La historia del Colectivo feminista Autoras Chilenas -conocido como auch+- empieza hace cuatro años, un 8 de marzo de 2019, a meses del estallido social y a tan solo un año del comienzo de la pandemia; podríamos decir en otro Chile y en otro mundo. Ese día, un grupo de escritoras mujeres de generaciones muy diversas se autocovocaron a través de redes sociales para marchar por primera vez juntas. “Cuestiona tu cánon” era su llamado. Narradoras, poetas, dramaturgas, editoras, autoras de literatura infantil, de ensayo y de autoayuda, conocidas y no tan conocidas, consagradas y emergentes; la convocatoria fue histórica. A pesar de sus evidentes diferencias, todas esas autoras de libros sentían la misma rabia por el canon de literatura universal; siempre dominado por hombres. Porque sí, aún se siguen publicando mucho más a hombres que mujeres, se entrevistan más escritores hombres que mujeres, en las universidades se leen más escritores hombres que mujeres. Hay una famosa foto de ese primer encuentro, en ella se ve a Diamela Eltit, Andrea Jeftanovic, Isabel Parra, Alejandra Costamagna, Claudia Apablaza y una veintena de otras autoras y editoras vestidas de negro y pañuelo morado registrando el deseo de marchar juntas para interpelar al medio y cambiar en algo ese canon masculinizado.
El cuestionamiento colectivo de esa marcha desataría en los meses posteriores más y más preguntas entre las escritoras chilenas y seguiría sacando a la superficie otras incomodidades. ¿Por qué las mujeres ganan menos premios literarios? ¿Por qué se adjudican menos fondos del libro? ¿Por qué son minoría en los jurados? ¿Por qué las juntan a todas en un solo saco de “nicho” para las ferias y seminarios? ¿Por qué su literatura va siempre con el apellido “femenina”? Se autoconvocaron a un segundo encuentro en una librería, esta vez para conversar y reconocerse. Allí asistieron más escritoras, Pia Barros, Lina Meruane, Carmen Berenger, Nona Fernandez, Carla Guelfenbeim. A partir de esa jornada en que volvieron a verse las caras, en una conversación más pausada y reflexiva, vinieron una serie de asambleas que derivaron en el nombre Auch+ y en un manifiesto que trajo acciones en común, siempre bajo la voluntad de reparar la desigualdad histórica que las mujeres llevaban viviendo en el área de la literatura, así como el de celebrar, potenciar y visibilizar la escritura de mujeres.
Hoy, ese colectivo cumple cuatro años. Cuatro años en el que el mundo y ellas cambiaron. Un estallido social sacudió sus cimientos y las llevó a cuestionar sus privilegios, un proceso constituyente las obligó a radicalizar sus posturas y comprometerse políticamente y una pandemia, que profundizó con crudeza las desigualdades de género, las empujó a trabajar desde los territorios llevando libros a las ollas comunes y creando bibliotecas donde más se necesita. Porque ya no se trataba solo de visibilizar a las escritoras, sino de devolverle al oficio el rol social que merece. Aquella foto de la primera marcha se disgregaría, algunas se irían, llegarían otras, les tocaría una y otra vez cuestionarse y repensarse para seguir adelante, pero ante todo y desde aquel 8 de marzo siempre marchan juntas bajo el mismo lienzo. Hoy, dicen haber construido una organización horizontal, colaborativa, sin jerarquías, distante de los métodos patriarcales de la competitividad y desconfianza. Un panel de abejas obreras donde algunas salen, otras entran, pero todas trabajan juntas para conectar la escritura de mujeres con las necesidades sociales actuales desde los feminismos. Aquí, cuatro de sus casi cincuenta integrantes repasan el camino recorrido desde entonces, reflexionan sobre los desafíos de trabajar en colectivo y reafirman lo que las une y sigue convocando a escribir un camino juntas.
Larissa Contreras, escritora, actriz y guionista.
“Hay algo muy enriquecedor en formar parte de una colectiva. El hecho de salir del aislamiento propio del oficio, el escuchar otras voces susurrando, el saber que hay otras compañeras bregando en las mismas líneas creativas y también políticas ha sido muy estimulante. Conocer otras formas de trabajo, distintos procesos creativos y preocupaciones, el hecho de compartir saberes, de alimentarme de otras experiencias, de relacionarme con otras escritoras más grandes que llevan una vida trabajando en el campo creativo y cultural es iluminador. Esto va más allá de las amistades propias de las afinidades, que las he hecho, es un asunto de comunión y de lealtades que son importantes porque los afectos son fundamentales. Encontrarme codo a codo con un grupo de mujeres tan diversas con exigencias tan firmes y afines a las mías, me encendió y entendí que podía situar mi creatividad en el activismo, y soñar con que la actividad literaria realmente podría incidir en nuestra realidad tan desigual. A pesar de las múltiples diferencias entre unas y otras, el espíritu porfiado y también creador se mantiene intacto. Hoy concibo la actividad artística necesariamente ligada a la civilidad y la vida política, porque no se puede establecer contacto si una misma no está conectada a la vivencia social, a la vida está en la calle, en las casas, los barrios y en las humanidades. Se escribe por desacuerdo, por incomodidad y mi escritura busca ser crítica. Creo que he aprendido en la práctica lo que es el feminismo en toda su nobleza. Trabajar colectivamente y ver trabajar desinteresadamente a mis compañeras es algo que me alimenta y me hace crecer. Me conmueve hasta los huesos el presenciar que otras despliegan su energía, comparten sus saberes y regalan su tiempo en acciones que nos benefician a todas.”
Eva Débia, periodista y escritora
“Cuando vi a todas esas mujeres tan diversas, muchas consagradas y reconocidas y otras recién iniciando el andar con timidez y curiosidad, pero todas al alero de la creación mediante la palabra, algo me pasó: sentí pertenencia: allí no era un bicho raro, todo lo contrario, era una más. Ese sentido de estar “entre las mías” fue electrizante. El camino escritural es súper solitario, y no es novedad que las mujeres debemos robarle minutos a las funciones que la sociedad nos ha encomendado para articular un cuarto propio donde refugiarse y escribir. Antes de AUCH+, esta porfía de seguir escribiendo y buscar espacios para difundir mi trabajo era a pulso, con mucha incertidumbre, baches y malos ratos, debiendo además luchar contra las inseguridades personales y el entorno patriarcalizado que tanto nos perjudica. Hoy, francamente no concibo mi camino como escritora sin ser parte de esta colectiva; juntas hemos ganado autoconfianza, empoderamiento, autoestima y validación, entendiendo que el proceso de aprendizaje colectivo es muchísimo más enriquecedor que el camino en solitario. No hemos estado excentas de conflictos, porque disentir es una parte esencial de cómo entendemos una colectiva pluralista e inclusiva. Pero hacer explícitas las disidencias nos ha permitido trabajar en los puntos de encuentro, en lo nuclear que es precisamente la diversidad. Somos un organismo vivo y mientras algunas deciden replegarse, otras toman la posta para seguir adelante”.
Beatriz García Huidobro, profesora y escritora
“Me parece muy significativo que las escritoras nos hayamos unido y organizado. A primera vista puede parecer simple pero no lo es, implica cambiar muchos de los paradigmas que todas las personas tenemos. Auch+ se organiza como un colectivo horizontal, sin jerarquías, con diferentes comisiones que trazan sus propias tareas y transmiten sus avances en las sesiones ampliadas. Hemos demostrado que se puede funcionar de este modo, que se dejan atrás vanidades o afanes personales por aportar a una orgánica que no es rígida y que se basa en la confianza. En lo personal ha sido muy gratificante conocer a tantas mujeres altamente vinculadas emocional e intelectualmente con la literatura. También ha sido muy impresionante la generosidad entre nosotras, en todo orden de cosas, en lo afectivo, en lo laboral, en lo colaborativo. Siempre he tenido el convencimiento de que la asociatividad, los gremios, los sindicatos, permiten el logro de cambios significativos y modifican las inercias. Sola en el mundo, es imposible obtener los avances que se consiguen desde la unión entre personas con objetivos comunes.”