“Por catorce años tuve implantes mamarios. Cuando me los puse me dije: ‘esto me va a hacer más bonita, esto me va a hacer sexy’. Ya había amamantado a tres niños, mis pechos estaban preciosos, pero yo en ese momento sentía que me iba a ver más guapa así. Cuando me los puse fue un antes y un después, estaba muy contenta. Mi autoestima se elevó. Pero nunca se me informó realmente lo que significaba tener un implante”, cuenta María Paz Urra, maquilladora y directora creativa de Proartstudio.
Tiempo después, comenzó a tener varios síntomas que en ese momento consideró normales y que no asoció con sus implantes: caída del pelo, visión borrosa, tinnitus -zumbido en los oídos-, inflamación en las articulaciones y lumbago. Pero la gran alerta roja llegó cuando uno de sus hijos la abrazó fuerte y algo en su interior ardió. “Mi pecho sonó y me dio un dolor en el centro que me llevó a urgencias. Me mandaron a hacer una ecografía y una mamografía y ahí salió una inflamación entre el cartílago de la costilla que está más cerca de los pechos. Me fui a hacer exámenes y no dieron con el diagnóstico. Seis meses después fui a hacerme otro examen y ahí encontraron que el implante estaba roto. A través de un escáner supe que tenía una ruptura intracapsular, extracapsular y silicona en los ganglios. Demoré tres meses en operarme”, cuenta.
María Paz empezó a estudiar el tema. Se dio cuenta de que había muchos grupos de mujeres que se habían sacado los implantes tras distintas dolencias y que había información a la que ella no tuvo acceso cuando decidió hacerse ese procedimiento estético. “Hay que informarse bien cuando uno entra a pabellón, hay que saber las consecuencias. Si alguien me hubiese informado de todos los contratiempos que tiene una explantación, sobre todo con un implante roto, no me hubiera operado”, dice.
Tras remover los implantes, en abril de 2022, sus síntomas comenzaron a desaparecer. Se sintió liberada. “Aprendí que soy mucho más que un implante. Que si bien quedaron cicatrices, fue doloroso y caro, fue también un salto cuántico a lo que yo soy como persona. No voy a ser más ni menos porque tengo celulitis, porque tenga implantes. Es como un chip que fue desprendido de mi ADN”, dice. “Recomiendo a toda mujer que antes de hacerse cualquier procedimiento investigue y estudie”, agrega.
Una cirugía que aumenta en el mundo, pero no en Chile
Desde el 2017, la operación que ha tenido un mayor aumento a nivel mundial ha sido la explantación o remoción de implantes de silicona, según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética. Entre 2017 y 2021 se duplicaron este tipo de cirugías y se proyecta que seguirán en aumento.
Existen varias razones por las que las pacientes deciden librarse de la silicona. La primera es, como lo fue en el caso de María Paz, por molestias y complicaciones de salud.
“Hay toda una discusión de si existe o no un llamado Síndrome de Asia, que es cuando los implantes producen respuestas inflamatorias en tu cuerpo. Algunas pacientes buscan sacarse los implantes por eso, porque pueden desarrollar una enfermedad autoinmune, pero no hay una relación cien por ciento demostrada. Hay algunas pacientes que al sacarse los implantes efectivamente disminuyen las molestias articulares y otras que no, no hay una relación de causalidad”, explica la cirujana plástica del Hospital de la Universidad de Chile, Claudia Albornoz. La experta es enfática en decir que todas las personas que tengan implantes deben hacerse chequeos.
“Los implantes mamarios son seguros y están súper probados, pero como son dispositivos médicos ajenos a tu cuerpo, hay que controlarlos. Lo recomendable es hacerse al menos una ecografía al año para ver si hay una alteración, una contractura capsular, líquidos o si está roto”, explica.
La segunda razón de este aumento en explantaciones mamarias es por un giro en la estética actual. Si en los 90 y 2000 se posicionaron los implantes grandes, que según la Clínica Aurea oscilaban entre 300 y 400 gramos, hoy se busca un estilo más proporcionado al cuerpo de cada persona. Por eso, muchas personas han decidido cambiarlos por piezas más pequeñas o directamente, librarse de ellas.
Esta es una práctica que sin embargo en Chile aún no es común. “En otros países ha aumentado más, pero en mi práctica es raro”, explicó el exdirector de investigación de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica y cofundador de Clínica Aurea, Stefan Danilla. 1 de cada 4 pacientes quiere implantes menores, puntualiza. “En lo personal no he visto esta tendencia, bajaron los volúmenes hace unos años, pero últimamente han subido, especialmente el año pasado y este”, dice.
Según la experiencia de Albornoz, las pacientes que más solicitan esta intervención son mujeres mayores de 50 años, coincide en que no es una tendencia general. Sí ha presenciado un cambio en los tamaños que se solicitan. “Tiene que ver con este movimiento que nos enseña que todos los cuerpos son diferentes, que no hay que tener necesariamente mamas grandes y paradas, sino aceptar el cuerpo femenino y sus cambios”, dice.