Cómo el uso de la bicicleta puede afectar al piso pélvico
Cuando las mujeres nos empezamos a subir a la bicicleta de forma más habitual podemos experimentar algunas molestias en nuestras zonas íntimas. ¿Qué impacto podría tener el uso de la bicicleta en esta parte de nuestro cuerpo?
La kinesióloga especialista en piso pélvico Camila Valdenegro, explica que el impacto que puede generar el uso de la bicicleta, es la compresión perineal de músculos, ligamentos, nervios y fascias que encontramos en la cavidad pélvica, específicamente del nervio pudendo y del área genital-perineal. “Esto en el mediano y largo plazo, podría generar una pérdida de sensibilidad en la vulva, dolor o molestias recurrentes; se ve afectada la perfusión sanguínea (es decir, la cantidad de sangre que llega a la pelvis-periné), la sensación genital o consciencia perineal y la función sexual”, comenta.
Al ocupar la bicicleta, ya sea por entretención, en clases de spinning, como un medio de transporte o bien como un deporte de alto rendimiento, una de las consecuencias directas que describe la especialista es el dolor miofascial agudo y atrapamiento del nervio pudendo. El primero consiste en un dolor regional que es provocado por el cúmulo de energía sobre una banda muscular en el canal vaginal. Puede suceder tanto en los músculos superficiales que abrazan los esfínteres y/o en músculos profundos que son los que sostienen los órganos pélvicos/abdominales.
“Es frecuente que luego de un día de muchas actividades, ya sea laborales, domésticas, teletrabajo y el intento por la conciliación con las actividades de la vida diaria, nos toquemos en la zona del cuello u hombro y encontremos algún punto con tensión o que duele. Bueno, este mismo estado de tensión ocurre también en nuestro piso pélvico. Esto pasa porque los músculos de los hombros o piso pélvico tienen una sobre reacción ante un estrés o estímulo mecánico insignificante, lo que se traduce en un estado de contracción mantenida o sin movimiento de los músculos, lo que puede asociarse a dolor”, explica Camila.
El doctor Gerard Amarenco en 1987 lo denominó como “síndrome del ciclista” y dentro de sus síntomas destacan dolor en la zona del periné y el ano al subir en la bicicleta y/o al llevar largos ratos sentados sobre una superficie dura; aparición de dolor, inclusive su incremento del mismo, al empezar a montar la bici o al cabo de unos minutos de pedaleo; o disfunción sexual asociada, como dolor en la vulva o clítoris o aumento de la tensión en los músculos del piso pélvico.
“Por eso es importante recurrir siempre a un especialista que pueda evaluar el piso pélvico. Lo ideal es prevenir”, recalca la kinesióloga, ya que cuanto mayor es el tiempo de evolución de esa compresión directa en el periné, resulta en una disfunción con peor pronóstico, tanto para músculo, como para el nervio y la fascia. “No es normal sentir dolor en nuestros genitales, cualquiera sea el motivo. Es súper frecuente y común que pase, pero la vulva, vagina y piso pélvico no debe doler nunca, ni al andar en bici, ni en la evaluación con la kinesióloga pélvica, ni al introducir una copa menstrual, ni durante los encuentros sexuales”, comenta.
Valdenegro destaca ciertas indicaciones a la hora del uso de la bicicleta, tales como utilizar un asiento cómodo, acolchado y ergonómico al periné. Además, apoyar los isquiones sobre el sillín, de manera en que la pelvis se encuentre en una posición neutra (el trasero ni muy fuera, ni muy hacia adentro). El sillín debe mantenerse a la altura de la cadera, para que de esta forma el pedaleo sea cómodo, evitando forzar las extremidades inferiores a una permanente extensión completa.
La altura del manubrio también es regulable, se describe que al utilizar la bicicleta con el manubrio más abajo que el sillín, la presión hacia la zona de la vulva es mayor, en comparación a que si se deja a una misma altura o más arriba. “Además, recomiendo mantener rutinas de movilidad pélvica y elongaciones globales del cuerpo, previo y posterior a utilizar la bici. Eso sirve como una forma de canalizar la energía y soltar los músculos implicados en la actividad”, concluye.
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