Chelista de Concepción, Soledad Poza: “Es tan poco el financiamiento para los artistas que al final nos terminamos peleando entre colegas por los fondos”
Soledad Poza (19) tenía 12 años cuando vio un violonchelo por primera vez. Fue en la tienda Audiomusica, en una visita junto a su papá, y no pudo dejar de preguntarles a los que trabajaban ahí qué era ese instrumento. En su cabeza aun precoz, imaginaba que se trataba de un violín enorme y que la persona que lo tocara debía medir cinco metros. En ese entonces, de hecho, ella quería aprender a tocar el violín.
Una semana después la Municipalidad de Hualpén –de donde es ella– anunció la creación de una orquesta juvenil. La idea era fomentar la cultura en la comuna y el director de orquesta estaría visitando los colegios municipales para reclutar a niños y jóvenes que querían ser músicos. Sus compañeros le avisaron y ella se presentó. Cuando llegó, vio a la monitora de la orquesta tocando el violonchelo y lo supo reconocer. Rellenó los documentos y al minuto de elegir, dijo que quería ese instrumento, entonces le pasaron uno para que se lo llevara a la casa y empezara a ensayar.
Ella lo cuidó como si fuera lo más preciado que había tenido alguna vez entre sus manos, porque sabía que si lo rompía tenía que pagar. Y así empezó su trayectoria musical; fue parte de la Orquesta Municipal de Talcahuano y pasó por varios profesores antes de entrar, con 16 años, al Conservatorio de música Laurencia Contreras de la Universidad del Bío-Bío, donde finalmente se pudo formar con una profesora de la Orquesta Sinfónica de Concepción. Ahora, ya egresada, sigue tomando clases de historia de la música, teoría musical y armonía, además de piano complementario. Es parte de la orquesta de la Universidad del Bío-Bío y extra en la Universidad de Concepción. En el 2015 fue seleccionada como chelista destacada, viajó a Miami a un encuentro de orquestas con venezolanos radicados en la ciudad, y actualmente está desarrollando una campaña para poder financiar su traslado al Conservatorio de París (Francia), donde a partir de agosto va a continuar sus estudios.
Dedicarse a las artes en Chile es un desafío constante. Algunos dicen que es un acto político. ¿Cómo lo vives tu?
Si ya antes de la pandemia era extremadamente difícil dedicarse a la música y a la cultura en general, con la pandemia esa dificultad se triplicó. Frente a una crisis, se evidencia de inmediato donde están puestas las prioridades, y ciertamente la cultura no lo es en Chile. El mundo de las artes siempre ha estado muy precarizado y siempre ha sido escaso el financiamiento, por lo que básicamente termina siendo una pelea entre colegas para ganarse un fondo. Termina dándose un ambiente de competitividad y hostilidad donde no debiese haberlo. Y nosotros seguimos entregando cultura, incluso durante una pandemia. Pero no se le ve la importancia a eso. Yo, por ejemplo, al igual que muchos de mis colegas, doy clases, y ha sido muy difícil tener que adaptar el formato a clases virtuales o preparar un material didáctico para que los niños no se aburran por Zoom. Pero nada de eso es reconocido.
Pocas veces se ve a una mujer dirigiendo una orquesta musical. ¿Cómo es ser mujer joven en el mundo de la música docta?
A veces es complejo, por ejemplo se da mucho que nos critican por cómo vamos vestidas a los conciertos, cosa que en realidad no es un tema para los hombres. Por ser chelista, se asume que yo no puedo usar vestido, porque claro, quizás se me vean los pies o un poco de las piernas. También, nuestro público es gente mayor, entonces todavía se cargan muchos prejuicios y todavía hay ciertas cosas que descolocan. Yo no me he sentido discriminada, pero sí lo he visto. He visto como hay ciertas universidades que no aceptan a mujeres chelistas, porque sigue rondando en el imaginario que para estos rubros más musicales o científicos, el hombre tiene mayores capacidades. El mundo de la música docta sigue siendo uno mayormente habitado por hombres, pese a que hay muchas mujeres. Por eso surgen iniciativas como la Orquesta Femenina de Santiago, en el que se unen mujeres para poder hacer frente a estas situaciones de discriminación y sesgos. Yo tuve la suerte de tener profesoras que me abrieron el camino.
Es importante contar con referentes femeninos.
La mía siempre ha sido Jacqueline du Pré, la violonchelista más prestigiosa del siglo XX, pero es muy interesante ver que ella es de las pocas que tiene ese nivel de reconocimiento. En general no se ve a tantas mujeres destacadas, pero no porque no las hubiera, sino que porque no se les dio la pantalla que recibieron los hombres. Si uno pone un músico hombre en YouTube, los algoritmos te entregan muchísimas otras opciones. Pero si ponemos a una mujer, no aparecen tantas. Incluso con Jacqueline du Pré, que es reconocida a nivel mundial, muchos justifican su fama diciendo ‘es porque fue esposa del renombrado pianista argentino Daniel Barenboim’. Esas cosas se siguen pensando. Por suerte, gracias a los movimientos actuales, las mujeres estamos teniendo más espacios y oportunidades que nunca antes habíamos tenido.
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