Accesorio indumentario consistente en un pequeño contenedor cuyo tamaño varía acorde a las dimensiones de aquello que guarda en su interior. Por lo general incorpora una tapeta móvil, para cerrarlo y asegurar el contenido. Se fabrica en materiales resistentes y se adosa a un cinturón o huincha emplazada diagonalmente, con el objeto de facilitar su portabilidad y garantizar una óptima manipulación.

Origen. Las primeras cartucheras responden a la necesidad de llevar consigo cartuchos destinados a cargar las armas de fuego en el combate. A partir del siglo XV los cambios en los artefactos bélicos modifican la forma de movilizarse con los proyectiles a cuestas. Las cartucheras transportan la pólvora asociada a cada disparo. Son depósitos rectangulares de madera dispuestos en una bandolera de cuero desde donde pende también un saco con las balas. El perfeccionamiento de estos instrumentos y su uso en actividades como la caza transforman las filas de cartucheras individuales en bolsos semicirculares. El antiguo diseño se circunscribe a lo militar. En los albores del s. XX las cartucheras son unidas a la parte anterior de un cinturón ajustable gracias a hebillas, provisto de tirantes que permiten sostener, en la espalda, la mochila, la cantimplora y otros elementos fundamentales durante las incursiones armadas.

Tendencia. El ingreso de la cartuchera a las tendencias de modas se produce a fines de los 60. Por lo general se trata de un único y pequeño bolso adscrito a un soporte que rodea el talle o bien que cuelga en diagonal sobre el pecho. Su inclusión como accesorio en las colecciones de temporada ocurre cuando es necesario reforzar una estética cargo, outdoor y urbana, vinculada a estilos de vida donde el desplazamiento y el nomadismo definen la cotidianidad. Alrededor de 1969, bajo el influjo de la sahariana de Yves Saint Laurent, el estilo militar adquiere una creciente popularidad. Cinturones con cartucheras, de grueso cuero color chocolate, complementan conjuntos de pantalón y chaqueta, caqui o verde oliva.