Paula 1146. Sábado 16 de abril de 2014.
Es de noche. Fuera el cielo está estrellado. Y dentro del Centro de Astrofísica y de Tecnologías Afines, CATA, de la Universidad de Chile, José Maza (66) ajusta un viejo telescopio alemán para echar un vistazo al que llama "el barrio Vía Láctea". Maza, que es doctor en Astrofísica de la Universidad de Toronto y Premio Nacional de Ciencias Exactas, lleva 40 años investigando y ha contribuido al conocimiento de las supernovas y la velocidad de expansión del Universo. Por esos aportes, hoy existe un meteorito que lleva su apellido, Maza: una roca de 4 kilómetros de diámetro identificada con el número 108.113 y que deambula entre las órbitas de Marte y Júpiter.
Junto a colegas de Cerro Tololo, Maza estudió un tipo muy particular de supernovas, llamadas IA, que son la explosión final de una estrella, cuando se le agota el combustible nuclear que la hace brillar por miles de millones de años. En base a ese estudio crearon una "receta" que fue utilizada por dos grupos de astrónomos, uno de Harvard y otro de Berkeley, para determinar la supuesta desaceleración del Universo y que los llevaría a encontrarse con una sorpresa muy gravitante para el desarrollo de la física: "Se suponía, desde 1929, que el Universo se expandía y la fuerza de gravedad debería ir frenando la expansión, pero, en 1998, esos investigadores norteamericanos descubrieron, por el contrario, que el Universo se está acelerando en su expansión. Se supone, entonces, que existe una fuerza que se opone a la gravedad en gran escala, una fuerza repulsiva originada en una energía de origen desconocido, que se conoce como 'energía oscura', una forma dominante de energía en el Universo y sobre la cual no sabemos casi nada", explica el profesor.
En 1999 le entregaron el Premio Nacional de Ciencias Exactas por esos hallazgos que Maza, hijo de un republicano español que llegó a Chile exiliado, toma con humildad. "Los hombres de ciencia estamos buscando debajo de un farol y sabemos que el misterio y la oscuridad que nos rodea son muchísimo más grandes que la zona iluminada por ese farol". El jurado del Premio Nacional también valoró un aspecto más cotidiano de su trabajo como astrónomo: el de entusiasta y pionero divulgador de la astronomía en Chile.
No es casualidad, entonces, encontrarlo por la noche en el Centro de Astrofísica y de Tecnologías Afines, donde investiga y hace clases, explicándoles a un grupo de visitantes las características de ese viejo telescopio alemán a través del cual mira lo que pasa en el cielo. Dicen sus alumnos que es de rutina verlo fuera de su jornada dando este tipo de charlas a grupos interesados en aprender los principios básicos de esta disciplina, o cargando telescopios portátiles que lleva a colegios rurales –de Calera, Montenegro o Rungue–, para que los estudiantes observen los astros. La idea, confiesa, es que puedan sentir lo mismo que experimentó él en un viaje al observatorio El Tololo, siendo un joven estudiante de tercer año de Ingeniería Eléctrica:
"Pensé, entonces, que permanecer toda una noche estudiando una estrella era mucho más atractivo que estar metido en una oficina como ingeniero; que tenía más poesía ser astrónomo y, después de cuatro décadas, no me arrepiento del camino tomado", recuerda.
¿Qué lo mueve a difundir la astronomía con la pasión que impregna en sus clases y sus charlas?
Mi actual afán de promover la ciencia entre los jóvenes obedece a la lógica que solo con mejor educación Chile podría salir del subdesarrollo. Hay que inculcar el amor por el razonamiento, por el conocimiento, en los niños, cuando están en los primeros años. Hay mucho talento en ese 90 por ciento de niños que no están en la educación privada y yo hago lo que puedo por motivarlos a pensar en astronomía, en ciencias, en matemáticas y en la observación de la naturaleza. Yo me eduqué en el INBA, el mejor liceo de Chile en ese momento y luego estudié en la Universidad de Chile lo que era mi pasión. Era una buena educación gratuita y de calidad y terminar solo dependía del esfuerzo individual.
¿Qué clase de conocimientos comparte con sus alumnos?
Les digo que de la cabeza a los pies somos extraterrestres, porque todos los átomos de nuestros cuerpos se formaron en una estrella. Les explico que somos un planeta dentro de ocho, orbitando una estrella común y corriente de clase media, como es el Sol, dentro de 200 mil millones de estrellas que constituyen la Vía Láctea, que a su vez es una galaxia entre cien mil millones de galaxias que hay en el universo observable. Es decir, cien mil millones de veces 200 mil millones de estrellas y en cada estrella ocho o diez planetas. La verdad de las cosas es que la Tierra es algo totalmente insignificante en la inmensidad del Universo. Pero estos grandes números no son fáciles de entender para la gente.
¿Usted es de los que creen que existe vida extraterrestre?
El gran Carl Sagan, analizaba la ecuación de Drake y decía que en el rango más optimista, uno podía pensar que pudiesen existir un millón de civilizaciones (una estrella de cada 200 mil tendría una civilización) en la Vía Láctea. En cambio, si uno se iba al rango más pesimista de la ecuación, se concluía que había una sola civilización en la Vía Láctea. Desde la perspectiva más pesimista seríamos la única civilización en nuestra galaxia, pero ¿en 100 mil millones de galaxias que existen, es esta la única galaxia donde hay vida? Con toda seguridad que no.
¿Cuál es la importancia de la astronomía y de la investigación científica para nuestras vidas concretas?
Creo que la inquietud intelectual del hombre nos ha llevado a estar aquí conversando hoy día con todos los elementos tecnológicos que tenemos a nuestra disposición. Si no, el hombre todavía estaría puliendo la caverna, dibujando toros en una cueva de Altamira. Cuando Kepler se puso a tratar de entender cómo se movía Marte, nadie pensó que eso tendría mayor implicancia, pero resulta que son las leyes de Kepler las que nos permiten hoy poner un satélite en órbita, a 42 mil kilómetros de altura. Tenemos comunicaciones vía satélite porque manejamos las leyes de Kepler. Gracias a Kepler, Newton descubrió las leyes de la física y de la gravitación universal, lo cual gatilla la revolución industrial y el desarrollo de la ciencia moderna. Cuando la gente se dedica a pensar problemas nuevos, el mundo cambia.
¿Qué repercusiones importantes ha tenido la carrera espacial en la vida moderna?
En los años 60, en un Chile muy politizado, muchos decían que los americanos y los rusos eran unos desconsiderados por gastar millones de dólares en la carrera espacial, existiendo tanta hambre en la tierra. Estados Unidos invirtió, en esa época, 20 mil millones de dólares anuales en tecnología para llevar el hombre a la Luna. La Nasa inyectó cantidades brutales de dinero en la Texas Instrument y en otras empresas y desde allí se desarrolló el Silicon Valley, apareció la Apple, la Microsoft, que hoy están entre las más grandes del mundo. De las diez empresas que tienen más capital en la bolsa, hay cinco que derivan de la carrera espacial. Sin ir más lejos, los celulares, sin los cuales hoy la gente ya no concibe la vida, también son producto de la carrera espacial.
SALIRSE DE ÓRBITA
Usted ha estudiado la velocidad de expansión del Universo ¿Es cierto que los últimos hallazgos demuestran que está en una expansión acelerada?
En el año 98, gracias al estudio de las supernovas, se encuentra que a grandes distancias el Universo se está expandiendo aceleradamente. ¿De dónde sale la aceleración? De una fuerza repulsiva asociada con el vacío. Es como si le hubiesen echado polvos Royal al vacío y está aumentando: mientras más lejos los elementos entre sí, más los empuja el vacío. Al comienzo estuvo ganando la gravedad y el Universo se frenó, y ahora se viene acelerando y se va a seguir acelerando, todo se va a ir alejando de nosotros de manera cada vez más rápida, iremos perdiendo la galaxia de fondo y dejaremos de verla. La Tierra se va a quedar sola.
¿Y con eso se irá acabando el Universo?
Al final el Universo entero se va a transformar en una partícula atómica. Antes se temía que el Universo se frenara y todo colapsara sobre sí mismo, que se iría formando como un puré de partículas y todo moriría en lo que llamábamos un big crunch. Bueno ahora se cree que será una muerte en que nos vamos a ir alejando de todo y nuestro Universo se convertirá en una partícula. La noticia es que vamos directo a la nada: la nada es lo que nos espera.
¿La Tierra es un planeta muy vulnerable?
Sin duda. Bueno, todos los planetas son vulnerables. Miremos lo que le pasó a Venus. Podría haber sido un planeta decente habitado con gente viviendo en una parcelita. De repente se le empezó a evaporar todo, se le fue toda la atmósfera, porque el problema es que en la atmósfera hay equilibrios que, parece, son muy inestables. Si la Tierra se calienta más de lo usual, por ejemplo, el océano se va a empezar a evaporar con mayor facilidad, va a empezar a aumentar el vapor de agua en la atmósfera, y eso impedirá que el planeta se enfríe. En consecuencia, aumentará el efecto invernadero y podríamos terminar con los océanos totalmente evaporados y con una temperatura insoportable para el hombre. Al revés, si baja la temperatura, el vapor de agua en la atmósfera se va a condensar y se va a precipitar, habrá menos evaporación, se va a hacer más transparente el aire y, finalmente, podríamos llegar a tener una edad glacial.
"Es un honor que hayan bautizado a un meteorito con mi apellido, Maza. Pero si alguna vez se sale de su órbita y choca con la Tierra, espero que haya sobrevivientes para que puedan contar que fue Maza el que dejó la crema".
El discurso ecológico radical le atribuye al hombre un poder tremendo de destrucción del planeta pero, al parecer, comparado con el poder transformador de la propia naturaleza parece minúsculo.
Rechazo por completo el discurso ecológico fundamentalista. Pensemos que el Sol es nuestra gran fuente de energía y si se "resfría" la Tierra puede pasar por un proceso terrible. Hay que pensar que hace 65 millones de años cayó un meteorito bien contundente en Yucatán y se produjo una edad glacial en la Tierra que duró como 10 mil años y se murió el 90 por ciento de las especies vivas, entre ellas todos los dinosaurios, porque la cantidad de alimento que había en la Tierra era ínfima. En cualquier momento puede caer un cometa o un rayo en un bosque de Canadá y se quema una enorme masa vegetal sin la intervención humana. Creo que hasta ahora el hombre no ha tenido una importancia radical en el destino del planeta. Pensemos, por ejemplo, que a Marte le sucedió una desgracia que no es atribuible a los marcianos: tenía un campo magnético que lo protegía del viento solar y la radiación solar y cuando perdió ese campo, la atmósfera marciana quedó expuesta al bullying del Sol que está siempre como un dragón soplando y soplando.
¿Qué tan cerca estamos de cumplir las profecías de la ciencia ficción de viajar en el tiempo?
La teoría de la relatividad nos da una posibilidad lógica, teórica, de viajar al futuro: si tomamos una nave y nos alejamos de la Tierra a la velocidad de la luz, el tictac de nuestro reloj se va a hacer cada vez más lento, visto desde la Tierra. Podemos estar un mes en la nave y volver a la Tierra y darnos cuenta de que aquí han pasado 50 años. Ver que nuestros hijos son ancianos y nuestros nietos son tan viejos como nosotros. No hay ningún impedimento lógico para que eso suceda. Es como quedarse congelado en el refrigerador: mi tiempo se detiene y todos los otros siguen envejeciendo. Sin embargo, mientras no seamos capaces de trasladarnos a la velocidad de la luz, ese viaje seguirá siendo territorio de la ciencia ficción, como ha sucedido, por lo demás, con todas las hazañas humanas que en un momento parecían imposibles.
Hay un meteorito que lleva su apellido, Maza. ¿Cómo se tomó ese bautizo estelar?
Por ahora es un honor, pero si llegara alguna vez a salirse de su órbita y chocara con la Tierra, espero que haya sobrevivientes para que puedan contar que fue Maza el que dejó la crema.