"Me costó mucho encontrar un lugar donde tener mis cosas, porque los materiales que ocupo son tan grandes, que necesito harto espacio; uno para bodega y otro para trabajar.

Toda la vida quise tener un escritorio muy ordenado, pero me es imposible. Al final, lo uso sólo para contestar mails o hacer cosas chicas, como cálculos para materiales. El resto, lo hago de pie en el atril. Mi taller casi siempre está desordenado, con hartas cuerdas cortadas en el suelo y tijeras por todos lados. Pero ahora que estoy más instalada, tengo espacio para guardar los materiales, accesorios, y los pedidos que me hacen. Aún creo que debo resolver ciertas cosas en cuanto a orden, pero son detalles.

Jamás boto nada. Y para eso tengo un canasto donde guardo todos mis retazos. Los dejo ahí con para que no se ensucien, porque siempre les encuentro un uso. También tengo guardados muchos palos. Cada vez que camino por la calle recojo de todos tamaños y formas, ya que me sirven para colgar mis tejidos.

Me gusta trabajar escuchando podcasts gringos. Como mi trabajo es súper solitario, necesito a alguien que esté hablando constantemente, como una suerte de compañía. Aunque hago muchas clases afuera, en este espacio de trabajo siempre estoy sola.

Desde que llegué a Santiago, las plantas han sido muy importantes para mí. Siempre han estado y en todas partes; en mi pieza, mi living y, por supuesto, en mi taller.

Me encantaría tener un escritorio ordenado, pero en realidad no va con mi personalidad. No sé si podría ser capaz de tener siempre un espacio pulcro. Tengo la tendencia de trabajar desordenadamente, o con cosas en el suelo. Trabajo en el caos y luego ordeno. Pero para después volver a dejar caos. Es mi ciclo, supongo".

Valentina Valenzuela es diseñadora de muebles y objetos, y creadora de Nudo Silvestre.