ciervos volantes, en lugar de importarlos de China. ¿Y si un empresario le pusiera stickers de animales nativos a los juguitos en tetrapack de las colaciones?
Un punto importante
Los problemas de conservación son complejos, se necesita mucha inteligencia y buena voluntad para resolverlos. Pero, sobre todo, se necesita sentarse a conversar con otros en una mesa y los chilenos no somos buenos para hablar. Eso te obliga a e escuchar al otro, a tener confianza y a realizar aquello a lo que te comprometiste o si no, las cosas no funcionan.