El culto a la virginidad y la juventud femenina

La mujer virgen como ideal



A comienzos de 2023, la actriz Brooke Shields (58) volvió a ser protagonista en la pantalla, pero no interpretando a un personaje. Y es que ese año –calificado en los medios como ‘Year of the Girl’– se estrenó Pretty Baby, documental cuyo título hace referencia a una de las primeras películas que protagonizó la actriz en la década de los 70′, y que cuenta su experiencia en la industria del cine y la televisión. Es, además, el documental que reveló la cara que no se vio en el drama homónimo que contenía escenas de desnudo de la protagonista cuando tenía 11 años.

Si bien la sexualización de adolescentes y niñas en el cine y la televisión ya no es una estrategia de marketing tan recurrente como lo fue en décadas pasadas, la juventud, al límite de lo infantil, sigue siendo un canon central de la sexualidad femenina. Hoy las redes sociales son el canal que transmiten, en esencia, el mismo mensaje que glorifica a la mujer joven por sobre cualquier otra cualidad. Este ideal de niña-mujer ha influenciado el arte, el cine, la literatura y la televisión en distintos momentos de la historia y, a pesar de ser ampliamente cuestionado, cada cierto tiempo se renueva y vuelve a entrar en la escena, de alguna u otra manera, de los referentes femeninos. Y es que, si bien el concepto de feminidad evoluciona con los cambios de paradigmas culturales y tradiciones, hay atributos que parecieran estar siempre presentes –a los que se les otorga cierto valor– en cada redefinición del ideal femenino: la juventud y la virginidad como símbolos de inocencia y pureza de una mujer suelen ser de esos.

“La virginidad históricamente ha sido alimentada por narrativas religiosas y que se ha basado en la creencia de que la calidad de una mujer depende directamente de su comportamiento sexual”, dice Pamela Jaime.

En plena cuarta ola del movimiento feminista, atribuir mayor capital social a una mujer simplemente por no haber incurrido de manera autónoma en su vida sexual suena, al menos, inconsistente con los tiempos. Sin embargo, la virginidad es un mandato social plenamente vigente en la actualidad para las mujeres de todas las esferas sociales. De la mano de tendencias –del mundo del marketing– como el ballet core, las trad wives o la estética híper femenina y el coquette, que dominan la conversación en espacios digitales, la fantasía de la mujer-niña que combina paradójicamente inocencia juvenil con el poder de seducción de la femme fatale, vuelven a ser protagonistas del imaginario de la sexualidad y experiencia femenina.

Pamela Jaime, Jefa del Área de Educación de APROFA –organización sin fines de lucro dedicada a la protección de los Derechos Sexuales y Reproductivos– explica que, a medida que se consolidan avances en temas de equidad de género, se van produciendo cambios en las normas sociales y culturales que moldean nuestras ideas sobre lo que es sexualmente deseable en una mujer. La virginidad es una construcción cultural que históricamente ha sido alimentada por narrativas religiosas y que se ha basado en la creencia de que la calidad de una mujer depende directamente de su comportamiento sexual”, explica Pamela. Por eso, la exaltación de la virginidad en el imaginario colectivo puede explicarse como “una forma de resistir o contrarrestar lo que algunos grupos perciben como pérdida de valores tradicionales vinculados a la sexualidad y las relaciones de género”.

Virginidad y capital social

La mujer virgen como ideal

Como toda construcción social, la relevancia de la virginidad es relativa y depende de la valoración que cada persona le otorgue. Por eso, incluso en una época marcada por las reivindicaciones feministas, Pamela Jaime explica que algunas personas pueden atribuirle mucho valor a la virginidad en la construcción de lo femenino. Sin embargo, la especialista enfatiza que en la actualidad no hay evidencia o investigaciones que expliquen más allá de la valoración subjetiva, el resurgimiento de la virginidad como un atributo valioso en la mujer. Y si bien no existe consenso respecto un valor intrínseco de la virginidad ni tampoco de los beneficios que pudiese tener en el contexto actual para las mujeres, sí es claro que tanto la idea de una mujer virgen como la de una joven son nociones más complejas de lo que se ve a primera vista.

Fabiola Jadue, psicóloga educacional especialista en enseñanza integral de sexualidad, explica que el relato de ideal femenino que bordea lo adolescente y lo juvenil, nos habla de una mujer que carece de experiencia en el plano sexo-afectivo, y que “le resta agencia sobre la propia vida sexual”. Ambas características del ideal femenino comparten una connotación más profunda que alude a la inexperiencia y la sumisión de la mujer. A eso le suma que, en este sentido, la virginidad como mandato de género determina qué es permitido y sobre todo, qué es deseable en materia de sexualidad.

Y esto afecta directamente el ejercicio de autonomía y libertad sexual imponiendo un “deber ser”, definiendo el campo de “lo bueno y lo malo” y, también, de “lo esperado” de una mujer en el ámbito sexual. De esta forma, Fabiola aclara que se va construyendo progresivamente un claro patrón de comportamiento dirigido específicamente a las mujeres. “Para minimizar lo que este mandato u otros podrían significar en la vida sexual de mujeres, es fundamental que niñas, niños y jóvenes puedan contar con procesos educativos en Educación Integral de la Sexualidad”, comenta la especialista.

Más allá de las transformaciones sociales y los cambios en nuestra definición de femineidad, la erotización de lo juvenil –o el famoso imaginario ‘lolita’– sigue siendo un punto central en la trama de la sexualidad femenina. En TikTok, las publicaciones vinculadas a los hashtags coquette o coquette aesthetic contabilizan vistas en miles de millones dejando claro que, la visualidad de la niña mujer ha vuelto a consolidarse como un fenómeno masivo entre la Generación Z.

Diseñadores y marcas que se han vuelto referentes de la industria de la moda en los últimos años, como Sandy Liang y Skims –que tuvo a Lana Del Rey, referente indiscutido del coquette aesthetic como cara de su última campaña–, hasta actrices como Zendaya, Sidney Sweeney y Lily Rose Depp, han contribuido al regreso del estereotipo de mujer ‘lolita’. Las caracterizaciones de Dolores Haze en el cine, inspiradas en la novela de Vladimir Nabokov publicada en 1955, reúnen en una preadolescente de 12 años, la apariencia virginal juvenil y el atractivo sexual de una mujer.

Entrelazada con el culto a la virginidad y la pureza, el arquetipo de la nymphet definida por su creador, Vladimir Nabokov, como la “niña o mujer joven sexualmente atractiva” y personificada en Lolita, es uno de los referentes culturales recientes que más claramente dan cuenta de una fetichización de la juventud femenina. La híper sexualización de esa mujer que es niña todavía y que devela una parte de la brecha de género que sigue latente.

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