Paula 1162. Sábado 6 de diciembre de 2014
El autor de las premiadas novelas Bonsái y Formas de volver a casa, que fue elegido por la prestigiosa revista Granta como uno de los 22 mejores narradores jóvenes, convirtió sus memorias de estudiante en Facsímil, un libro que simula la Prueba de Aptitud Verbal. A través de ejercicios, como el uso de ilativos o término excluido, narra su crítica visión de la educación chilena.
Hace dos años que Alejandro Zambra quería escribir una novela sobre su época de estudiante en el Instituto Nacional. Una historia que se situara en 1993, cuando le tocó dar la Prueba de Aptitud Académica. Pero mientras hojeaba facsímiles viejos buscando inspiración, se puso a responder los ejercicios que hace 20 años le permitieron entrar a estudiar Literatura en la Universidad de Chile. Y tomó una decisión: todos los recuerdos que tenía de esos tiempos los narraría en el formato de la PAA.
Nació así Facsímil, un cuadernillo de ejercicios de selección múltiple donde el lector puede elegir alternativas de término excluido, uso de ilativos, plan de redacción, eliminación de oraciones y comprensión de lectura. Se trata del libro más punk y rupturista que ha escrito; no solo por el formato, sino también por el desparpajo, la ironía y la rabiosa nostalgia que tiene. Todas las historias poseen un denominador común: la educación, no solo la impartida por los colegios, sino también por los padres e instituciones como la Iglesia y figuras de la cultura televisiva como Don Francisco. "No había que escribir, no había que opinar, no había que desarrollar ninguna idea propia: solo teníamos que jugar el juego y adivinar la trampa", se lee en el libro que la Editorial Hueders lanza el 9 de diciembre. Zambra describe a una generación de estudiantes aún vigente. Una que en lugar de ser educada, es tempranamente entrenada para competir por entrar a la universidad. Una generación que aprendió más a aguantar la respiración que a pensar por sí mismos.
Facsímil está dedicado a tus profesores. ¿Qué aprendiste de ellos?
Tuve toda clase de profesores, pero los que aparecen en la dedicatoria me enseñaron, de algún modo, a desaprender, a pensar por mí mismo, a salirme de la maceta. A escribir sin "plan de redacción". Son personas que quiero como si fueran de mi familia.
Leerlo recuerda a Parra, pero también a Lihn, a Bertoni y a Juan Luis Martínez. ¿Es un homenaje a los poetas que has leído?
Lo que no me enseñó el colegio lo busqué en la poesía y todavía, como lector y como escritor, soy un aprendiz. Pero no quiero ni imaginar lo que sería mi vida si no hubiera leído a esos y a otros poetas chilenos. Quizás Facsímil es un libro sobre las familias a las que pertenecimos y abandonamos. Los mensajes que dejamos para siempre en la carpeta de borrador. Las vidas que no vivimos y que retumban en el presente, como un llamado ingrato, necesario y urgente. Un libro para rayar con lápiz pasta y leerlo en las salas de espera y en los ascensores.
"Chile es una inmensa sala de espera y vamos a morir esperando el número". ¿Detrás de qué causas están las filas más grandes hoy?
Me temo que la respuesta es "todas las anteriores".