Paula 1128. Sábado 17 de agosto 2013.

El idioma secreto es un entrañable libro de poemas que la escritora chilena María José Ferrada escribió meses después de que muriera su abuela, en julio de 2011. Fue publicado en España, donde ganó el prestigioso premio Poesía para niños Ciudad de Orihuela 2012 y este mes llega a librerías chilenas. Aquí, la autora reflexiona en primera persona sobre el poderoso vínculo que puede nacer entre una abuela y su nieta.

"Cuando los abuelos se van, una parte de la infancia de uno se va con ellos. Mi abuela se llamaba María Mercedes Garcés y murió a los 91 años, en julio de 2011. No tuvo una enfermedad, se apagó de a poco y un día se fue. El día del funeral volví a mi casa a escribir sobre ella, pero tenía tanta pena que no pude. Cuando llegó el verano retomé la escritura y entonces no paré hasta terminar lo que se transformó en un libro.

Mi abuela vivía en Padre Las Casas, una comuna que queda al lado de Temuco, donde todavía se pueden ver por la calle carretones que llevan leña, verduras o fruta. Era una mujer de origen campesino, silenciosa, que se comunicaba con gestos más que con palabras. Cuando yo era pequeña me guardaba los huevos de cáscara azul que ponen las gallinas mapuches o me avisaba qué día nacerían los pollitos, para que los fuera a mirar. Su casa era como un pasadizo hacia otro tiempo: el de la huerta, de la naturaleza que crece en colaboración con el hombre. Escribí este libro porque quería que ese idioma silencioso de mi abuela no se me olvidara nunca. Para que, aunque ella ya no estuviera, su tiempo me siguiera acompañando. Quería que la escritura me sirviera para conservar esa pequeña memoria. Para quedarme con su simpleza, su paciencia, la mirada dulce de quien comprende y acepta los ciclos de la vida".

El idioma secreto me lo enseñó mi abuela.

Y es un idioma que nombra las plantas de tomate, la harina, los botones.

Un día me llamó.

Me dijo que antes de que la muerte se la llevara quería entregarme algo.

Mi herencia era una caja de galletas con ovillos de lana y boletas de ferretería.

Ahí dentro estaban las palabras.

"Dicen que los objetos nos pueden 'hablar' si sabemos escuchar con atención su idioma, esa lengua primordial que trasciende lo meramente escrito. De ahí el inmenso valor, la valía irrenunciable de este 'lenguaje secreto' que la abuela deja como preciosa herencia a la niña que acabó resultando ser nuestra poeta". (Extracto de una reseña publicada en el suplemento El Cultural del diario español El Mundo)

Cuando mi padre nació,

mi abuela bordó para él una pequeña

sábana blanca.

Descubrí en un cajón ese pedazo de tela

en el que aún se distingue lo que un día fueron

cuatro flores y un pájaro celeste.

Cuando mi padre nació,

mi abuela bordó para él una pequeña explicación de la vida.

Llegas al mundo un día.

Te abrigarán las flores y los pájaros.