LA PREGUNTA

"Soy mamá de dos hijos en etapa escolar que están sin clases hace tres semanas. Con mi marido tenemos la suerte de poder quedarnos en casa y, si bien ha sido estresante, la primera semana nos organizamos entre los dos para atender tanto nuestras responsabilidades laborales, como los cuidados de los niños. El problema apareció cuando en el colegio empezaron a enviar comunicaciones y tareas a través del aula virtual. A diario recibimos mails y avisos por WhatsApp que hablan de las fechas de entrega y los horarios en que se debería trabajar cada materia. Ha sido demasiado difícil seguir el ritmo, primero porque no somos profesores y porque ya con el teletrabajo y las tareas domésticas estamos muy recargados. Me siento culpable por no estar atenta a todo lo que envían desde el colegio, pero realmente no alcanzo. ¿Le estaré haciendo un daño a mis hijos?".

Pamela Arancibia, 38 años.

LA RESPUESTA

La psicopedagoga y orientadora de Clínica Santa María, Bretta Palma, explica que el rol de la familia no es reemplazar el contexto escolar, sino que brindarle a las niñas y niños un ambiente de protección. "Para nadie es necesario recrear un colegio en la casa, menos en estos tiempos de crisis. Por eso, si una mamá se siente colapsada con las guías y trabajos que mandan del colegio, lo que debería hacer es comunicarse con la profesora o el profesor y explicarle su situación", dice.

También recomienda socializar con otros padres e intentar actuar en comunidad, buscando en conjunto las mejores decisiones que vayan en beneficio de las niñas y niños. "No debemos perder el foco de que estamos en un momento de crisis que además es histórico, por tanto los menores probablemente recordarán lo que han vivido estos días durante toda su vida. Y en ese sentido, es una buena oportunidad para educar sobre la resiliencia, enseñarles que el ser humano es capaz de sobreponerse a cualquier adversidad y que estar unidos es la única manera de salir bien de esto. Por esto es importante también la comprensión, tanto de padres hacia profesores, como de profesores hacia los padres", explica Palma.

Para la experta, es un error mirar lo académico como una emergencia. "Todos de alguna manera estamos un poco estresados, tanto adultos como niños. Y en este contexto, no podemos pretender que los pequeños aprendan, ya que su cerebro -y el nuestro- están en modo supervivencia. Además, algunos padres están obstinados en que no se pierda el año escolar y obligan a sus hijas e hijos a estudiar, pero no entienden que los menores aprenden mejor sin ser obligados".

El enfoque, dice, debe estar concentrado en brindarles sentimientos de seguridad y en hacerlos sentir bien tanto física como emocionalmente.

¿Cómo cumplimos con todo, entonces?

"Lo primero es que las mamás y los papás no son profesores y que ni siquiera los profesores están preparados para enfrentar el momento que estamos viviendo", dice Bretta. Por eso, aconseja no sobreexigirse y explica que si hay familias que por obligación del colegio tienen que cumplir con ciertas tareas, lo recomendable es:

  • Manejar el estrés a nivel familiar: Para eso es importante no compararse con otras familias porque todos los contextos son distintos.
  • Enfocarse en el aprendizaje, no en el curso o grado académico en el que está el hijo, es decir, que lo que aprenda sea significativo para él o ella.
  • Superar el enfoque idealista que muchas veces tenemos como padres respecto de lo académico, que pone como prioridad las notas y pasar de curso. Lo relevante es descifrar lo que a nuestras hijas e hijos les funciona para aprender, más allá de los resultados.
  • Generar instancias donde los menores puedan expresar sus emociones y pensamientos.
  • Informarse de forma prudente: siempre pendiente de lo que los niños puedan escuchar o ver. El resto del tiempo realizar junto a ellos actividades que no estén relacionadas con la contingencia.
  • La manera en que las niñas y niños reaccionan se debe en parte a lo que observan de los adultos a su alrededor. Enfrentar este periodo con calma y seguridad, es el mejor ejemplo que podemos darles.
  • Es la oportunidad para enseñarles a ser solidarios y responsables los unos con los otros y con nuestro planeta.
  • Por último, mantener rutinas de sueño y comidas en las que además se incluyan las actividades escolares, pero también otras dinámicas de juegos y roles que antes no podíamos realizar porque había poco tiempo familiar en las casas.