LA PREGUNTA

Llevo un año con mi pololo y nos gusta experimentar a la hora de tener sexo. Pero no hemos tenido sexo anal, porque me da miedo que me duela o que se produzca una infección. Mis amigas ya lo han hecho y a mí me llama mucho la atención. Me gustaría saber si es peligroso y cómo puedo disfrutarlo.

Valentina, 22 años.

LA RESPUESTA

El sexo anal es una práctica antigua que remonta a la Antigua Grecia. De hecho, en Europa, durante el siglo XIX, se le decía "sexo griego" para que sonara más sofisticiado en los prostíbulos. Acá en Chile es una práctica común y es más frecuente de lo que se cree. Así lo afirma el presidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (SOCHOG), Ricardo Pommer.

Higiene

Se suele pensar que el sexo anal es antihigiénico o sucio debido a la materia fecal que produce el intestino y que expulsamos por el ano. Pero no debería serlo. La presidenta del Instituto Americano de Sexología (INASEX), Karen Figueroa, explica que "si se mantiene la práctica de manera correcta y como corresponde, no debería ser antihigiénico".

El ginecológo Ricardo Pommer dice que es normal que si practicamos este tipo de sexo salga materia fecal de la zona, salvo si te preparaste antes de hacerlo. Además, dice que hay diferentes alternativas para evitar que eso pase. Por ejemplo, hay personas que antes de tener sexo se hacen un "fleet" que es un lavado a la ampolla fecal que es donde se juntan las depocisiones, parecido al lavado intestinal que se realiza en las colonoscopias.

Karen Figueroa recomienda la opción de las duchas anales. Estas "se pueden adquirir en un sex-shop. Son unos artefactos que se enroscan en la ducha teléfono y se introducen a través del ano. Con éstas se puede hacer un lavado relativamente profundo que puede asegurar que la penetración sea limpia". Sin embargo, agrega que "siempre habrá materia fecal pero por lo menos con la ducha nos aseguramos que tendremos un área bastante más limpia". Por último, explica, una manera de no tener contacto con la materia fecal de tu pareja es el uso de preservativo. La sexóloga recomienda su uso en cualquier tipo de sexo.

Infecciones

Con el sexo anal surgen las dudas respecto al contagio de infecciones o enfermedades. Pommer dice: ''Es más probable contagiarse teniendo sexo anal que vaginal, debido a que el ano no está hecho para este acto. Por lo tanto, al tener sexo anal, el ano sí o sí va a sufrir lesiones y rupturas perceptibles o no perceptibles. Esto quiere decir que se va a exponer a una mucosa desprovista de protección. Si hay una eyaculación y el hombre es portador de cualquier enfermedad, por ejemplo de VIH o algún tipo de hepatitis, las posibilidades de contraerla serán mayores''.

La sexóloga concuerda. Dice que es más probable contagiarse de una enfermedad sexual por el ano que por la vagina ya que la morfología o la superficie son distintas y están diseñadas para usos distintos. Por eso es importante hacerlo con cuidado, pero agrega que, sin duda, es una zona que podemos disfrutar en lo sexual sin ningún problema.

Aun así, es lógico que si no se practican los resguardos correspondientes podamos contagiarnos de una hepatitis o una infección de transmisión sexual. "Hay más posibilidades de contagio porque en el fondo las paredes del ano pueden sufrir micro abrasiones con el roce, que pueden deberse a la falta de lubricación, lo que a su vez puede generar un rompimiento de las paredes a nivel microscópico. Y como en el ano hay materia fecal, hay más posibilidades de contacto de las heces con la sangre y esto puede producir infecciones", concluye.

Dolor

"El sexo está hecho para disfrutarlo y nunca debería doler, independiente del tipo de sexo. Si te duele es porque no lo estás haciendo bien y, si es así, intenta evitarlo porque podría causarte un problema mayor en términos sexuales y puede derivar en alguna disfunción sexual más grave". Así lo plantea la sexóloga y atribuye el problema del dolor a la falta de lubricación y dilatación en la zona.

El ginecológo dice que el dolor se debe a que "el pene es más ancho y menos blando que una deposición. Entonces, al expandir el ano, se produce ese dolor. Eso explicaría porque a algunas personas les duele y a otras no".

Para que no se produzca esto, tenemos que tomar algunas preocupaciones extra. Estas tienen que ver principalmente con la lubricación y la dilatación. Así lo explica la sexóloga y agrega que el ano, a diferencia de la vagina, no es tan elástico, no se dilata y no se lubrica por sí solo.

Para potenciar la dilatación se recomienda usar un dilatador y el dedo. Estos deben estar lubricados idealmente con un lubricante a base de silicona o hibrido, no a base de agua porque ésta se absorbe y no será efectiva. Tampoco es ideal usar la saliva.

Otra manera de evitar el dolor es que la persona penetrada, independiente del sexo, tenga el control de la penetración. La sexóloga recomienda usar la posición del misionero en donde la persona que penetra está abajo y la persona penetrada está arriba. "De esa manera la persona penetrada mantiene el control de la profundidad y del ritmo. Eso es absolutamente necesario para asegurar una relación sexual placentera para que la persona penetrada no sienta dolor. Y así, tener una práctica segura con menos dolor y, por ende, una menor posibilidad de abrasión anal y menos posibilidades de infección", explica Figueroa.

Placer

Hay infinitas maneras de tener un orgasmo ya que este se produce en el cerebro. Con el sexo anal también puedes tener uno, pero va a depender de cada cual. "El orgasmo depende de cuán agradable sea la experiencia. Si es placentero, sobre todo en las primeras veces, nos aseguramos una práctica más saludable las siguientes veces" afirma Karen Figueroa.

"En general, cuando las personas, independiente del sexo, han practicado el sexo anal de manera dolorosa, cuesta más centrarlo en lo placentero. Pero, al contrario, cuando ha habido más experiencias positivas, la persona tiende a tener relaciones sexuales más placenteras y con más probabilidades de llegar al orgasmo" concluye la sexóloga.