Este fin de semana vimos El dilema de las redes sociales, un documental recién estrenado en Netflix. Si bien es un buen documental que nos deja mucho para pensar, en ciertos minutos, sobre todo al final, nos lleva hacia el miedo, emoción que muchas veces no nos permite mirar la realidad desde un lugar de tranquilidad para poder reflexionar acerca de las conclusiones que necesitamos sacar acerca de las redes sociales y su uso.
Muchas veces el miedo más que movilizarnos nos entrampa, porque no nos permite pensar, reflexionar y sacar conclusiones de lo que estamos viendo o viviendo. La idea de ver un documental o leer información acerca de las redes sociales es que seamos capaces de usar todos nuestros sentidos y neuronas para lograr sacar, pensar y actuar de manera coherente. Con miedo tomamos decisiones rápidamente para evitar las posibles consecuencias de aquello que nos aterra o abandonamos nuestra capacidad de análisis, porque nuestro cerebro está en estado de alerta y probablemente de escape frente a esa posible amenaza.
Me encantaría hacer un análisis tanto de este documental, como de las muchas cosas que hemos escuchado y leído de las redes sociales desde un lugar más racional y sin tanto miedo. Tenemos información de sobra, pero a ratos siento que nos falta darle una vuelta y tomar una decisión que mezcle lo racional y emocional en torno a ellas. Esta decisión que no tiene por qué ser drástica en términos del uso que le damos a las redes sociales, sino consecuente en términos de saber hacia dónde quiero ir, quién quiero ser y qué quiero consumir en este mundo virtual.
Jean Twenge, psicóloga norteamericana, ha hecho diversos estudios para entender por qué nuestros adolescentes están con los peores indices de salud mental de la historia. Un aumento en las tasas de depresión, ansiedad y suicidio, según su mirada se explican desde la aparición de las redes sociales. Por otro lado, el documental El dilema de las redes sociales, si bien nos habla de estos índices de salud mental, pone un gran énfasis en cómo, a través de algoritmos manejados por inteligencia artificial, nuestras mentes van siendo “manipuladas” o empujadas a consumir un tipo de información en específico. Sin darnos mucha cuenta, y casi automáticamente, comenzamos a consumir el mismo tipo de información que busca mantenernos el mayor tiempo posible conectados. Más allá de todo esto que sabemos y conocemos, hemos pensado sin la emoción y sensación de miedo que ésta información nos produce ¿Cómo nos haremos cargo de esta realidad? ¿Hemos decidido finalmente qué y cuánto queremos consumir? ¿Qué realidad queremos construir?
Hace unos días hablaba con mi amiga psicóloga y coach, Mary Guzmán, y nos preguntábamos qué tipo de consumidores queremos ser. Ella me dijo “necesitamos darnos cuenta de que estamos siendo consumidores pasivos y reactivos de un mundo virtual, más que constructores productivos de nuestra visión de mundo”. Eso que consumimos es lo que creemos y quizás no nos hemos dado el tiempo de cuestionarnos para qué lo consumimos. Debemos ser creadores de lo que queremos para nuestras vida y saber que lo que miramos, consumimos, leemos y buscamos crea una realidad propia y única. ¿Estamos realmente creando esa realidad que queremos o estamos siendo sometidos a una realidad que nos quieren entregar? Sé que es darse una vuelta larga el pensar en la construcción de nuestra realidad, pero si no nos detenemos nosotros como adultos ¿Cómo lo harán nuestros hijos adolescentes? ¿Cómo lo harán nuestros hijos pequeños que convivirán con esta nueva realidad?.
Con mi marido tomamos la decisión de que nuestro hijo preadolescente viera el documental. No con el fin de que se asustarlo, sino para que se diera cuenta de que todo aquello a lo que él le hace click, forma y transforma su realidad. ¿Estás decidiendo bien que eso es lo que quieres ver? ¿Qué estas mirando y compartiendo? ¿En quién quieres transformarte? ¿Qué quieres crear y construir? Seamos “constructores productivos de nuestra visión del mundo”, sin miedos, con certezas. No sacamos nada con aterrorizarnos y ver las redes sociales como nuestro enemigo, porque no sabremos qué hacer con ellas. Elijamos qué queremos crear, en torno a qué queremos construir y cuánto tiempo queremos dedicar a ver el mundo a través de una pantalla o verlo a través de nuestros propios ojos en contacto con la realidad.
Y por último, hagamos el ejercicio de tomar consciencia, todos juntos y en familia en torno al uso de las redes, preguntémonos si son razonables, útiles y si nos aportan. El llamado es a no quedarnos en el desde e ir más allá del miedo que nos provocan las redes sociales y su consumo para pensar y asumir que la tecnología llegó para quedarse y que aquello que queremos crear y creer de ellas está en nuestras manos.
Menos miedo, más cabeza. Lo que siempre tenemos es la posibilidad de elegir quiénes queremos ser, incluso en ese mundo virtual. La posibilidad de elegir cómo vivir y qué crear es lo único que nadie te puede arrebatar.
María José Lacámara (@joselacamarapsicologa) es psicóloga infanto juvenil, especialista en terapia breve y supervisora clínica.