Una de las mayores incomodidades de las mujeres en verano es sentir las piernas, abdomen, tobillos y pies hinchados al terminar el día. Amanecemos con un cuerpo y en la tarde terminamos con otro que intentamos desinflamar con duchas frías, posturas de yoga, masajes y tratamientos naturales que no siempre sirven.
Y es que la retención de líquido es uno de los malestares que más afecta a las mujeres. Un fenómeno que sucede, según explica el doctor Juan Carlos Flores, nefrólogo de Clínica Alemana, “por la compensación del cuerpo humano ante el clima caluroso, que trata de enfriarse mediante la dilatación de su sistema venoso, lo que hace perder líquido hacia los tejidos vecinos a la piel. Sucede en general al final del día y el líquido se acumula más en las piernas simplemente por la gravedad. El descanso de la noche alivia esta retención de líquido por la posición horizontal, que lo redistribuye eliminándolo por los riñones”.
Los factores que contribuyen a la retención de líquido son la falta de ejercicio físico, condiciones laborales que obligan a permanecer mucho tiempo sentado o parado, inmovilidad por viajes largos y sobrepeso. A estos, agrega Dana Bortnick, nutricionista de Clínica Indisa, se suman también el uso de algunos anticonceptivos y tratamientos de reemplazo hormonal, los medicamentos para el tratamiento de la hipertensión arterial y el consumo de alimentos con alto contenido de sodio como snacks y galletas, quesos, conservas y comida rápida.
“Las mujeres que están más propensas a hincharse en verano son las que llevan un estilo de vida sedentaria, quienes están con sobrepeso u obesidad y las que están embarazadas o en su período premenstrual. También influye la ingesta de algunos medicamentos, en especial de las hormonas de tipo estrógeno como anticonceptivos o en la menopausia, y los antiinflamatorios, tan comunes para tratar el dolor agudo o crónico”, señala Juan Carlos Flores.
Sobre los mitos que hay que derribar sobre la retención de líquidos, Flores señala que hay que tener mucho cuidado con creer, por ejemplo, que el uso de diuréticos podría ayudar. “Es peligroso porque estos bajan la presión arterial y eliminan potasio, un elemento muy necesario para las funciones del corazón y de los músculos. Los diuréticos siempre deben tener una indicación médica precisa y no ser parte de la automedicación. Otra de las equivocaciones frecuentes es pensar que la retención de líquido tiene que ver con consumir agua o líquidos. Esta tiene que ver más bien con la ingesta de sal, que es la que atrae el agua a los sitios del organismo donde este líquido no debe estar y se produce la molesta sensación de hinchazón”.
Dieta y ejercicios
Las mujeres que son propensas a retener líquido deben seguir una dieta mediterránea que incluya abundantes verduras y frutas -que son alimentos que tienen mucha agua-, carnes blancas y legumbres. Además deben comer alimentos con muy poca sal y beber abundante agua (entre 5 a 6 vasos al día) para lograr una buena hidratación.
Bernardita Vignola, nutricionista de Clínica Santa María, señala que es necesario implementar una dieta baja en sodio y alimentos procesados como embutidos, papas fritas, comida congelada, quesos, aceitunas, salsa de soya, y evitar el consumo de alcohol. “Es importante también consumir alimentos ricos en potasio como el plátano; cítricos como el kiwi o la ciruela y también incluir en la dieta soya, pistachos, palta, sandía y espinaca”, agrega Sabrina Wigodski, nutrióloga de Clínica Las Condes.
En cuando a la rutina deportiva, es recomendable una actividad física aeróbica para combatir de mejor forma la retención de líquido. Así lo sostiene Juan Carlos Flores, quien advierte que: “Al salir del sedentarismo, se activa la circulación que moviliza el líquido retenido hacia el corazón y los riñones, que eliminan su exceso. Por eso son muy buenos los deportes que no producen traumatismo de las articulaciones como caminata rápida, trote suave, bicicleta, natación, yoga y pilates”.
El especialista señala que las oportunidades que ofrece la vida cotidiana también son de gran ayuda: “Salir un rato de la inmovilidad laboral, cada cierto tiempo, es muy bueno. Por ejemplo, subir escaleras en vez de tomar ascensor o estacionar más lejos del lugar donde uno va para caminar más, son algunas sencillas alternativas para activarnos”.