La Luna en Leo nos llama a expresar hacia afuera todo lo que ocurre dentro nuestro, y para eso las estrellas han elegido a la brasileña Clarice Lispector. Esta escritora de la generación del 45 es un autora inclasificable porque su prosa es única. Empezó a escribir desde niña, y sus cuentos más que narraciones son sensaciones. De adulta definió su escritura como un "no estilo"; es decir, le dio voz a su propia voz.

Clarice fue una mujer que hizo de su obra su vida, y vivió sin miedo al fracaso ni a la muerte. Solo tuvo miedo a traicionar su verdadera naturaleza. "Nací dura, heroica, solitaria y de pie. La fealdad es mi estandarte de guerra. Yo amo lo feo con un amor de igual a igual. Y desafío a la muerte: yo soy mi propia muerte", escribió.

Era excéntrica, preciosa y detallista. En su obra literaria se abocó a encontrar las palabras perfectas para nombrar lo que quería nombrar, siempre a través del punto de vista femenino. "Hay muchas cosas por decir que no sé cómo decir. Me faltan las palabras. Pero me niego a inventar otras nuevas. Las que ya existen deben decir lo que se consigue decir y lo que está prohibido", dijo.

Estuvo casada con un diplomático con el que recorrió el mundo, y cuando se separó trabajó como periodista para poder independizarse. Jamás le dio explicaciones de sus decisiones a nadie. En 1966, se quedó dormida con un cigarro en la boca, lo que provocó un incendio que quemó su pieza completa y parte de su brazo, pero no su determinación. Escribió hasta la muerte, un día antes de su cumpleaños y un día después de publicar su novela La hora de la estrella en un hospital de Río de Janeiro, donde sus últimas palabras fueron: "¡Se muere mi personaje!".

Escribe: Para ti misma. "No escribo para agradar a nadie", decía Clarice. No le tenía miedo al rechazo ni a la incomprensión.

Busca: Una forma de expresión que no se parezca a ninguna otra. Lo que hizo ella fue inventarse un lenguaje propio.

Lee: Cerca del corazón salvaje (1944), un viaje a los pensamientos íntimos de una enigmática protagonista llamada Juana.

Número de la suerte: 57, el número de años que Clarice no alcanzó a cumplir.