Al convertirnos en padres y madres hay muchas cosas que no sabemos, porque la gran mayoría se van aprendiendo sobre la marcha. Y está bien que sea así, porque la crianza es un constante descubrir y aprender para ambos lados. Eso sí, en el desarrollo del lenguaje no podemos perder tiempo ni descubrir tardíamente su importancia cuando un niño está a punto de cumplir 3 años y nos comienza a preocupar la ausencia de éste. Basta con ver los niveles de comprensión lectora que tenemos en Chile para realmente preocuparnos del desarrollo del lenguaje y todas sus implicancias.

Esta preocupación debe comenzar desde el día uno, ya que desde que nacemos comenzamos a comunicarnos de diferentes maneras; con gestos, sonidos y expresiones faciales y corporales para comunicar y compartir lo que sentimos y nuestras necesidades básicas. Para muchos, suena raro comunicarse con un ser que no habla, por lo tanto, equivocadamente, no les hablan a sus guaguas. Claro, no se puede entablar un diálogo de palabras con ellas, pero existen otras formas de dialogar y comunicarnos, interacción que tendrá un impacto directo en el desarrollo del cerebro. La capacidad de los seres humanos de comunicarnos es la habilidad y la intención de conectarnos con otros y de intercambiar ideas y emociones de manera verbal y no verbal. Y para dar comienzo a estas interacciones se requiere de dos personas. Una es el adulto a cargo, el cuidador, ya sea la madre, padre u otra persona que pase muchas horas al día con el bebé.

Con un bebé recién nacido, y durante sus primeros meses, podemos responder a sus señales de hambre tratando de contenerlos mientras nos preparamos para alimentarlo: "¿tienes hambre?" o "yo te estoy preparando tu leche", o si lo vamos a mudar, podemos ir enunciando lo que va pasando. Aprovecho de decir que el momento de la muda es un gran momento de conexión y de comunicación, no solamente un hábito de higiene. Es un gran momento de apego, de contacto visual, cercanía y construcción de la confianza. Cuando salimos a pasear, podemos ir mostrándoles los árboles, por ejemplo, al mismo tiempo que vamos contando lo que vemos. Y también nunca olvidarse de la importancia de las canciones y de la lectura desde esta edad.

A medida que van creciendo, iremos viendo señales más claras de parte de ellos con una mayor intención comunicativa, a la que debemos responder. Debemos seguir hablándoles, mirándolos a los ojos cuando lo hacemos, siempre tratando de establecer una conexión. Pero no es solo hablarles sin parar, sino de dejar que ocurra una interacción de ida y de vuelta.

La universidad de Harvard impulsa con fuerza la técnica de "serve and return" (servir y devolver), que funciona parecido al deporte, entre el bebé y su cuidador. El bebé o niño "sirve" en la búsqueda de una interacción, ya sea con contacto visual, expresiones faciales, gestos, movimientos o sonidos, y el adulto "devuelve" hablándole, poniéndole atención o incluso con una risa o expresión facial. Lo importante es el intercambio para ambos lados. Estos intercambios son los cimientos para el desarrollo del cerebro del bebé y para el futuro desarrollo de otras áreas. Además, es una buena manera de identificar el tipo de experiencias que son las que construyen una buena estructura cerebral.

Esta técnica de "serve and return" tiene 5 pasos:

  1. Recoger o recibir lo que el bebé o niño trata de comunicar y compartirles nuestra atención en esto. En algunos casos un niño es capaz de apuntar con su mano lo que le interesa y eso nos facilita la tarea, pero en el caso de bebés más pequeños debemos poner atención a donde sus ojos estén mirando. Al hacer esto, comenzaremos a identificar con mayor claridad sus intereses y necesidades.
  2. Devolver el servicio reconociendo lo que quieren mostrarnos, ya sea con una expresión facial, una sonrisa o tratando de identificar cuál es el objeto que está llamando su atención y acercárselos. Esta devolución es una manera de incentivar y premiar su curiosidad e intereses. Además, les mostramos que estamos escuchándolos.
  3. Cuando hacemos la devolución, también es importante nombrar el objeto que el niño ve o tratar de ponerle un nombre a lo que está pasando o lo que el niño puede estar sintiendo. Al hacer esto, se producen conexiones cerebrales fundamentales, incluso si el bebé o niño aún no habla. Esta función podemos ir haciéndola constantemente durante el día. Si vamos al supermercado, podemos ir mostrándoles la fruta al mismo tiempo que la vamos nombrando y describiendo. Esto le va entregando al niño un set de palabras que luego pondrá en uso.
  4. Tomar y respetar turnos. Luego de hacer la devolución, debemos esperar y dejar el espacio para que el niño o bebé responda. Esperar es crucial, ya que esto debe ser un intercambio y no solo un monólogo. Esto, además, es el inicio del desarrollo del auto control. El esperar le da la oportunidad de construir sus propias ideas y nos da el espacio a nosotros los adultos de comprender mejor sus necesidades.
  5. Practicar comienzos y términos. Los niños son muy claros al hacernos ver cuando han perdido el interés por algo y pasan a la siguiente actividad. En la medida en que estamos compartiendo su foco de interés podremos darnos cuenta cuando están listos para comenzar algo nuevo. Dejarlos liderar estos comienzos y términos de sus intereses hace que tomen confianza en explorar el mundo que los rodea y los motivamos a que haya la mayor cantidad de interacciones de "servir y devolver".

Incorporar esta técnica consciente de comunicación nos permite disfrutar más todavía de nuestro bebé por lo que, idealmente, la convertiremos en parte de nuestra interacción diaria. Si además combinamos esto con la lectura de un libro o cuento diario estaremos sentando cimientos fundamentales para el buen desarrollo del lenguaje de nuestros hijos y dejando el terreno fértil para el desarrollo de otras habilidades.

María José Buttazzoni es educadora de párvulos y directora del jardín infantil Ombú. Además, es co-autora del libro "Niños, a comer", junto a la cocinera Sol Fliman, y co-fundadora de Soki, una plataforma que desarrolla cajas de juegos diseñadas para fortalecer el aprendizaje y la conexión emocional entre niños y adultos.