Cuando el sexo duele
Las inquietudes que surgen en torno a la sexualidad suelen ser infinitas, sin embargo, muchas veces son omitidas por miedo a que se traten de una excepción. En Paula quisimos conversar sobre estos temas abiertamente y darles un espacio a ustedes, nuestras lectoras, para que puedan plantear sus dudas y los expertos ayuden a resolverlas.
LA PREGUNTA
Empecé la relación con mi pololo cuando los dos teníamos 20 años. Llevamos cuatro años juntos y aún no hemos podido tener sexo. La principal razón es que a mí me duele.
Al comienzo, mis amigas trataban de tranquilizarme diciéndome que me relajara, que no era tan terrible, pero yo ni siquiera le contaba a mi mamá lo que me pasaba porque me daba vergüenza. El año pasado, después de años intentándolo, empezaron las primeras peleas con mi pololo y recién ahí me animé a hablarlo con ella. Mi mamá fue mucho mejor consejera que mis amigas y me llevó al ginecólogo. "El sexo es lo más natural del mundo", me dijo.
Me diagnosticaron himen imperforado y para corregirlo me hicieron una cirugía. Aunque la solución implicaba operarse me quedé tranquila porque el problema era algo físico y no mental. Eso me alegró, porque de alguna manera sentía que saliendo del pabellón todo se iba a solucionar, pero han pasado más de seis meses desde mi cirugía y, a pesar de que mi ginecólogo dice que está todo normal, aún no puedo tener sexo
. Se ha vuelto un tema cada vez más frustrante, porque todavía no sabemos la razón.
No soy pudorosa y tengo mucha confianza con mi pololo. No le tengo miedo al sexo y me gusta mi cuerpo. Tampoco tengo malas experiencias anteriores ni abusos de infancia; ni siquiera sigo una religión.
¿Por qué no puedo tener sexo?
Consuelo, 24 años, estudiante.
LA RESPUESTA
Existen muchas patologías que generan dolor o dispareunia -que es como se conoce el coito doloroso- y una de ellas es el himen imperforado. Esta fina membrana elástica que cierra el orificio superficial de la vagina se desarrolla de distintas formas; mientras lo normal es que tenga una abertura, hay ocasiones en las que tiene varias e incluso hay mujeres que nacen sin himen, lo que es completamente normal. Cuando esta membrana no cuenta con ninguna perforación, se habla de himen imperforado, una patología que por lo general se descubre en la pubertad porque no permite que la sangre menstrual salga de la vagina.
Al momento de enfrentarse al sexo, específicamente a la penetración, las mujeres que tienen este tipo de himen pueden presentar dolor, así lo explica la kinesióloga experta en sexualidad Odette Freundlich. "El himen está lleno de mitos y se le ha atribuido una carga social importante. Muchas mujeres tienen temor a que se rompa, que sangre mucho o que duela en la primera relación sexual, pero esto no es así. Hay mujeres a las que les duele y otras a las que no, incluso hay algunas que ni siquiera sangran. Este tejido es tan frágil y delgado que muchas veces se rompe al hacer actividad física intensa, al introducir y sacar tampones o en la masturbación", dice.
Por eso, si una mujer no logra tener relaciones sexuales porque le duele o porque siente que el pene no entra en la vagina, debe pasar por un examen físico que permita ver la indemnidad del himen y a partir de eso buscar un tratamiento que puede ir desde masajes y maniobras para distenderlo, hasta una cirugía. Si habiendo tratado esta patología -o cualquier otra que genere dolor- las molestias persisten, entonces podríamos estar hablando de algo más que físico.
Miedo al dolor
Se conoce como vaginismo y "es una disfunción sexual que consiste en una contracción involuntaria de los músculos de la vagina frente al intento de penetración vaginal. Es una reacción refleja, por miedo al dolor", explica la especialista. Se produce no solo cuando la mujer está en un encuentro sexual, también ocurre frente al examen ginecológico, al tratar de introducir un dedo o cualquier acercamiento al área genital.
Son varias las causas que pueden estar detrás de este miedo incontrolable al coito y, según Odette Freundlich, generalmente están relacionadas a razones como la educación muy restrictiva, religión, desinformación (temor al sangramiento y ruptura del himen, por ejemplo), miedo al embarazo, pensamientos culposos, experiencia dolorosa anterior y trauma sexual. "En Chile la principal causa es la desinformación; mujeres que ni siquiera se miran o tocan esa zona", cuenta.
No se puede tener una estimación respecto de qué tan frecuente es esta disfunción sexual en el país, porque "es un problema que no se conversa. Yo he atendido a parejas que llevan 20 años de relación sin poder penetrar y después lo logran", comenta la kinesióloga. Sin embargo, en los centros de disfunciones sexuales es habitual y las mujeres que consultan por vaginismo representan aproximadamente un 17%.
La psicóloga y sexóloga, directora del centro de estudio y psicoterapia Sexología Chile, Valeria Rosales, dice: "Es importante conocer el origen del miedo para saber cómo trabajarlo. En el caso de Consuelo, por ejemplo, hubo un problema médico que le provocó dolor, y aunque ya se trató, puede ser que el temor a sentir nuevamente molestias sea tan intenso que su cuerpo se contrae y al intentar penetrar le duela. Es un círculo vicioso".
Educar para el placer
Otra de las causas del dolor es la respuesta sexual insuficiente. "En ella existen diferentes fases: deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución. En este proceso se producen muchos cambios: la vagina se alarga, se expande, el clítoris se erecta, el útero se mueve y la zona en general se lubrica. Cuando nos saltamos una de estas fases y vamos directo al coito se produce dolor", explica Odette.
Es por eso que la sexóloga habla de la importancia que tiene la educación sexual. "La excitación en los hombres suele ser más rápida y muchos no se preocupan de respetar los tiempos de su pareja. Yo he visto, especialmente en mujeres mayores de 30 años, que tienden a fingir más los orgasmos. Hay muchas que no se atreven a decirles a sus parejas que no quieren tener sexo o que creen que el dolor es parte del sexo, y eso es solo falta de educación sexual. Las nuevas generaciones, en cambio, son distintas; con el auge del feminismo se empezó a hablar más de la sexualidad femenina, un tema que antes era tabú. Ellas son cada vez más capaces de decir que no tienen ganas. Si una mujer no tiene un orgasmo no tiene para qué fingirlo, tiene que aprender a desarrollarlo".
El orgasmo se conforma con excitación y placer. La primera es la parte corporal, fisiológica, y la segunda es la interpretación neuro-emocional-cognitiva de bienestar. Hay parejas que llegan a una consulta diciendo ¿por qué al principio, cuando nos conocimos, no necesitábamos pasar por todas estas etapas de juego sexual previas al coito y ahora sí? "Lo que ocurre ahí -explica la sexóloga- es que en los primeros tres meses hay muchas sustancias químicas a nivel cerebral que están trabajando en relación al deseo, entonces la persona solo con ver al otro empieza con el proceso de excitación. Por eso las parejas que llevan más tiempo tienen que ir aprendiendo a conocer también al otro. Qué es lo que le excita y sus tiempos son clave para tener una buena vida sexual".
En el caso de las mujeres una buena opción es la masturbación. "Hay que tener claro que una mujer no porque logre la penetración va a sentir más placer. Según estudios, solo el 25% de las mujeres logra tener orgasmos con penetración. Y según mi experiencia, ese porcentaje es mucho menor. Esto se explica porque el clítoris tiene ocho mil terminaciones nerviosas y la vagina solo cuatro mil. Las mujeres podemos vivir sin penetración, y esa es la realidad. Pero en una relación heterosexual es entendible que se busque el placer en ambos, y eso involucra la penetración. Hay técnicas como buscar posiciones adecuadas o estimular con la mano o juguetes, pero finalmente lo más importante es que cada uno conozca su cuerpo y el del otro, y respeten sus tiempos para tener una sexualidad placentera y sin dolor", concluye Odette.
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