Chile cambia de piel
Desde el 27 de agosto circula la edición 49º Aniversario: especial inmigrantes. Lee a continuación la editorial de este número, de la directora de Paula, Constanza López.
Paula 1207.Sábado 27 de agosto de 2016.
Paula está casi llegando a sus 50. Este mes la revista cumple 49 años de vida, manteniendo un liderazgo editorial que se basa en visualidad, en contenido y en la capacidad de retratar y descifrar los temas que van marcando a la sociedad chilena. Ese ha sido su sello durante medio siglo: reflejar, adelantar, sintetizar.
Hace un año exacto, cuando recorrimos el país para elaborar la edición Aniversario 2015, que titulamos "Santiago no es Chile", comenzamos a hablar de los nuevos inmigrantes y de cómo estaban permeando nuestra cultura, nuestro paisaje y nuestras costumbres y, de paso, generando nuevos desafíos sociales.
Durante estos meses, desde distintos ángulos, fuimos siguiendo el fenómeno de las últimas olas migratorias, que comenzó con fuerza a comienzos de la Transición con la llegada de peruanos, y que hoy se hace visible en la numerosa y creciente presencia de colombianos, haitianos, dominicanos y colonias afrodescendientes. Ya son cerca de 500 mil personas las que se han instalado en Chile, el 70,3% proveniente de América del Sur. Buena parte de ellos, mujeres.
La mayoría busca un futuro más promisorio que el que le ofrece su país de origen, algunos han llegado arrancando de la violencia. Unos y otros cargan tristezas por lo que dejaron y esperanzas frente a lo que vendrá. Unos y otros encuentran en Chile un refugio, no siempre perfecto, no siempre acogedor, pero finalmente un espacio, un lugar donde sembrar sus sueños, donde emprender.
En esta edición especial indagamos en las motivaciones, sentimientos y miradas sobre esta inmigración. Quisimos conocer y dar a conocer esa épica de volver a empezar en otra tierra, de quebrarse el lomo y de reinventarse, pero también de romperla y salir adelante.
Quisimos aprovechar la visualidad de Paula para rescatar el nuevo y vibrante estilo que la inmigración está desplegando en las calles, ese en el que quizás todos reparamos, pero que no se había puesto en contexto. Recorrimos la multiculturalidad de los campamentos en Antofagasta e investigamos el drama del tráfico de personas dominicanas; en fin, nos empapamos de las nuevas capas culturales que se van superponiendo cada vez más rápido y que se reflejan en la moda, la gastronomía, la música, los libros y el arte.
Sin pretender idealizar –como país estamos llenos de pendientes en esta materia, pendientes que también se abordan en estas páginas–, una gran convicción recorrió nuestro trabajo: una sociedad abierta, inclusiva y diversa es una mejor sociedad y una mejor herencia para nuestros hijos. Chile puede ser, para muchos, un buen lugar para volver a comenzar.
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