Economía Social: "Debemos empezar a pensar en el bien común y no en que cada uno se salve solito"
Ni Estado ni mercado. Es un tercer sector que va en auge, basado en la organización comunitaria democrática y protagonizado por la ciudadanía. Mario Radrigán, doctor en Economía y especialista en Economía Social hace 40 años, la vislumbra como una promesa para hacer frente a la crisis: "Nos hemos ido transformando en un país con muchos problemas que van a ser difíciles de solucionar sin una mayor cuota de solidaridad".
Sector sin fines de lucro, empresas B, tercer sector, Economía social, circular, solidaria o popular. En Chile es cada vez más común escuchar estos conceptos, que se han incorporado como materias en la formación universitaria y se han desarrollado de forma exitosa en emprendimientos relacionados a temas como energías renovables e inclusión laboral. Y si bien no es un modelo nuevo, ha resurgido en un contexto de crisis ambiental, sanitaria y social como la promesa de un futuro más sustentable.
La Economía Social aglutina a todas las organizaciones y empresas que no pertenecen ni a la economía estatal ni a la privada tradicional. O sea, no son del sector público, como los ministerios, municipios o Codelco, ni tienen como finalidad generar una rentabilidad del capital, como tiendas, supermercados o restoranes. Son las cooperativas, fundaciones, corporaciones sin fines de lucro, mutuales, asociaciones gremiales, juntas de vecinos, sindicatos, organizaciones indígenas y comunitarias, entre otras. En el país, todas estas entidades aportan el 5% del empleo y corresponden al 3,5% del PIB, mientras que la economía pública el 25% y la privada tradicional el 75%, según datos del Banco Central y los ministerios de Hacienda y Economía. Aunque es importante señalar que no todas las organizaciones de la Economía Social están conformadas de manera legal.
Si hay alguien que sabe de economía social, es Mario Radrigán. Lleva cerca de 40 años dedicado a esto, desde que, en 1980, entró a la universidad de Chile a estudiar Antropología Social y comenzó un trabajo como voluntario de Caritas Chile, por lo cual colaboró con cooperativas de alimentación y vivienda. Se doctoró en Economía Aplicada y actualmente es director del Centro Internacional de Economía Social y Cooperativa (CIESCOOP) de la Universidad de Santiago.
¿Va en aumento la Economía Social en Chile?
Sí. Hay un dato bien impactante. Usando la misma metodología, un estudio del PNUD arrojó 106 mil organizaciones de este sector en 2005 y en 2015 un estudio del CPP de la Universidad Católica arrojó 226 mil. Chile es el país de América Latina más densamente poblado de organizaciones de la Economía Social. Desde la crisis económica de 2008, la gente empezó a mirar otras alternativas menos extractivistas para la sociedad. Aunque no se le ha dado prioridad a este tema y no han sido sistemáticas en el tiempo, sí ha habido avances en políticas públicas y algunos ministerios y servicios se han abierto a apoyar este tipo de organizaciones, algo totalmente distinto a lo que ocurría durante el gobierno militar. También influye el recambio generacional. La gente joven tiene está buscando formas distintas de organizar las empresas, de vincularse con la sociedad y con la economía.
¿Crees que actualmente hay un espíritu más solidario?
Creo que siempre ha habido un espíritu solidario. En Chile hubo una desvirtualización de esta palabra, ya que se ha entendido solidaridad como algo caritativo. En la Economía Social nos referimos a solidaridad como ayuda mutua. Y esto es una constante. Un ejemplo: hay 2 millones 400 mil habitantes de sectores rurales, del cual un 98% se provee de agua a través de cooperativas o comités de agua potable rural. Ahí no está la empresa privada, es la gente la que se organiza hace casi 60 años. El tema es que nos hemos encerrado en un mundo bipolar, negro o blanco, donde las cosas son o más mercado o más Estado. Pero subterráneamente está esta economía que ha funcionado siempre, y que actualmente es más importante poder estimular y reconocer.
¿La Economía Social es excluyente o complementaria al sistema económico actual?
Hay un grupo que promueve reemplazar la economía de mercado por una basada en el trueque, el trabajo voluntario o la moneda social. Yo veo muy difícil que un sector desaparezca, ya sea el estado, la economía capitalista o la economía social. No existe ningún país en el mundo que sea así. Más que aislar los actores de estos sectores, pienso que es interesante mantener la diversidad y buscar espacios para su complementación. El centro de la OCDE que se dedica a la economía social acuñó un concepto bien interesante: economía plural. Se basa en la no discriminación de ninguno de los tres sectores de la economía. En Chile se discrimina: si quiero crear una AFP o un banco con una estructura jurídica cooperativa la ley me lo impide, mientras que en Francia el principal banco privado es una cooperativa.
¿Qué cambios se deben hacer para lograr esto?
Se requiere un reconocimiento constitucional de la Economía Social, para que sea apoyada de manera sistemática más allá del gobierno de turno. Otro factor importante es que los actores de la economía social logren integrarse en estructuras como federaciones. En Brasil, por ley, las cooperativas tienen que destinar un 5% de sus utilidades a un fondo nacional, lo que permite que dispongan de 180 millones de dólares para programas de formación. Allá hay cinco estados en donde las cooperativas crearon sus propias universidades. En Europa existe la Social Economy Europe, que reúne a 15 confederaciones nacionales de ese continente. Una realidad muy diferente a la de Chile, donde existen aproximadamente 15 mil fundaciones y corporaciones sin fines de lucro y la plataforma más grande que las reúne suma apenas a 120 de ellas.
¿Qué es lo que puede aportar la Economía Social a Chile?
Chile tiene cifras macroeconómicas que son muy buenas, pero una fragilidad en microeconomía que es muy dura y nos va a seguir penando. La nuestra no es la economía del conocimiento, no es vanguardia de desarrollo. Nos hemos ido transformando en un país con muchos problemas que van a ser difíciles de solucionar sin una mayor cuota de solidaridad, participación y ayuda mutua. Debemos empezar a pensar en el bien común y no en que cada uno se salve solito. Necesitamos sentirnos parte de un mismo buque donde no hay un carro de primera, otro de segunda y otro de tercera, como en el Titanic, donde los de la última clase no tenían botes para salvarse. Las organizaciones de la economía social tienen una larga trayectoria promoviendo, dentro de la diversidad, un sentimiento de igualdad y de solidaridad entre la gente. Es muy fuerte la satisfacción de que emprendimos colectivamente y avanzamos todos juntos.
Las claves de la economía social
Los cinco principios fundamentales de la Economía Social son la solidaridad, la participación, la libertad, la autoformación y la orientación hacia el bien público. Para diferenciar claramente a las organizaciones que forman parte de este modelo existen tres criterios básicos, refrendados incluso en marcos jurídicos que rigen a Chile y también de alcance internacional.
1. Son entidades que satisfacen necesidades de bienes y servicios de sus asociados o de terceros. La motivación de alguien que crea una organización o empresa de la economía social no está centrada en maximizar sus utilidades; su objetivo central es satisfacer una necesidad.
2. Su gestión suele ser democrática, bajo el criterio "una persona, un voto". Es decir, la toma de decisiones de la entidad se hace considerando a todas las personas que la componen, independiente de cuánto aporte de capital o de trabajo haya hecho cada una. "Esto es algo que está en el ADN de estas organizaciones. Ha sido así desde la primera organización, incluso con temas muy curiosos desde un punto de vista histórico. Por ejemplo, en la primera cooperativa del mundo, en Inglaterra, en 1844, participaban mujeres, con derecho a voto y a ser electas, en igualdad de condiciones que los hombres. En Chile, el registro de la primera cooperativa es de 1871 en Valparaíso y aparecen tres mujeres como socias: dos dueñas de casa y una costurera", cuenta Mario Radrigán.
3. Los dueños de estas entidades son a la vez sus clientes o usuarios. En todas las cooperativas, por ejemplo, las socias y socios son dueños y beneficiarios de esta.
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