“Mientras hago una fila para probarme ropa en una multitienda, donde toda la publicidad llama al ‘autocuidado y amor propio’, me pregunto qué porcentaje de lo que consumimos las mujeres como sistema de creencias proviene de ‘nuestra naturaleza femenina’ y cuánto son imposiciones culturales. Cuántas de las decisiones que como mujer tomamos en el día, se toman basadas realmente en lo que ‘me hace sentir bien a mí misma’ y cuántas para ser aceptada por el entorno o no ser rechazada. En qué porcentaje una se ha definido por la opinión externa y de esas opiniones, cuál proviene de la aprobación masculina. Me pregunto cómo serían las cosas si la mayoría de las referentes mujeres que crecimos viendo en las películas hubiesen sido realmente escritas por mujeres y si el hecho de que nuestro hermano, primo, padre o tío comiese el plato más grande es porque de verdad ellos comen más o porque a nosotras no se nos acepta ser grandes y ocupar espacio. Estas preguntas se me pasan por la mente mientras hago la fila de una multitienda, viendo a todas estas mujeres que, al igual que yo, buscan algo en la ropa, las cremas, los perfumes, alguna satisfacción consigo mismas.
Ese ‘amor propio’ del que tanto se habla, esas palabras tan de moda como autoestima y autocuidado ¿qué son finalmente? Para mí hablar de amor siempre va a venir de la mano con hablar de libertad. Y es interesante al final del día hacerme la pregunta de cuántas de las decisiones que tomé hasta acá realmente las tomé. Y me refiero a todo, desde en qué porcentaje me he quedado callada para no hablar tanto o tener la última palabra o ser ‘tan masculina’ o porque en realidad quería dejar de hablar. Cuánto he dejado de hacer para no ‘asustar a los hombres’, o porque en realidad quise dejar de hacerlo, cuánto he aceptado una relación sexual que me transgrede solo para complacer a otro, en qué porcentaje decido tener hij@s porque quiero o porque alguien más quiere que lo haga.
Haciendo esta fila, siento como si todas las prendas de colores que cargamos cada una para probarnos esperando sentirnos bien con nosotras mismas, nos unieran de cierta forma, porque todas tenemos ese anhelo de amor propio y nos cuesta saber dónde encontrarlo, porque nunca nos enseñaron que el primer amor no era a otro, sino a nosotras mismas. No nos enseñaron a conocernos para poder establecer una conexión estable con una misma y desde ese lugar relacionarse con el resto, respetándose, haciéndose bien y amándose. Está bien queramos darnos un gusto y sentirnos bien con una prenda de ropa, pero ‘el amor propio del que nos hablan desde afuera, realmente pasa por la libertad de ser y hacer desde nosotras mismas.
Teresa es actriz y tiene 38 años.