Demandada por ser homosexual: “El divorcio culposo es una causal homofóbica”
Durante 15 años, Paula Sarria estuvo con su ex marido, con quien tiene un hijo y una hija. Durante los últimos años la relación se empezó a desgastar, según ella, por temas íntimos. Tanto, que en 2018 le planteó la separación definitiva. “Seguimos viviendo juntos, pero en piezas separadas, porque él no se quería ir. Cada uno vivía su vida y eso a él le acomodó bastante”, recuerda sobre esa época.
Paula trabajaba en un proyecto educativo de orientación Waldorf en la Cuarta Región, al que ese mismo año se sumó Claudia Escobar, quien en paralelo vivía su propia crisis matrimonial. “Yo me había querido separar en 2017, pero no había tenido la valentía para hacerlo”, cuenta sobre su relación con el padre de sus tres hijos. “Él era violento desde un punto de vista psicológico y, en octubre de 2018, le puse una denuncia por violencia intrafamiliar”. Eso fue lo que decretó el fin definitivo de la relación.
En un comienzo la relación de Paula y Claudia fue de amistad, pero con los meses ambas empezaron a sentir cosas más profundas por la otra. Hasta ese entonces, Paula nunca había cuestionado su orientación sexual. Todo era nuevo para ella, por lo que se lo confidenció a una de sus hermanas. Bastó ese hecho para que se corriera la voz y la historia llegara a oídos de su ex pareja. “Él me encaró porque se sintió engañado. Le dije que no tenía una relación con Claudia, pero sí le admití que estaba sintiendo cosas por ella”.
Pese al enojo, él no se quiso ir de la casa que compartían. “Me tuvo encerrada, me quitó las tarjetas, las llaves, el auto. Fueron días en los que me trató pésimo, me insultaba y me quitaba a los niños porque no quería que estuviera cerca de ellos. Según él yo estaba enferma. Me hizo sacar las cosas del clóset porque no quería compartir espacios conmigo. Ni siquiera un centímetro”.
Con el paso del tiempo, Paula empezó a retomar su vida, pero asegura que siempre controlada sobre sus horarios y con quién se juntaba. “Su enfoque era que no siguiera con lo que estaba sintiendo, porque él no tenía ninguna intención de terminar la relación ni de irse de la casa”.
Finalmente, él accedió a separarse, y en octubre de 2018 se fue de la casa, lo que trajo como consecuencia que empezaran a buscar conciliaciones para el cuidado de los niños y programar las visitas. Y aunque su ex pareja nunca quiso extender ni aumentar sus visitas parentales, ella notó, desde un principio, que los problemas vendrían por la su relación con Claudia y el patrimonio familiar.
“A principios de 2019 pedí el bien familiar de mi casa porque constantemente amenazaba con quitármela, porque cuando hay divorcio los patrimonios dejan de ser bienes familiares. Y ahí fue cuando me demandó por divorcio culposo”, explica y agrega que, aunque se esperaba que le hicieran una demanda con causal de infidelidad, jamás se imaginó que la acusarían por conductas homosexuales. “Junto a su abogada pusieron esta demanda pensando que iba a desistir para evitar la exposición. Trataron que yo cediera y entregara la casa, y que no pidiera nada. Me decían que me fuera con Claudia a cambio de plata y de dejar a mis hijos”, relata sobre lo que vino después.
Durante el año pasado, hubo una serie de audiencias y mediaciones para que algunas de las partes desistieran de sus posturas y así evitar el juicio. Pero no consiguieron llegar a acuerdo. En paralelo, la ex pareja de Claudia también estaba siendo representado por la misma abogada.
El 15 de abril de este año, a Claudia le quitaron a sus hijos bajo el argumento de vulneración educacional y de salud. Educacional porque estudian en una escuela Waldorf, cuyo método de enseñanza no es el tradicional y donde se realizan exámenes libres para acreditar los cursos. Y de salud, porque como familia se trataban con medicina antroposófica y vacunaban a sus hijos con vacunas alternativas a las ministeriales.
Una semana después, apareció una demanda por cuidado personal contra Paula por negligencia educativa, siendo que, según cuenta, su ex pareja partió con ella en el proyecto Waldorf, la ayudó a levantar la escuela y siempre participó de ella. “El problema era que Claudia y sus hijos también estaban ahí”, dice.
“Una causal homofóbica”
Una demanda de divorcio culposo implica que no es necesario acreditar tres años de separación en caso de mutuo acuerdo o un año en caso que la separación sea unilateral. Pero también significa que a la parte demandada no le corresponde compensación económica por un incumplimiento directo de los deberes maritales establecidos en la ley.
Actualmente, existen seis causales por las que se puede demandar por divorcio culposo: Atentado contra la vida o malos tratos graves contra el cónyuge y/o los hijos; transgresión grave y reiterado de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad; ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples delitos contra el orden de las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas, previstos; alcoholismo o drogadicción; tentativa de prostituir al cónyuge o hijos; y conducta homosexual.
“La historia de esta causal se basa en dejar constancia y sancionar los matrimonios por pantalla”, explica la abogada Constanza Valdés. Y agrega: “Es un prejuicio homofóbico y bifóbico, porque castigaría la orientación bisexual”. Esto, en cuanto una persona puede ser bisexual y haber tenido una pareja del mismo sexo, para luego casarse con una persona del sexo opuesto. Esa persona podría con el tiempo demandar por divorcio culposo por la conducta sexual anterior de su pareja.
“Lo que busca resguardar esta medida está vinculado a la fidelidad que se deben los cónyuges, pero ya existe una causal al respecto, por lo que no es necesaria otra referida a la conducta homosexual, que además se puede prestar para muchas interpretaciones. Y no tiene más sentido que una homofobia interiorizada”, explica la abogada.
A propósito del caso de Paula, el pasado 23 de junio la jueza del Juzgado de Familia de Coquimbo, María Antonieta Santibáñez, presentó un requerimiento de inaplicabilidad contra el que supone la homosexualidad como causal de divorcio culposo. Un mes después, el Tribunal Constitucional lo declaró admisible.
Por esto, a partir del 29 de julio el Tribunal Constitucional dio un plazo para que el Juzgado de Familia de Coquimbo, el Congreso Nacional o el Presidente de la República presenten observaciones o antecedentes al respecto. Se tratará de la tercera vez que el Tribunal Constitucional se pronuncia sobre esta causal, y en las dos oportunidades anteriores se ha desestimado el requerimiento de inadmisibilidad.
“A veces me pregunto si tendría tantos problemas si no estuviera con Claudia”, cuenta Paula. “Tengo claro que muchas de las cosas que me pasan son coletazos de lo que le pasa a ella, pero no me arrepiento de nuestra relación. En ningún minuto”.
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