¿Cómo reconstruirse después de ser cancelado por redes sociales?
Sin duda uno de los fenómenos más representativos de cómo las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos y movernos en el mundo, y una de las herramientas que más le ha dado poder a la voz de las masas, ha sido la posibilidad de funar o cancelar a aquellas personas que han cometido delitos y abusos, y que no han sido debidamente juzgados por las instituciones correspondientes. Esto ha significado para muchas y muchos una reivindicación de las víctimas y ha pasado a ser una forma de denuncia y protección ante las injusticias, la corrupción y la violencia. Pero esa buena intención y afán de justicia inicial, se ha ampliado con los años a territorios inesperados.
De alguna manera, se ha distorsionado su objetivo y está teniendo efectos dañinos en las personas. Algunos afirman que hemos entrado en una “cultura de la cancelación”, donde la masa, cruzada por una fuerte crisis de credibilidad, se vuelca a cancelar a través de redes a cualquier líder, artista o influenciador que dé declaraciones polémicas o desafortunadas, que tenga incoherencias entre su discurso y comportamiento o por actos que ofenden o van contrarios al pensamiento de algún grupo. Prácticamente cualquier movimiento en falso puede provocar una cancelación. Comienzan con memes que ridiculizan o con mensajes de odio, y puede llegar a tener como repercusión la filtración de datos personales, difusión de injurias, el despido laboral de esa persona o hasta amenazas de muerte en su contra.
Algunos se suman a la masa, otros defienden al cancelado, otros se restan de la discusión. Son pocos quizás los que se preguntan qué pasa con aquella persona en su fuero interno. ¿Qué efectos psicológicos conlleva el linchamiento público? ¿Cómo se reconstruye alguien tras una cancelación por redes sociales?
La socióloga y astróloga Consuelo Ulloa es conocida en las redes como Miau Astral. Ella trabaja la astrología con un enfoque sociológico, lo cual no solo la ha convertido en un referente de esta disciplina –acaba de publicar su segundo libro- sino que, al mismo tiempo, se ha ganado la antipatía de algunos grupos más escépticos. Hace solo algunas semanas subió un video donde relataba cómo en el último año ha sido objeto de múltiples funas y ataques por redes sociales. ¿Los motivos? Desde ponerle un me gusta a las disculpas públicas que un periodista dio por ejercer violencia de género, hasta por hacerle la carta astral a Allende y Pinochet.
En aquel video no solo explicaba el tipo de violencia a la que ha sido expuesta, sino también algunos efectos psicológicos que tuvo en su momento: crisis de ansiedad, miedo a ser atacada en espacios públicos y pensamientos suicidas. “Por un like fui enjuiciada como encubridora de maltratadores, como mala feminista, loca, mala persona, mala astróloga. El juego del teléfono fue creciendo y creciendo de manera desproporcionada. Al mismo tiempo, no tenía dónde esconderme, porque había recién publicado mi libro y aparecía en la prensa; tampoco tuve tiempo de reflexionar porque todo ocurría constantemente. Comenzó también a atacarme un grupo de estudiantes de filosofía, acusándome de charlatana por mi trabajo como astróloga. Cada vez que hacía un live, redadas de tipos, la mayoría bots, me enviaban todos los días, durante meses, mensajes amenazantes diciéndome que me matara, que me iban a buscar a mi casa, que sabían dónde vivía”, cuenta.
Las funas y ataques a Miau Astral no terminaron ahí. Hace unos meses, durante la cuarentena, se hizo viral el extracto de una entrevista, sacada de contexto, en la que respondía a un comentario donde la acusaban de cuica, diciendo que ella “tenía calle”. Rápidamente comenzaron a circular memes burlándose de sus dichos, lo cual siguió acentuando los múltiples ataques, hasta el punto de provocarle un cuadro de ansiedad y estrés postraumático. “Sentía que en todos lados me podían atacar y tenía que encerrarme en la casa. Estaba a la defensiva, en un estado de alerta. Tuve que empezar a tener apoyo psiquiátrico y tomar antidepresivos para manejar ataques de ansiedad”. Actualmente quiere dar por superada esa etapa. Luego de este último episodio decidió comenzar un proceso judicial contra una de las cuentas que la ataca y alejarse de las redes sociales. “Tomé la decisión de dejar las redes para no recibir más violencia, proteger mi trabajo y mi salud mental. Tengo todo el derecho a elegir con quien quiero habitar mis espacios.”
La psicóloga Agustina Bosio, quien ha tratado a pacientes tras ser cancelados, afirma que estos síntomas son recurrentes en las personas tras ser atacadas por redes sociales. “Las consecuencias psicológicas son muy potentes para la persona que es cancelada. Suele sentirse aislada y rechazada, porque efectivamente lo es. Frecuentemente es violentada durante mucho tiempo a través de redes sociales, incluso en la calle, por lo cual en muchos casos se desarrolla un síndrome de estrés postraumático. Sienten mucha ansiedad y pueden desarrollar trastornos de pánico y depresión, además de agorafobia. También existen otro tipo de consecuencias ligadas a la pérdida de espacios sociales necesarios para que una persona se desarrolle sanamente, como el trabajo o el lugar de estudio”.
Las autoras de la colección de libros infantiles Las lecciones divertimágicas de Lulú también sufrieron a principios de este año una funa por redes sociales de parte de grupos de extrema derecha. Un hombre subió a redes la foto de una de las páginas de un libro de la colección, dedicado a explicar el proceso constituyente a los niños, donde se relataba que Pinochet se había tomado el poder a la fuerza y destituido el gobierno democrático de Salvador Allende. La foto se hizo viral rápidamente y comenzaron a acusar a una cadena de supermercados donde se vendía el libro por “contenido marxista”.
Pero lo que comenzó como una funa a esta empresa derivó rápidamente en ataques hacia las autoras Josefina Araos y June García. La polémica explotó definitivamente cuando el político Juan Antonio Kast se hizo parte de la funa y una de las autoras, June García, le contestó de vuelta. “El tema escaló muy rápido, un par de horas después me empezaron a llegar ataques directos. Fue muy agotador, me llegaban por segundo cuarenta notificaciones a Twitter; muchos ataques, pero también muchos mensajes de apoyo. Estuve en esos dos polos durante un tiempo muy intenso. Empezaron además las fake news, diciendo que mi libro incitaba a las niñas a ser promiscuas o que consuman drogas. Pero lo más fuerte para mí, más que atacaran mi trabajo, fue cuando empezaron a sacar fotos mías, burlarse de mi imagen, de cómo me veía. Me llamaron feminazi, gorda, me llegaban mensajes del tipo “muérete, asquerosa, te vamos a matar”. Empezaron a buscar información sobre mí, como en qué colegio había estado, y ahí me sentí muy angustiada. Mi mamá se puso paranoica y estaba muy asustada de que vinieran a la casa a hacerme algo. Yo quedé agotada, me eché a dormir y no fui a clases en toda la semana”.
A partir de entonces, June decidió retomar su terapia, apoyarse en sus cercanos, no contestar ningún mensaje de odio y quedarse con todo el apoyo y amor que recibió. Más allá de su experiencia particular, donde fue atacada por ideales en los que cree firmemente, reflexiona sobre el fenómeno general como una excesiva idealización de nuestros ídolos, donde se les pone en un pedestal moral donde ni siquiera ellos se pusieron. “Lo que me preocupa de la cultura de la cancelación es que no se deja que la gente cometa errores o que los haya cometido en el pasado, y eso me parece grave. La gente tiene miedo de hacer cosas por terror a que las cancelen. Yo, por ejemplo, ya no subo fotos de platos con carne porque los ataques que recibo de vegetarianos son terribles. Se espera que todo el mundo tenga un comportamiento intachable y que sepa tomar la decisión correcta, eso es una carga innecesaria sobre la gente.”
Agustina apoya y entiende el origen de las funas y la cancelación, pero observa que se han desvirtuado. “La cultura de la cancelación nace como una respuesta a la falta de acción efectiva de los sistemas formales de justicia, sobre crímenes que atentan contra la dignidad de las personas. En un sistema que invisibiliza a las víctimas y las retraumatiza una y otra vez, la necesidad de justicia es sumamente potente, sobre todo si entendemos que prácticamente ninguno de los estamentos actúa contemplando la perspectiva de género. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo, y con el surgimiento de las redes sociales, se fue transformando en una nueva medida de control social, en la cual ya no sólo se busca sacar de la sombra a abusadores, sino que también se utiliza como una herramienta que busca aislar del mundo social a quienes no comparten la cosmovisión del grupo “cancelador”. No es necesario “hacer” algo considerado inaceptable, sino que expresar u omitir una opinión puede ser motivo de cancelación”.
¿Cómo se supera el daño psicológico que esto conlleva?
“No es fácil. El alejarse de las fuentes de agresión es lo primero, cerrar redes sociales o desactivar los comentarios, bloquear las cuentas que agredan directamente. Y por otro lado, apoyarse en las personas cercanas con las que se ha creado un lazo de confianza es de vital importancia. Buscar apoyo terapéutico también ayuda a poner en perspectiva lo ocurrido y visualizar la cuota de responsabilidad (que puede existir o no) en el proceso vivido”, responde Agustina.
Miau Astral considera a su vez crucial tomar conciencia como sociedad del tema. “Tenemos que ser capaces de hacernos cargo de los juicios que estamos haciendo a los otros, tener más empatía. Urge además que nos hagamos cargo de la salud mental, sobre todo en pandemia, y de legislar sobre lo que estamos haciendo en redes sociales. Hay que poner límites a la violencia, acoso y abuso por Internet”.
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