LA PREGUNTA

"Después de un mes de distanciamiento social y niños sin clases, lo que más leo en el chat del curso de mi hija menor, que tiene 4 años, es que los pequeños están retrocediendo. No se refieren al tema escolar, sino que a cuestiones como el control de esfínter, aumento de las pataletas y al hecho de que hacerlos dormir en la noche se ha transformado en todo un desafío. Yo también lo he sentido así. Si bien mi hija antes de todo esto se hacía pipí algunas veces, creo que ahora es más seguido. Y el mayor las últimas semanas se ha pasado a mi cama todos los días. Me gustaría saber por qué está pasando esto y si podemos hacer algo para ayudar a nuestras hijas e hijos".

Natalia Herrera (39), diseñadora.

LA RESPUESTA

En estos casos se podría hablar de un mecanismo de defensa o de autoprotección. La psicóloga infanto juvenil de Vida Integra, Karen Cristi, dice que estas reacciones les permiten a las niñas y niños volver a un estado de mayor alivio. "Esta pandemia ha traído cambios importantes en la rutina de todos, además de estrés y tensión dentro de las familias. En este contexto, los pequeños pueden presentar conductas regresivas. Esto significa que si bien habían alcanzado ciertos logros, se devuelven a una etapa anterior donde ellos se sentían más seguros". Una de las razones, según la experta, es que los menores, particularmente aquellos que están en la etapa pre escolar, no verbalizan lo que sienten fácilmente y entonces la conducta se transforma en la expresión de sus emociones.

La psicóloga infantil de Clínica Santa María, Mariela Baquedano agrega que estos retrocesos se suelen dar en períodos significativos de cambios. "Esta pandemia es un ejemplo, pero hay muchas otras situaciones que los pueden generar, como el nacimiento de un hermano, cambiarse de colegio, la separación de los padres o cualquier cosa que los saque de su estructura normal".

En un artículo publicado por la doctora Lauren Knickerbocker, en el Centro de Estudios del Niño de la NYU Langone, se plantea que en tiempos de Covid-19 algunas de las conductas en que preferentemente las niñas y niños han presentado retrocesos son ir al baño, vestirse y comer solos, tener más pataletas y presentar trastornos del sueño, que van desde la eliminación de las siestas, hasta las pesadillas nocturnas.

Según los expertos, una de las variables que influye en esto es que por más que los padres traten de generar rutinas dentro de la casa, hay cuestiones que son irremplazables, como la sociabilización. "Los escolares tienen horas fijas en el día donde van todos juntos a hacer alguna actividad. Sin las señales sociales que se generan cuando ven que todos sus amiguitos hacen pipí o comen la comida, es probable que se olviden de ir al baño y tengan algún accidente o que, por ejemplo, se demoren en comer más que cuando ven que sus compañeros comen más rápido", explica Cristi.

Por todo lo anterior, es importante que los padres no se alarmen con estos retrocesos, ya que según explica la especialista, es una señal de que la niña o niño necesita más apoyo o atención. Algo escaso en estos días en que los padres tienen que lidiar con el cuidado de sus hijos, su trabajo y las tareas domésticas al mismo tiempo.

¿Cómo los apoyamos?

Ambas expertas coinciden en que la rutina es importante, pero de manera flexible, porque es entendible que los padres estén agobiados con la exigencia de mantener rutinas en momentos de crisis. Karen Cristi dice que "se deben sostener dentro de lo posible ciertas actividades. Esto les permite a las niñas y niños recordar que las cosas no han cambiado por completo. Y no se trata de tener un horario repleto de tareas, sino que de mantener ciertos ritos como por ejemplo ver una película todos los viernes por la tarde. Ese sentido de la normalidad es reconfortante para ellos".

"En muchos casos cuando los padres intentan hacer rutinas rígidas terminan por estresarse ellos y el resto de la familia. Por eso si en definitiva ven que los pequeños no quieren dormir a la hora que solían hacerlo sino que una hora más tarde, hay que dejarlos. Eso no les hará daño a largo plazo y, si ayuda a mantener la calma familiar, bienvenido sea", agrega.

Otra cosa que los ayuda en este proceso es pasar tiempo de juego con los padres. La psicóloga Baquedano dice que "jugar y dibujar son buenas estrategias para que los pequeños expresen sus emociones. En estas situaciones de crisis tenemos la posibilidad de construir algo muy valioso, que se llama resiliencia. En las niñas y niños significa enfrentar la experiencia, sobrellevarla, superarla y ojalá salir fortalecidos, con nuevos aprendizajes y herramientas que van a poder utilizar a futuro".

El refuerzo positivo es lo que más repiten los expertos en este tipo de situaciones. "Jamás debemos retarlos por haber retrocedido en una conducta, porque se van a asustar y no van a querer avanzar", dice Cristi. Baquedano complementa: "Es como si necesitaran hacer una pausa en su camino evolutivo. Tenemos que estar disponibles y validar sus emociones", ya que está comprobado que el refuerzo positivo es más eficaz que los retos, incluso cuando no estamos viviendo una crisis mundial.

También -concluyen- deberíamos ser menos exigentes con nosotros mismos como padres. Si los pequeños se hacen más pipí que de costumbre o se pasan más veces a la cama de los papás en la noche, está bien. No estamos viviendo una situación 'norma'l y por tanto es esperable que las cosas no funcionen como lo establecen los libros o la ciencia.