El respeto a los compañeros y la empatía de los hijos e hijas es responsabilidad de los padres




La posibilidad de incluir a otros nos engrandece como personas. Aprender de alguien distinto a uno, contemplar que hay otros que tienen necesidades diferentes a mí y que requieren de ciertas condiciones por sus características, permite que podamos desarrollar habilidades como la empatía, la tolerancia y el respeto.

Nuestros/as hijos/as tienen la posibilidad de asistir al colegio y comenzar su sociabilidad desarrollando y practicando habilidades pro sociales. Como expone John Dewey, psicólogo y pedagogo estadounidense, “la escuela es como una pequeña sociedad donde el aprendizaje se basa en la acción y participación del niño, que suele actuar de manera personal y de manera social, pudiendo practicar para la vida adulta”. Por otra parte, uno de los objetivos de la enseñanza es ser un espacio que entregue y fomente herramientas a los/las estudiantes que les permitan insertarse adecuadamente en la sociedad.

Luego de la pandemia, todos hemos estado más atentos a promover nuestro propio bienestar y el de nuestros seres queridos. La educación socioemocional está más presente y está tomando relevancia en distintos contextos educacionales para adquirir y aplicar efectivamente el conocimiento, actitudes y habilidades necesarias para entender y manejar emociones, establecer y alcanzar metas positivas, sentir y mostrar empatía a otros, establecer y mantener relaciones positivas y tomar decisiones responsables. (Fuente: Organización CASEL. Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning, Estados Unidos)

Entendiendo que nuestros hijos pasan gran parte del día en el colegio, es importante que como padres no nos excluyamos de las acciones que ellos tienen en este contexto. Podemos observar que hay una tendencia a promover habilidades para el siglo XXI que tienen relación con la inteligencia emocional, la cual busca que seamos capaces de generar vínculos sanos entre los seres humanos, comprender la necesidad de unos con los otros, y promover la tolerancia y respeto. Todo esto no es solo responsabilidad de las escuelas, que es donde la interacción social de nuestros/as hijos/as se da en gran parte. Nosotros, sus principales educadores, tenemos que ser partícipes de esta enseñanza emocional a través del modelaje e instancias de conversación. Los comportamientos de nuestros hijos en los contextos escolares también son parte de nuestra responsabilidad, sobre todo aquello que tienen relación con el trato a sus compañeros y la capacidad de incluir a otros.

Todos hemos tenido temor que a nuestros/as hijos/as lo molesten o excluyan, pero no todos hemos tenido temor a que sean ellos quienes se burlen. Generalmente cuando los padres perciben que sus hijos tienen amigos y que los pasen bien en el colegio no se detienen de manera persistente a conversar sobre cómo ayudar a aquellos que sí están solos.

¿Cómo traspasarles a nuestros hijos el valor de la inclusión? Podría parecer una respuesta simple de contestar, sin embargo, en algo de lo que el ser humano ha sido torpe, es enfrentando el miedo a lo diferente y desconocido. Los ciudadanos actuales nos enfrentamos a la necesidad de desarrollar nuestras capacidad de adaptación a los cambios y caídas de cánones estáticos. Es mucha la información que nos llega y que nuestros hijos/as tienen. Es normal sentirse abrumado y perdido frente a tantos cambios, sin embargo, nuestro desafío como padres es poder ayudar a las generaciones más jóvenes a ser actores sociales que aporten, incluyan y dignifiquen a todo ser humano.

Existen días como el 21 de marzo en que se conmemora el Síndrome de Down, una bonita instancia para conversar con nuestros/as hijas/os sobre cómo ellos están incluyendo a sus compañeras/os. Como adultos sabemos que no todos van a ser amigos, pero sí podemos enseñarles la riqueza de la tolerancia, del respeto, de escuchar opiniones distintas. La experiencia de compartir con una compañera/o que tenga una capacidad distintas es un regalo para ellos, les permite darse cuenta de que la diversidad física, intelectual, neurológica y de color no es un problema, al contrario, es una oportunidad de salir del discurso de la tolerancia y respeto para pasar a la acción y practicar el aprender unos de otros, de poder vivenciar el ponernos en el lugar del otro, derribar mitos y miedos, para abrazar la diversidad.

A veces por torpeza a los adultos nos complica hablar de ciertos temas porque no sabemos cómo hacerlo, porque nos da miedo equivocarnos o tememos herir a alguien, pero la invitación es a conversar con sus hijos sobre qué les pasa con lo distinto, aprender a ponerle nombres a las emociones que aparecen con respecto a este tema, a hablar sobre las conductas correctas e incorrectos de cómo enfrentar a los compañeras/os que no se parecen a ellos, preguntarles cómo son ellos/as con esos niños, invitarlos a ampliar con quienes juegan. Promover la solidaridad y empatía en ellos es vital para que generen ambientes sanos y seguros en el colegio.

“Cada persona es única y valiosa, y por eso lo que nace de ella también lo es. Todas nacemos libres e iguales. Nuestro deber es comportarnos fraternalmente unas con otras”. Esta frase de Magdalena Guerrero y M José Poblete, escritoras del libro Somos diversidad, es una invitación a reflexionar sobre la aceptación y tolerancia al otro. Como padres podemos observar cómo nuestros hijos/as pueden sufrir cuando alguien los molesta o excluye. Motivémolos a ser agentes de bien y de empatía.

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