Cuando las vacaciones son sinónimo de estrés y no de descanso

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Asociamos la palabra vacaciones al descanso. A espacios donde una persona pueda huir de la rutina, del trabajo o los estudios, para conocer un lugar nuevo, ir a la playa, dormir, leer o hacer cualquier otro tipo de actividad que sirva para desconectar de la vida diaria.

Pero para muchas mujeres, sobre todo las que tienen niños, las vacaciones terminan siendo un símbolo más de carga mental y estrés. Son ellas, las que usualmente programan, prevén, diseñan y adelantan problemas, se hacen cargo de las maletas, del bloqueador solar y de las necesidades del resto. Las vacaciones no son una excepción.

La raíz de este problema es profunda y está ligada a la falta de corresponsabilidad en las labores de cuidado. Porque a pesar de que se ha avanzado en los últimos años, siguen recayendo en las mujeres la mayor cantidad de las tareas de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares.

Según el estudio Radiografía del Hombre Cero, del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en la actualidad el 38% de los hombres destina cero horas a la semana a las tareas domésticas, el 57% dedica cero horas al cuidado de sus hijos y el 71% destina cero horas al apoyo escolar de sus hijos.

Y en los días de descanso esta carga no se esfuma, sino que en algunos casos, se intensifica.

Según Jennifer Conejero, psicóloga de la Clínica Santa María y académica de la Universidad de Chile, la carga que recae en las mujeres en esta período del año va desde la planificación –la ropa que se lleva, los medicamentos, artículos de aseo y comida de los hijos y a veces de la pareja– hasta los días en que se está fuera. “Si la familia sale de vacaciones a un lugar donde hay que hacer quehaceres domésticos, en la mayoría de los casos las mujeres se llevarán la mayor parte de la carga física y mental, porque ‘están acostumbradas’ o ‘lo hacen todo el tiempo’”, explica.

Y esa carga mental que se arrastra a las vacaciones, puede provocar que no solo no se disfrute en estos días, sino que se añore volver a la normalidad de la rutina. “No siempre es un tiempo de descanso, y muchas mujeres esperan volver a las ‘comodidades de la casa’ o a la rutina de siempre. Me ha tocado ver cómo aumenta el estrés y la frustración de no encontrar un tiempo y un espacio propio”, explica.

Una de las raíces del problema, explica la psicóloga, es que el trabajo doméstico siempre ha sido subvalorado. “Aún escucho a niños que dicen ‘mi mamá no hace nada’ si es dueña de casa. Entonces, no te enseñan a descansar, porque cuando no haces ‘nada’, no tienes por qué cansarte”, dice.

La académica de la Universidad de Chile, Johanna Camacho, asegura que este es un problema con raíces históricas que se sigue perpetuando a través de los estereotipos de género. “Las mujeres han sido responsables de asumir que estas labores de cuidado, como ocurrió en la pandemia, siempre ocupan un lugar prioritario y se deja de lado el autocuidado”, dice.

Además es en esta época cuando se empieza a considerar todo lo que la vuelta escolar significa: lista de útiles, uniformes y la logística de marzo, tareas que recaen con mayor fuerza sobre las mujeres.

En un mundo ideal, agrega, las mujeres deberían tener acceso a un “espacio personal, privado, en donde puedan desconectarse, pensar sobre lo que desean y ocupar su tiempo en actividades propias” porque los distintos roles que ejercen en el día a día saturan su carga mental.

Es un rol que para Cornejo se va asumiendo desde la infancia y que es difícil de sacudir. “Las mujeres desde niñas vamos asumiendo este rol, cuidando a los hermanos más pequeños, a veces incluso a los más grandes. Rara vez, vemos niños varones a cargo del cuidado de sus hermanos más chicos, entonces no es fácil lograr adecuar las obligaciones y desligarse de algunas tareas”, dice.

Pero para ella es clave ir buscando un equilibrio en la distribución de tareas, no solo para lograr el descanso, sino también para no heredar a nuestros hijos la “visión de una adultez sobrecargada y agotadora”.

La autora británica y presentadora de radio de la BBC, Claudia Hammond, ha investigado este tema a fondo. En su libro, El arte del descanso, concluye que las mujeres modernas sienten culpa de tomarse una pausa significativa por el simple hecho de que siempre hay algo más que hacer. Su consejo es aferrarse a los beneficios mentales que el descanso puede generar en nuestro organismo.

“Lo que tienes que decirte a ti mismo es: hay beneficios comprobados de que esto mejorará tu salud mental, tu memoria y tu función cognitiva. Aunque un día termines con tu lista de tareas pendientes, al día siguiente llegarán nuevas tareas. Si te sientes culpable por descansar, recuerda que las pausas son buenas para tu salud mental”, dice.

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