El poder del arte

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La pintura, género por excelencia de las Bellas Artes, es llevada a su expresión más radical en la muestra Expolio. No solo porque se exhibe en formatos gigantes, sino también porque se utiliza para hablar de la historia del arte desde la perspectiva del poder.




Paula 1191. Sábado 16 de enero de 2016.

La pintura, género por excelencia de las Bellas Artes, es llevada a su expresión más radical en la muestra Expolio. No solo porque se exhibe en formatos gigantes, sino también porque se utiliza para hablar de la historia del arte desde la perspectiva del poder.

En cuatro lienzos de hasta 3 por 5 metros aproximadamente, los artistas demuestran que desde siempre los objetos artísticos y patrimoniales han sido fundamentales para la autoestima de los pueblos y, por eso mismo, han sido blanco de robo, destrucción y profanación en conflictos bélicos. Destruir un monumento o robar una colección de pintura valiosa es humillar y empobrecer al legítimo dueño, llevándose sus trofeos culturales. La mezquita principal, el edificio histórico más importante, la pintura hecha por el creador estrella de un país: son íconos con los cuales los pueblos crecen, conviven y se identifican, sin ellos les cuesta vivir y eso lo saben muy bien sus enemigos.

La exhibición de Josefina Guilisasti, Diego Martínez y Francisco Uzabeaga opera como una especie de ensayo histórico cuyo tema es el arte mismo y su valor. El proyecto es resultado de una larga investigación que parte por el análisis de documentos fotográficos de la Segunda Guerra Mundial, donde se puede apreciar la magnitud de los robos y destrucciones de obras realizados por Hitler. De hecho, una de las pinturas que los artistas exhiben es la reproducción de una imagen sacada de una foto que registra el desolado Museo Hermitage, en San Petersburgo. La pintura muestra el interior del edificio, de cuyos muros cuelgan marcos vacíos de cuadros que han sido robados tras el paso de las tropas alemanas por Europa del Este. Otra de las pinturas de esta exhibición muestra la faceta opuesta: una iglesia en Baviera, Alemania, que es ocupada como depósito para almacenar miles de obras requisadas a las víctimas de ocupación en Francia y Holanda durante la Guerra.Se sabe que el robo de obras es muy anterior al nazismo. De hecho, los museos europeos más antiguos se formaron gracias a piezas robadas o compradas a precios irrisorios a países de Oriente y África. Basta visitar el museo egipcio de Berlín para hacerse una idea.

Pero nadie ha superado a Hitler: la historia lo consigna como el ladrón de obras más estratégico y grandioso de todos los tiempos. Se sabe que fue un obsesionado por el arte, que destruyó miles de obras que consideraba "degeneradas" en Europa (Matisse y Picasso, entre otros) y robó otras tantas a museos y colecciones de los países que sometió, como también a familias coleccionistas judías.

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Los artistas Josefina Guilisasti, Diego Martínez y Francisco Uzabeaga –todos pintores egresados de la Universidad de Chile– se reúnen por primera vez para realizar un proyecto colectivo.

Bajo el título Expolio, Josefina Guilisasti, Diego Martínez y Francisco Uzabeaga exponen pinturas de gran formato -elaboradas entre los tres- basadas en fotografías históricas que registran saqueos al patrimonio artístico realizados en situaciones de guerra. La exhibición llama a reflexionar sobre el arte como símbolo de poder y trofeo de guerra.  En la foto, Los artistas Josefina Guilisasti, Diego Martínez y Francisco Uzabeaga –todos pintores egresados de la Universidad de Chile– se reúnen por primera vez para realizar un proyecto colectivo.

Un documental del National Geographic llamado El expolio en Europa (que puede verse en Youtube) cuenta con lujo de detalles la magnífica operación de profanación artística realizada por Hitler y sus asesores. Para él, el arte era un símbolo indiscutido de poder. Los historiadores asocian esta obsesión al hecho de que, siendo joven, el líder fue rechazado en la escuela de arte de Viena, que era la más importante de su época y cuyos académicos y jurados de admisión eran judíos. Numerosos textos y documentos atestiguan que este fracaso lo llenó de resentimiento y deseos de venganza.

Pero hoy, en pleno siglo XXI, el fenómeno se repite, especialmente en Siria. Dos de las pinturas de esta exhibición dan cuenta de ello. Una exhibe la mezquita de Alepo, en el norte de Siria, que fue dañada por los bombardeos de 2013. Otra, reproduce una imagen satelital del mismo año, donde se observan cientos de excavaciones ilegales para robar patrimonio arqueológico en una ciudad siria de origen grecorromano.

A la manera de murales, estos cuadros monocromos fueron pintados en conjunto por Josefina Guillisasti, Diego Martínez y Francisco Uzabeaga. Cada uno aplicó su pincelada a una zona de la imagen, de modo que un observador atento podrá reconocer los distintos trazos. La muestra se acompaña de un video animación que relata el proceso creativo y productivo y de otros documentos que completan la mirada al fenómeno del "expolio", término histórico utilizado específicamente para hablar del saqueo artístico. Una exhibición que deja claro que, mucho más de lo estético y decorativo, el arte es un asunto profundamente político, y que borrar el arte es, ni más ni menos, que borrar la memoria.

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Iglesia de Ellingen, óleo sobre tela, 3,15 x 4 m, 2014.

Coordenadas

Expolio, Museo de la Memoria, Matucana 501, Metro Quinta Normal. De 10 a 20 hrs. Entrada liberada. Hasta el 17 de abril.

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