Los poros dilatados son una característica habitual de las pieles grasas y con tendencia a las impurezas.
En rigor, el nombre del poro es ostium folicular, y es el orificio externo del canal de salida de las glándulas sebáceas. A mayor nivel de secreción de grasa, más se nota a causa del peso sebáceo, algo que suele hacerse más evidente en la zona T del rostro, es decir: frente, nariz y mentón.
Al hablar de poros, es importante inmediatamente derribar un mito: “El poro no cambia su tamaño, es algo constitucional”, explica la doctora Carmen Gloria Fuentes, dermatóloga de la Clínica Ciudad del Mar. Es decir, es parte de la estructura de la piel de cada persona.
Algunas de las lesiones más comunes de la piel se relacionan de manera directa con los poros, como por ejemplo los comedones abiertos y los comedones cerrados. El comedón abierto -o punto negro- es una mezcla de grasa y células muertas que ‘taponea’ el ostium: “Toman ese color por su oxidación al entrar en contacto con el medioambiente”, señala el doctor Marco Hidalgo, dermatólogo de la Clínica Biobío. Por otra parte, el comedón cerrado mantiene su color blancuzco, ya que el sebo se encuentra encapsulado sin tener contacto con el aire, por lo que no llega a oxidarse.
La manera de mantener los poros más refinados es evitar su obstrucción y para eso la piel debe conservar un ritmo adecuado en su recambio celular, además de la hidratación necesaria para que la secreción se pueda exudar. Para ello, la clave es seguir de manera constante una rutina diaria que como mínimo considere limpieza e hidratación, además de protector solar durante el día. Cada paso se debe realizar con los productos adecuados para cada tipo de piel, que en el caso de la que tiene tendencia a grasa deben ser de textura liviana, sin aceites ni alcohol, realizando una limpieza suave y sin agresión.
A ello es importante sumar de manera periódica productos nocturnos que estimulen el recambio celular, ya sea un exfoliante en gránulos, AHA o ácido glicólico, entre otras alternativas dependiendo de cada tipo de piel. Además, las limpiezas faciales profesionales son un gran aporte para mantener no sólo la apariencia, sino también la salud de la piel, incluyendo la desobstrucción de los ostiums.
La doctora Fuentes también señala: “Lo que pudiese disminuir el tamaño de los poros es la IPL (luz pulsada intensa) o algunos láser, ya que al cicatrizar, la epidermis se estiraría y disimularía ese aspecto como ‘cáscara de naranja’”.
Igualmente, los profesionales llaman a priorizar la higiene y tratamiento ante la presencia de poros abiertos más que la utilización de cosméticos o maquillaje que prometan refinarlos, ya que efectivamente suelen rebajar su textura, pero mantienen la obstrucción.