Paula 982. Sábado 25 de agosto de 2007.
Todos los miércoles, cuando llega la hora de recreo, la salita de adobe que está en medio del patio de la Escuela Agroecológica de Pirque es visitada por alumnos que llevan en su bolsillo un pequeño frasco de vidrio color ámbar. El envase está casi vacío y tiene una etiqueta blanca con el nombre de los alumnos: Julio, Pablo, Ramón. Ellos pertenecen al primero medio C, el curso más difícil de este colegio gratuito que recibe a jóvenes vulnerables socialmente. Vienen de familias muy pobres, son repitientes, tienen problemas de aprendizaje y de agresividad.
La puerta se abre. "¿A quién le toca?", pregunta la terapeuta floral. La salita está calefaccionada, suena una música suave y hay varias repisas repletas de esencias florales: para la tolerancia, la autoestima, el respeto.
"Cuando estos niños llegaron en marzo, eran muy reactivos: si los molestaban, contestaban de inmediato pegando. También eran inquietos y les costaba mucho estar sentados escuchando a la profesora. Como escuela nos interesa justamente ayudar a este tipo de niños y empezamos a preguntarles qué les pasaba y a felicitarlos cuando hacían algo bueno. También les ofrecimos tomar esencias florales", señala Marianne Müller, la fundadora del colegio, que es además, terapeuta floral. Fue a ella a quien se le ocurrió introducir las esencias en la sala de clases, hace ya diez años. Hoy, en la Escuela Agroecológica de Pirque, los alumnos, los profesores y los funcionarios toman esencias florales.
La terapia floral es un sistema terapéutico que fue creado por el médico galés Edward Bach, bacteriólogo y homeópata que murió en los años treinta. Si bien tiempo después se han sumado otros sistemas de flores –Bush, California, Rosas y Orquídeas– basados en los mismos principios, la gracia de las 38 flores silvestres seleccionadas por el doctor Bach es que apuntan a las emociones básicas, sobre las que tienen un efecto armonizador.
Bach, quien se dedicó a investigar el origen de las enfermedades, concluyó que la génesis de la infelicidad y la enfermedad no es material; proviene más bien de los estados negativos de la mente, como la cólera, la inseguridad o el miedo. Los síntomas físicos serían el último eslabón de un conflicto emocional y profundo que debe ser corregido. Eso es lo que se supone que hacen las flores: erradican una actitud equivocada, reforzando la virtud opuesta. Es decir, los temerosos requieren una esencia floral para el valor, los indecisos, una para conectarse con su propia sabiduría.
Marianne Müller considera un logro que los alumnos del primero C dejaran de utilizar la pala como un arma. "Como ésta es una escuela técnico-agrícola, los alumnos aprenden sobre producción vegetal y salen al campo a cultivar. La primera vez que a los jóvenes de ese curso les pasaron una pala, la utilizaron para golpearse. Ahora, ya no son tan impulsivos, tienen más autocontrol y están aprendiendo a solucionar sus diferencias hablando. Solitos se acercan con sus frascos a pedir esencias, porque se han dado cuenta que las flores pueden ayudarlos", dice.
La energía
La terapia floral se ha extendido en el último tiempo. Existen más de 500 especialistas acreditados en la Asociación Gremial de Terapeutas Florales, que vela por el ejercicio de esta práctica y cuenta con código de ética. A su vez, el Ministerio de Salud la incluyó en el Decreto 42, que regulará a las terapias complementarias, dándole el reconocimiento de auxiliares de la medicina tradicional. Uno de los criterios por los que se seleccionó la terapia floral, así como la acupuntura y la homeopatía, es su alta demanda.
La acción terapéutica de los remedios florales es puramente energética y muy difícil de medir o cuantificar. "Al igual que la homeopatía, la terapia floral trabaja con cantidades infinitesimales que no se pueden medir. Pero no hay duda de que en ellas existe energía: algo tienen que tener si las personas logran un cambio emocional que repercute en los trastornos físicos", señala el doctor Jaime Sepúlveda, del Área de Medicina Alternativa y Complementaria del Minsal. Ingrid Heitmann, directora del Instituto de Salud Pública, ISP, agrega. "Las esencias florales son agüita solarizada. No extraen algo material de la planta, no es algo tangible o cuantificable por la ciencia. Las concentraciones de energía que tiene son tan pequeñas que no sabemos cómo medirlas", dice.
"Edward Bach, el inventor de la terapia floral, tuvo una visión sagrada de la naturaleza y vio en las flores la expresión de un desarrollo evolutivo más alto, la expresión de la divinidad. Bach descubrió que cada flor es tan particular, porque representa alguna cualidad arquetípica que, además, tiene una correspondencia con los grandes temas que las personas han de trabajar en sus vidas: el egoísmo, el orgullo, la crueldad, la inestabilidad", explica Patricia Carrión, terapeuta con 19 años de oficio y docente de este sistema.
Para extraer esa cualidad que vive en la flor, Bach inventó un sistema muy sencillo con el que se elaboran estos remedios energéticos: la solarización. Las flores se cortan en condiciones óptimas y en su propio hábitat y se depositan en un cuenco de cristal con agua mineral, donde se dejan algunas horas.
"Al pasar a través de ellas la energía del sol, el agua se apropia de la energía de las flores; así se obtiene la tintura madre que luego se diluye en agua mineral con brandy en proporción para obtener las esencias", precisa Patricia Carrión, una de las pocas terapeutas que prepara ella misma las flores descritas por Bach. Las ha buscado por todo Chile: en la Patagonia encontró la Madreselva y en Valdivia el Impatiens, las que por ser silvestres no pueden cultivarse y se recogen en el sitio donde crecen. "Lo que se le da al paciente es una frecuencia que actúa sobre los campos sutiles de las personas: desbloqueando, armonizando", resume Patricia.
Curar por otro lado
Durante sesenta días Cynthia Oliveira (28) habría preferido no despertar. Abría los ojos tras escuchar el llanto de Nicolás, su guagua que entonces tenía dos meses y era incapaz de moverse de la cama. "No quiero vivir otro día más así", pensaba.
A Cynthia el llanto de su guagua le causaba mucha angustia. No sabía cómo calmar al niño, que rechazaba la leche aunque estaba con bajo peso. Tampoco contaba con ayuda, porque durante el día su marido trabajaba y porque ella es brasileña y su familia está a 20 mil kilómetros de distancia. Cynthia le gritaba a Nicolás que se callara. Pero el niño lloraba más fuerte. Y Cynthia terminaba llorando con él.
Un psicólogo le diagnosticó depresión posparto y le recetó fluoxetina, pero no quiso tomarla porque es naturista. En cambio, aceptó el pasaje a São Paulo que le envió su madre y unos frasquitos con esencias florales que le recetó la mamá de una amiga, que es terapeuta floral. El primer día, Cynthia se tomó un frasco completo. El segundo día y ya en Brasil con su madre, volvió a tomar esencias y, por primera vez en dos meses, no se descontroló cuando su hijo se puso a llorar.
"Esas dos semanas que pasé en Brasil me rearmé entera. Por un lado, estaba con mi mamá, con toda su comida y sus cuidados Y, por otro, estaban las esencias florales que tomaba a cada rato. El efecto fue inmediato: empecé a tener paciencia. Cuando Nicolás lloraba lo tomaba en brazos, le hacía cariño, le hablaba despacio. Él se quedaba tranquilo. Entonces me di cuenta que mi hijo estaba tan asustado como yo", dice Cynthia ahora, cuatro meses después y aún tomando esencias florales cuando se siente sobrepasada.
La neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes lleva varios años complementando su tratamiento tradicional con esencias florales. Trabaja con varios terapeutas, entre ellos su hermana gemela, María Ester, con quien acaba de publicar el libro La terapia floral para niños de hoy (Ediciones B). En ese libro, la neuropsiquiatra hace una invitación a sus colegas a abrirse "al código amoroso de las flores".
"Las flores tienen una acción química en el organismo porque trabajan con energía. Pero lo hacen en otra dimensión, entran por otro lado, el emocional y espiritual profundo, que la psiquiatría suele dejar fuera. Es la falta de amor la que enferma y las esencias florales, al permitir la apertura energética que se bloquea cuando alguien sufre, permite nuevamente este fluir amoroso que, al final, es el que sana", señala Amanda Céspedes.
El psiquiatra Héctor Bazán, que es director de la Escuela de Psicología Transpersonal de la Universidad del Pacífico, utiliza como herramientas terapéuticas el yoga, la meditación y las esencias florales, las que suma a la sicoterapia. Sus pacientes, dice, lo buscan justamente porque quieren conocerse mejor y buscar alternativas a los remedios tradicionales.
"Me ha ido bien usando esencias en quienes sufren crisis de pánico, depresiones, estrés o angustia. Pero en los trastornos de personalidad más duros, como los borderline, no tienen mayor acción y se requiere trabajar con otros elementos", señala Bazán.
Bazán subraya la importancia de contar con un buen diagnóstico antes de tomar esencias florales. "Porque si es una evaluación errada, las esencias no van a tener el efecto esperado y pierdes tiempo y la confianza de esa persona". El psiquiatra cree que para hacer un buen diagnóstico el terapeuta tiene que contar con bastante experiencia. "Hay que saber detectar el problema de fondo, teniendo claro que las esencias no sirven para todo: para el ataque al hígado no sirve, pero sí para trabajar la rabia que puede haber provocado ese ataque", dice.
El caso de Claudia Barreto (30) ilustra bien esta mirada. Ella recibió un diagnóstico de gastritis y colon irritable. En efecto, tenía vómitos recurrentes y dolores estomacales, pero, además, estaba muy mal desde que llegó a vivir a Santiago. Claudia, brand manager de Calvin Klein, es peruana y se vino por trabajo. "Cuando recién llegué fue terrible; me sentí muy sola. No conocía a nadie. Me quedaba trabajando hasta las nueve de la noche para no llegar a mi departamento vacío, lloraba mucho y llamaba a cada rato a Perú", cuenta.
Buscando ayuda, llegó a una terapeuta que trabajaba con electromagnetos y esencias florales, quien le dijo que su problema era el miedo y la angustia que estaba sintiendo y le recetó una pócima floral. "El cambio fue gradual. Lloraba menos y recuperé las ganas de hacer cosas: si el fin de semana estaba despejado, partía a Viña o al Cajón del Maipo. También empecé a invitar a mis compañeros de trabajo a tomarnos un trago o un café después de la oficina", dice.
Lo que más le gusta a Claudia de esta terapia es que el problema sigue existiendo, pero cambia la manera de asumirlo. "Ya no me desespero, puedo buscar soluciones". Claudia ya no vomita ni tiene dolores de estómago.
Flores para la pena
La Unidad de Oncología Infantil del Hospital Sótero de Río es diferente al resto del hospital. Fue remodelada completa hace poco tiempo y luce luminosa y alegre, con las paredes pintadas de colores. En una oficina que es utilizada por el personal médico, junto con un calentador de agua, té y café, hay un set completo de esencias florales. En este lugar, los niños con cáncer, sus familiares y el personal tienen la opción de tomar esencias.
"El cáncer es una enfermedad muy dura y hace tiempo que en esta unidad asumimos que la parte médica no daba respuestas totales. Y eso nos permitió abrirnos a las terapias complementarias", señala la pediatra Rosa Moreno.
Hace diez años llegó a la unidad un grupo de voluntarios ofreciendo reiki. Tras numerosas reuniones médicas para evaluar la conveniencia de aceptarlo, y luego de que los médicos probaran en ellos mismos de qué se trataba, dieron el visto bueno a que los pacientes que lo desearan recibieran reiki. "Nos dimos cuenta que no hacía daño y mejoraba la adhesión de los pacientes al tratamiento, porque los dejaba más relajados y tranquilos" explica la pediatra.
Interesada en los beneficios que traía el reiki a sus pacientes, la pediatra hizo un curso y luego otros de esencias florales. "Llegué a las flores con incredulidad, especialmente cuando supe cómo se preparaban las gotas. Como medicamento no tiene nada, entonces me preguntaba cómo diablos funciona. Sin embargo, en mí y en las compañeras que tomaban esencias, vi cambios reales que médicamente no sé explicar".
Tiempo después, Patricia Carrión, la terapeuta con que se formó la doctora Moreno, llegó a ofrecer esencias florales a la unidad de oncología, lo que fue aceptado.
"Nuestros niños están sometidos a procedimientos muy agresivos: quimioterapia, transfusiones de sangre. Entonces, empezamos a darles antes de las transfusiones Rescue Remedy, un preparado floral que está hecho con cuatro esencias y sirve para las situaciones de shock emocional; tiene un efecto tranquilizador. Cuando van a transfusión, les decimos a los niños: 'Ahora vas a respirar profundo con estas gotitas y verás que el dolor pasa'. No puedo asegurar que el dolor desaparece, pero sí que disminuye el miedo hacia el dolor", señala la doctora Moreno.
El personal de salud de la unidad coincide en que estas terapias complementarias han mejorado la salud mental de sus pequeños pacientes, así como de sus familiares, que también requieren de mucho apoyo. Tan familiarizados están los niños de la unidad con las esencias florales, que ellos mismos son capaces de identificar cuando les pasa algo y necesitan las gotas. Un día, un niño le dijo a la doctora Moreno: "Doctora. ¿Puede darme gotitas para la pena? Es que quiero parar de llorar".