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El rapero mapuche

Jaime Cuyanao, conocido artísticamente como Waikil, rapea mezclando mapudungún y español. Ha editado nueve discos junto a su banda Wechekeche Ñi Trawün y pronto se lanzará como solista. "Lo que me gusta de la música es que llega a personas no mapuches", dice.

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Paula 1236. Sábado 7 de octubre de 2017.

Cuando tenía 19 años, tuvo un sueño: su bisabuelo materno, que había sido cacique en Pangueco, en la comuna de Traiguén, le daba un nombre en mapudungún: Waikil, que quiere decir lanza rápida. Hoy Jaime Cuyanao (33), quien en la semana viste camisa y chaqueta en su trabajo en una empresa de cobranza, se hace llamar Waikil cuando se pone un trarilonko en la frente y se sube al escenario a hacer rap mapuche.

Hijo de padres mapuches, nació en Santiago y creció entre la capital y Traiguén, donde vivía su abuela en el campo. A los 17 empezó a escarbar en su origen y se sumó a una organización llamada Lelfunche, en la comuna de La Florida, que reunía a mapuches en Santiago. Ahí forjó amistad con Anita Millaleo y Paul Paillafilu, con quienes más tarde armó la banda  Wechekeche Ñi Trawün. "Yo escuchaba hip-hop y un día me prestaron un cassette grabado encima de música mapuche. Ahí dije: 'qué bacán suena esto'. Me recordó las ceremonias como el guillatún a los que iba con mi abuela en Traiguén", cuenta Jaime.

En 2004 empezó a componer y a cantar rap mezclando mapudungún y español. En 2005 lanzaron el primer disco: Wechekeche Ülkatun (el canto de la gente joven), que mezcló rancheras, rock y hip-hop, con letras sobre reivindicaciones territoriales, presos políticos mapuches y escenas cotidianas del campo. Llamaron al estilo música "mapuche fusión" y fueron prolíficos: editaron nueve discos, todos independientes; hoy trabajan en un décimo. Con la banda recorrió el territorio mapuche en Chile y Argentina.

Jaime –que estudió mecánica en el Duoc– habla con calma sobre su trabajo, pero es inquieto: hoy está abocado al registro audiovisual con Wetruwe Mapuche, una plataforma audiovisual independiente que difunde música y poesía mapuche, y que dirige desde 2010. Hace dos años, además, organiza junto a dos personas un festival de música llamado Wetruwe Mapuche, la música es territorio en resistencia, en Santiago y Temuco. Y todo lo que produce lo sube a un canal de Youtube que tiene 3.200 suscritos.

Lanzó su carrera solista como Waikil en abril de 2015 y el próximo año liberará su primer disco, Witral (telar), con 15 canciones.

En abril cruzó el Atlántico para el cierre de una exposición fotográfica de la artista chilena Florencia Grisanti en el Museo del Hombre en París, de la que fue parte. A raíz de su visita, chilenos y mapuches que apoyan su causa lo invitaron a hacer una gira por Milán y Hamburgo.

Tiene más de 5 mil seguidores en Instagram y 17 mil en Facebook. Pero Waikil aclara que no es el único rapero mapuche. Está Chicha con Harina y Antilef, con los que estuvo en Francia. Y Wechekeche Ñi Trawün, Coñoman, Luanko, NewenRap, Mc Millaray, Jaas Newen, Erwin Rap, que también son exponentes del género.

¿Qué buscas hacer ahora que vas a lanzarte como solista?

Hay un tema del disco, llamado Taiñ Wirintukun Mapuche que habla de cómo los españoles e historiadores no mapuches como (Sergio) Villalobos, han escrito sobre nuestra cultura a partir de lo que creen o piensan. Entonces se creó este estigma del indio, del salvaje; mi idea es deslegitimar eso y difundir la cultura en otros espacios, como el mundo académico. Los espacios más enriquecedores son los colegios: en junio fui a uno en Cunco y los niños se sentían orgullosos de ser mapuche. Cuando logras hacer ese click, se rompe con el estigma que se ha formado.

¿Tu música es una nueva forma de lucha mapuche?

Es una forma de expresión más. Cuando se habla de lucha mapuche no tiene que ver solo con el territorio o la violencia. También con aspectos culturales, con  la reivindicación del lenguaje desde la literatura, la historia y el medio audiovisual, por ejemplo.

¿Qué dicen tus pares sobre la música que haces?

Hubo críticas que decían "esto no es mapuche", pero respondíamos "esto es música mapuche fusión".  De a poco lo han ido entendiendo, cuando escuchan la música y las letras en mapudungún. Los más antiguos han dicho "qué bueno que lo estás nombrando en mapudungún". Hay chachay y papay (viejitos y viejitas) que les gusta, a pesar de que el ritmo no lo entienden y se sienten orgullosos de que la lengua no se pierda.

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