Cirugías plásticas: el potencial peligro del camino hacia la belleza en Chile

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Cirugías plásticas: el potencial peligro del camino hacia la belleza en Chile

En los últimos meses, Chile ha sido testigo de un aumento de la preocupación pública con respecto a la seguridad de los procedimientos de cirugía plástica debido a emblemáticos casos de complicaciones y procedimientos realizados de forma irregular que han resultado en la muerte de pacientes.




En los últimos meses, Chile ha sido testigo de un aumento de la preocupación pública con respecto a la seguridad de los procedimientos de cirugía plástica debido a emblemáticos casos de complicaciones y procedimientos realizados de forma irregular que han resultado en la muerte de pacientes. En septiembre de este año una mujer de 27 años murió en la comuna de Puente Alto tras ser sometida a una operación en el living de su casa. Nicole Padilla fue atendida por un equipo de falsos médicos que no contaban con certificación para realizar el procedimiento de implantes mamarios que buscaba la paciente.

Pocos meses después de este incidente se realizó el juicio oral por el caso de la muerte de Leslie Vergara en febrero de 2022 quien, a los 32 años, murió tras ser sometida a un procedimiento de cirugía estética en una clínica en la comuna de Las Condes. En este caso, se trataba de un establecimiento que operaba desde 2015 y que, en varias oportunidades había sido sancionado por la autoridad de Salud, e incluso clausurado, debido a que no contaban con los permisos ni las certificaciones exigidas para los pabellones de operación.

Casos como estos confirman la necesidad urgente de una regulación clara y una supervisión estricta en un sector de la medicina en el que la demanda aumenta cada año —especialmente en meses previos al verano— y que, según cifras entregadas por las Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, en 2019 alcanzaba los 15 mil procedimientos por año. De ese total, menos de la mitad serían realizados por especialistas calificados que cuentan con la formación en Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva. La única especialidad que, según ha explicado el director de la organización en distintas publicaciones, tiene la facultad de realizar intervenciones quirúrgicas como implantes mamarios, abdominoplastias, o los cada vez más populares BBL o aumentos de glúteos, algunos de los procedimientos más requeridos en esta área.

En una columna publicada este año, Alejandro Conejero, director de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica explicó que: “un cirujano plástico certificado ha realizado la debida formación académica en la especialidad médica de Cirugía Plástica en todas las áreas reconstructivas y estéticas. Es decir: luego de los siete años en la escuela de medicina, debe cursar tres años de especialización en cirugía general, para después pasar por dos o tres años de especialización en Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva”. Sin embargo, en nuestro país actualmente no existe una regulación clara respecto a qué tipo de profesionales pueden realizar procedimientos estéticos y, en muchos casos, cirujanos sin la especialidad y dentistas ofrecen intervenciones, tratamientos y operaciones en el área estética para las que no se encuentran preparados.

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Cirugías plásticas: el potencial peligro del camino hacia la belleza en Chile

Y la diferencia entre los costos de una operación más barata y la seguridad no es un tema que se pueda tomar a la ligera. Si bien existen muchos casos de centros estéticos en los que los profesionales han sido capacitados para realizar procedimientos, utilizar nuevas tecnologías o aplicar técnicas de tratamiento, la diferencia entre la vida y la muerte suele estar cuando ocurren las complicaciones. Así lo confirma en dicha columna Conejero, explicando que “la formación como cirujano plástico permite realizar adecuadamente diversos procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos, así como proceder con expertise en el tratamiento de eventuales complicaciones”.

La historia de Filomena

Filomena Mesina Hernández (51) es mamá de 3 hijos y trabajadora del área de la salud. En febrero del año pasado se sometió a una abdominoplastía después de haber pasado por varias otras intervenciones quirúrgicas que le realizaron por problemas médicos. Si bien esta era la primera vez que Filomena se sometía a una operación estética, sabía que toda intervención conlleva riesgos y ya llevaba algunos años evaluando la posibilidad de operarse. “Yo hace mucho rato quería operarme. De hecho en el 2020 empecé a averiguar cuánto saldría la operación porque, en publicaciones de Instagram había visto promociones por 3 millones de pesos”, comenta. Sin embargo, por sus experiencias previas y por su conocimiento en temas de salud Filomena sabía que era fundamental elegir a un profesional adecuado y privilegiar la seguridad por sobre lo tentadoras que pueden parecer estas ofertas para realizar un cambio drástico en la apariencia física en poco tiempo y a un precio relativamente asequible.

“Empecé a buscar médicos, cirujano plástico acreditado y pedí una hora con algunos”, recuerda. Sin embargo, explica que en algunas oportunidades no fue posible siquiera encontrar las direcciones de las supuestas clínicas y que, tras una investigación un poco más profunda se dio cuenta de que uno de sus potenciales médicos no estaba siquiera acreditado en los registros del Servicio Nacional de Salud. Finalmente, Filomena eligió a una doctora y decidió operarse. “Tenía una hernia en el ombligo y, además, me habían hecho varias operaciones antes entonces ya habían incisiones y cicatrices en esa área”, comenta. Filomena explica que desde el primer encuentro con la doctora que la operó las explicaciones fueron claras y las expectativas realistas: debido al estado de su abdomen quizás sería necesario hacer una reconstrucción. “Yo paralelamente había investigado sus redes sociales, si tenía o no el registro como cirujano plástico y los cursos que había hecho”, explica. “Busqué toda la información que pude sobre ella, porque tampoco me iba a arriesgar a que me pasara algo. También tenía miedo”.

Y si bien la operación salió como Filomena y el equipo médico esperaban, al poco tiempo tuvo una reacción alérgica a uno de los elementos utilizados en la sutura. Sin embargo, a diferencia de lo que se ha conocido en los casos controversiales de cirugías clandestinas o realizadas por personas no capacitadas, ante la complicación que vivió Filomena, el equipo que la atendió supo detectar tempranamente los indicios de que algo no estaba bien y comenzar el tratamiento adecuado. Hoy, a casi un año de su operación, Filomena aún mantiene contacto con su doctora quien continuamente está atenta a la evolución y que, incluso, le ha planteado la posibilidad de realizar una segunda operación para que el resultado estético de la cirugía sea el mejor posible.

Hoy son miles de mujeres chilenas, las que, instadas por normas de belleza de la sociedad o incluso por motivaciones propias recurren a procedimientos estéticos para cambiar algo en su apariencia. Y si bien no debiese ser un tema tabú ni enjuiciado el deseo de perseguir un cierto ideal estético, sí es fundamental hacerlo de forma segura. En nuestro país actualmente la fiscalización está en manos del Seremi de Salud y se está tramitando una ley que regula de forma estricta qué tipo de profesionales médicos están autorizados a realizar procedimientos de cirugía estética. Pero hasta que esa normativa que ingresó al Congreso en 2019 no sea promulgada —este año recién fue discutida en primera instancia por la Comisión de Salud del Senado—, queda en manos de los propios pacientes cerciorarse que quienes ofrecen realizar una operación con fines estéticos sea un profesional de salud acreditado como cirujano plástico en el Registro Nacional de Prestadores Individuales de Salud de la Superintendencia de Salud o a través del registro que mantiene la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, ambas disponibles de forma gratuita y online.

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